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Educación y Cristianismo


Enviado por   •  7 de Octubre de 2015  •  Ensayo  •  1.637 Palabras (7 Páginas)  •  390 Visitas

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Educación y Cristianismo: Bi-direccionalidad, razón y virtud

Puede parecer común el hecho de que no siempre se genere una asociación entre la iglesia y las raíces cristianas con lo que es la educación y la pedagogía en general. Existen muchas obras en las cuales se intenta tratar principalmente la relación existente entre estos dos elementos y cómo influye el uno en el otro.

En el siguiente informe, se han de exponer las ideas principales que relacionan la educación con el cristianismo y cómo estas dos, de una u otra forma, se apoyan la una de la otra históricamente, obteniendo un carácter bi-direccional, lo cual será el énfasis principal de lo que se tratará a continuación.

Para comenzar, es necesario resaltar la naturaleza bi-valente o bi-direccional tanto en la educación como en el cristianismo, y explicar cómo es que estos dos elementos se basan en una idea semejante, centrada en la enseñanza. “Sacar lo mejor del que es educado, ayudándolo con distintos medios para que pueda desarrollar sus cualidades y talentos”, para que luego se pueda llevar a cabo la “eliminación de los obstáculos presentes”, obstáculos que le impiden comprometerse vitalmente cumpliendo las exigencias de una existencia responsable para sí y para los demás. Estos son las dos características principales del por qué se considera tanto la educación como el cristianismo “bi-direccionales”.

A partir de la idea anterior es cómo podemos explicar la educación desde la mirada del cristianismo como una forma de comprender la actuación de Dios frente al hombre y viceversa, a partir de la Encarnación, Pasión y Resurrección de Jesucristo, en el que se genera un acercamiento educador de parte de Dios al hombre, lo que se radicaliza en la unión personal entre educador y educando. A partir de esto, se genera un nuevo sujeto: un ser divino y humano, educante y educado a la vez, que sería el arquetipo perfecto de la coexistencia de las dos direcciones en la acción pedagógica de Dios: Potenciando los elementos positivos del hombre y eliminando aquellos negativos.

Podemos extraer la idea que plantea Ireneo de Lyon (Adversus Haereses III, 20), donde se menciona que Dios se ubica al mismo nivel del ser humano (la carne y el pecado) con la finalidad de ser condenado y así eliminar estos elementos de carácter negativo a partir de su propia enseñanza para finalmente asignarle a los hombres su misión de hacerse imitadores de Dios en base a las virtudes que puedan potenciar su conducta, dejando de lado el pecado y las acciones negativas que lo alejan de Dios, convirtiéndose en hombres semejantes a la divinidad.

Si lo anterior lo llevamos al plano educativo, podemos darnos cuenta del rol de educador que se genera en Dios, ya que él, a partir del ejemplo, es capaz de potenciar todo “lo bueno” y positivo del hombre, eliminar “lo malo” a través de la enseñanza para que, en base a ello, se pueda formar a un ser semejante a quien él, es decir, que el alumno imite a su maestro (enseñanza-aprendizaje). Al mismo tiempo, esto podemos relacionarlo con la realidad actual, en la que dentro de las aulas los profesores intentan formar a niños, niñas y jóvenes en base al ejemplo y al modelamiento de una conducta considerada positiva dentro de una sociedad o comunidad, teniendo en cuenta el seguimiento de normas, la entrega de conocimientos, la enseñanza en valores, entre otros, intentando de esta manera formar a un ser completo y cercano a un ideal, lo cual, si consideramos las enseñanzas del cristianismo, sería el ideal de Dios: Un hombre bueno.

La teología, como investigación humana de las condiciones de la relación Dios-hombre se encuentra, desde el punto de vista cristiano, con el reconocimiento de un proceso educativo en curso: Dios se deja conocer por el hombre (teología) en la medida en que el hombre se deja transformar en sus propias capacidades por Dios (educación), esto puede explicarse en base a que la tanto la teología como la educación han estado relacionadas desde sus inicios, ya que la base misma de la teología es la educación, esto debido a que Dios, al dejarse conocer por el hombre, lo hace por medio de enseñanzas (pedagogía), lo que se refleja en el estudio mismo de la divinidad.

Se plantearán entonces, dos dimensiones en la educación, la primera denominada como dimensión comunitaria  y la segunda como motivación cristológica. La primera, explica la transformación simultánea tanto de la persona como de la sociedad en la que ésta está integrada, y cómo no será posible llevar a cabo la educación sin considerar el contexto social e histórico en el que se ha de llevar a cabo este proceso. Se menciona entonces, que en varias culturas lo que se buscaba no era una educación individualista, sino comunitaria, y que a partir de la misma fuese posible hacer cambios; llevado a la actualidad, podemos encontrar múltiples similitudes, ya que, según lo que plantean los objetivos de la educación en nuestro país, se busca formar a seres pensantes que sean capaces de generar cambios en una sociedad, pudiendo dar a conocer sus ideas y resolver las problemáticas que afecten dicha comunidad. Por otro lado, la motivación cristológica, hace referencia a la relación que existirá entre la razón y la fe y a cómo el Logos ha revelado y ha comunicado al hombre la posibilidad de acceder a Dios dentro de una estructura antropológica racional. Esto se asemeja a la idea de la existencia de un Dios filósofo, la idea de un Dios-hecho-hombre y de cómo el hombre puede hacer uso de la razón sin dejar de lado a Dios.

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