El Espiritu Griego

EL ESPÍRITU GRIEGO

Cualquier repaso por los variados logros de los griegos en la literatura, el arte, la filosofía y la ciencia hace surgir por lo menos dos preguntas fundamentales: ¿existe alguna característica común que apuntale la cultura griega en su totalidad?, ¿afectó esta espléndida eclosión del pensamiento y de la expresión humana la vida de los hombres y las mujeres comunes de la antigua Grecia?

A la primera pregunta parece posible responder que la cultura griega, en todos sus aspectos, refleja ciertos conceptos básicos. El pensamiento heleno fue intensamente humanista: colocó a los seres humanos como centro del universo y exaltó su potencial para la perfección. Los líderes culturales griegos confiaban en que el universo existía para mantener el bienestar humano. En consecuencia, estaban seguros de que los humanos estaban en armonía con la naturaleza y de que no tenían necesidad de luchar contra ella, tratar de escapar de ella o evadirla por temor. La cultura griega fue racionalista; sus creadores confiaron en la habilidad humana para comprender a la naturaleza y a sí mismos a través de la inteligencia y para actuar con base en decisiones racionales para resolver problemas humanos. Este racionalismo enfatizó la necesidad de buscar orden y simetría en todas las cosas y de actuar con restricción y equilibrio. La cultura griega se vio marcada por un espíritu de investigación que empujaba constantemente a los pensadores y artistas hacia nuevos formas de expresión. Por último, la mayoría de los líderes intelectuales y artísticos tenían una orientación cívica, listos para ofrecer sus talentos al servicio de la comunidad a la que pertenecían en lugar de perseguir fines individuales.

Mucho más difícil de averiguar es el grado hasta el que estos valores básicos expresados en la cultura griega moldearon la vida del griego común. Al igual que con la mayoría de las personas sin nombre del pasado, sus pensamientos e ideales están perdidos para nosotros. Probablemente, la mayoría de los griegos, comprometidos en la rutina de la vida diaria, rara vez se detuvieron a pensar en lo que significaba su patrón de civilización, así como muy pocos hombres y mujeres del mundo moderno escasamente se detienen a reflexionar sobre estos temas.

Pero una cosa sí parece cierta: un griego común hubiera tenido problemas al tratar de escapar del contacto con los logros culturales que hemos descrito. Lo mejor del pensamiento griego sobre la condición humanan estuvo a disposición de todos los ciudadanos de cada polis como una íntima dimensión de la vida cívica. La lectura de poesía acompañaba a las ceremonias religiosas y a las competencias atléticas. Los mejores dramas se representaban en los teatros públicos; los más eximios filósofos disputaban en las calles, se unían con sus conciudadanos en los symposia y enseñaban en las escuelas; los arquitectos

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