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LA ESTETICA SOCIAL


Enviado por   •  27 de Julio de 2011  •  3.272 Palabras (14 Páginas)  •  11.813 Visitas

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ESTÉTICA SOCIAL: SUS EFECTOS EN LOS MOVIMIENTOS SOCIALES Y EN LA CONDUCTA

La estética es la rama de la filosofía que tiene por objeto el estudio de la esencia y la percepción de la belleza. La palabra deriva de las voces griegas αἰσθητική (aisthetikê) «sensación, percepción», de αἴσθησις (aisthesis) «sensación, sensibilidad», e -ικά (ica) «relativo a».

La estética es la ciencia que estudia e investiga el origen sistemático del sentimiento puro y su manifestación, que es el arte, según asienta Kant en su "Crítica del juicio". Se puede decir que es la ciencia cuyo objeto primordial es la reflexión sobre los problemas del arte.

Si la Estética es la reflexión filosófica sobre el arte, uno de sus problemas será el valor que se contiene en su forma de manifestación cultural y aunque un variado número de ciencias puedan ocuparse de la obra de arte, sólo la Estética analiza filosóficamente los valores que en ella están contenidos.

La Estética Social es “el estudio de la ciudad o de la comunidad como forma del alma”( forma de la vida social).

Es necesario subrayar que cuando se habla de estética, no se hace ninguna referencia al arte o a la belleza, ya que la única relación que hay entre una ciencia estética y el arte es que el arte es una actividad dedicada a producir formas de manera voluntaria, mientras que la sociedad está constituida por formas involuntarias, inintencionales, tales como las costumbres, los hábitos,los movimientos, los espacios, etc., de modo que por «estético» no debe entenderse ni “artístico” ni “bello”, sino el hecho de que algo consiste en una forma. La forma puede definirse como aquello que se presenta al sujeto, observador o participante, como una unidad completa y carente de componentes o elementos, y cuya naturaleza, esencia o realidad, no radica en ninguno de sus rasgos sino en el conjunto indisoluble de todos ellos, y que por ende no puede ser descrita ni explicada, ya que ello equivaldría a descomponerla en una serie de elementos, y por lo tanto, equivaldría de destruirla. Por ejemplo, un juego cualquiera es una forma, porque el jugador lo experimenta como una situación unitaria sin fisuras, mientras que, para explicar en qué consiste el juego, sus reglas, campo, objetivos, etc., hay que dejar de jugar, esto es, el juego desaparece. Asimismo, la elegancia, la tristeza, la intranquilidad, el stress, el asombro, etc., son formas. Las formas no se perciben, sino que se sienten. Como puede advertirse, los ejemplos de formas son nombres de sentimientos y emociones: esto es correcto, porque las formas no podrían constituir un conocimiento lógico y racional, sino, precisamente, un conocimiento sensible. En efecto, la definición original de la Estética es “ciencia del conocimiento sensible”:

En suma, lo estético puede entenderse como lo que no es lógico, o lingüístico. La perspectiva lógica concibe a la sociedad como una multiplicidad de mensajes e intercambios de mensajes, o, dicho de otra manera, la sociedad como un texto y como un diálogo intertextual, y atiende tanto a los resultados o contenidos, como a la construcción de esos resultados. En cambio, la perspectiva estética se desentiende de la construcción y los contenidos y se interesa más por el estilo o modo en que aparecen: no le interesan las intenciones, sino lo inintencional (Wundt, 1912): no atiende lo importante, sino lo colateral. No se preocupa por los resultados, sino por las formas. Mientras que la lógica trabaja con la racionalidad de la sociedad, la estética trabaja con su sensibilidad, en el entendido de que ahí está su significado. La Estética Social ve los modos de moverse de la sociedad: prisas, pausas, retardos, distancias, rumbos, emplazamientos, desplazamientos, concentraciones, lugares, usos, abusos, desusos, cantidades, colores, tamaños, intensidades, volúmenes, precios, ruidos, silencios, sonidos, texturas, suavidades, durezas, rupturas, etcétera, y así, en suma, todas las formas de las actividades, situaciones (Hall, 1966) y objetos (Baudrillard, 1968), que son las formas de la vida social. Aquellos acontecimientos que parecen ser propios de una psicología política, como comportamientos electorales, concentraciones de multitudes, debates parlamentarios o publicidad electoral, pasan a ser actividades, situaciones y objetos que comparten su forma con otros supuestamente no políticos; Por ejemplo, los criterios electorales de la democracia tienen la misma forma cuantitativa que la productividad económica, y el mitin exitoso de un candidato tiene la misma forma que un concierto mediocre de rock. Ciertamente, no hay razones estéticas para separar lo político de lo cotidiano, ya que ambos se desarrollan dentro de las mismas formas y sensibilidades.

Era del Vacío, Lipovetsky, 1983), los diagnósticos han arrojado como resultado a una sociedad contemporánea constituida por individuos aislados ocupados en actividades sin sentido, quienes, evidentemente, no se sienten del todo bien: se sienten como piezas intercambiables de una maquinaria. El único gran cambio en la segunda mitad del siglo veinte fue que la metáfora según la cual

“la sociedad es una máquina” se invirtió, y ahora es “la máquina es una sociedad”: a esto se le denominó “la revolución cognitiva”. Desde el punto de vista de la economía, de la salud, e incluso de la democracia, puede decirse que ha habido grandes logros, pero desde el punto de vista de la Estética Social, las formas han empeorado.

Actividades y Lugares

Se puede echar una mirada a Nueva York, París o México, para enterarse del comportamiento de “las formas del alma de la ciudad”. A vuelo de pájaro, toda gran ciudad occidental tiene una forma orgánica, integrada y agradable, aunque un poco distante, pero, en realidad, ésta es la visión de la publicidad, del turismo, y de los pájaros, porque, en verdad, no hay observador humano desde allá arriba. Más abajo, en cambio, a ras de suelo o nivel de calle, lo que se puede ver es que la gente está cada vez más ocupada en un sin número de actividades, tales como ir a la oficina, tener citas con colegas y juntas de trabajo; además hay que llamar por teléfono, enviar faxes, responder e-mails y navegar por internet; también hay que conocer, saludar, hablar, relacionarse con mucha gente, y por lo tanto, asistir a restaurantes, cafés y otros sitios de reunión. Mientras tanto, en cualquier día normal, hay que llevar el coche al taller, pasar a la gasolinera, visitar al médico, entrar a un banco, ir al supermercado, hacer ejercicio en el gimnasio, y para distraerse de tanto ajetreo, al final del día, salir al cine, al teatro a alguna fiesta. Los fines de semana no son menos ajetreados. Evidentemente, todos estos movimientos que se pueden

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