El Amor Trasciende A La Muerte
Enviado por coco73 • 13 de Mayo de 2015 • 444 Palabras (2 Páginas) • 434 Visitas
El amor trasciende la muerte
En “Orfeo y Eurídice” De Ovidio y “La bella durmiente” de Quim Monzó
Bueno analizando las dos historias o cuentos, podemos decir que son muy parecidos, en el sentido en que los protagonistas principales, llevan a cabo actos de amor hacia sus amadas, como podemos ver en el siguiente fragmento de “Orfeo y Eurídice”:
“El poeta tracio lamentó su pérdida. Una vez que la hubo llorado suficientemente sobre la tierra, quiso explorar la mansión de las sombras y se atrevió a descender a través de la puerta Tenaria hasta la Estigia” (este fragmento es después de la muerte de su esposa)
Y en este otro fragmento de “La bella durmiente”:
“En medio de un claro, el caballero ve el cuerpo de la muchacha, que duerme sobre una litera hecha con ramas de roble y rodeada de flores de todos los colores. Desmonta rápidamente y se arrodilla a su lado. Le coge una mano. Está fría. Tiene el rostro blanco como el de una muerta. Y los labios finos y morados. Consciente de su papel en la historia, el caballero la besa con dulzura”
Como se puede ver en ambos historias el hombre es quien a causa del amor rescata a sus amadas de la muerte, lo cual en ambos casos es algo romántico y de agrado para el lector.
También en opinión propia digo que otra cosa en común de ambos cuentos, es la estupidez, desde mi punto de vista, el poeta y el príncipe, cometieron, aunque cada uno de una manera distinta, el error más grande en su vida, el poeta volteando a ver a su esposa aun con la condición que le habían impuesto y el príncipe viendo a otra mujer justo después de besar a la mujer a quien el mismo había imaginado, una vida a su lado, como se puede observar en los siguientes fragmentos:
“Orfeo y Eurídice”:
No estaban lejos de la superficie de la tierra; cuando temiendo que se le escapara y ávido de verla, su amante esposo vuelve sus ojos. Inmediatamente, ella resbala hacia atrás; alargando los brazos, luchando por asirse y ser cogida, la infeliz no coge sino el aire impalpable
Y en “La bella durmiente”:
“Y entonces, mientras (sin dejar de mirarlo a los ojos, enamorada) la muchacha (débil por todo el tiempo que ha pasado acostada) se incorpora gracias a la fuerza de los brazos masculinos, el caballero se da cuenta de que (unos veinte o treinta metros más allá, mucho antes de que el claro dé paso al bosque) hay otra muchacha dormida, tan bella como la que acaba de despertar, igualmente acostada en una litera de ramas de roble y rodeada de flores de todos los colores”.
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