El Ingles
Enviado por luisdanielboscan • 6 de Noviembre de 2014 • 1.588 Palabras (7 Páginas) • 175 Visitas
1. SATISFACCIÓN SEXUAL
A) AXIOLÓGICA
Este criterio dice que la sexualidad humana ha de ser respeto en toda la plenitud de su significado, ha de ejercerse siempre de manera verdadera y totalmente humana, siendo insuficiente un respeto sólo parcial. Lo mismo se puede decir con otras palabras: la sexualidad no puede ser instrumentalizada, no puede ser tratada como un simple medio disponible para la realización de un designio extraño a su significado y verdad intrínsecos, significado y verdad que, como hemos visto, no son simples, sino que consisten en una estructura de valores personales. Las razones que justifican la imposibilidad ética de tratar instrumentalmente la sexualidad humana son las siguientes: 1) por el carácter personalista de los valores encerrados y protegidos por la estructura axiológica de la sexualidad humana, ésta no puede ser objeto de un tratamiento instrumental sin que, ipso facto, sea instrumentalizada la persona misma; 2) si se pretende promover uno de los aspectos de la sexualidad a través de un tratamiento instrumental, con mucha probabilidad el otro aspecto será lesionado o deformado intencionalmente, y en todo caso el mismo valor que se desea promover resultara forzado y desnaturalizado al menos en aquellas características específicas que lo convierten en un valor personal.
Ni siquiera el Autor de la Naturaleza instrumentaliza la sexualidad humana. Dios no ha ideado el impulso sexual para utilizar a los hombres en orden a una finalidad que les fuera ajena. De lo contrario, la sexualidad humana quedaría deformada bajo algún aspecto; concretamente, se llegaría a una concepción rigorista y puritana de la sexualidad, para la cual el gozo que acompaña al ejercicio de la facultad sexual es en sí mismo malo; se tolera en cuanto que está forzosamente unido a la transmisión de la vida, es decir, en cuanto es un mal necesario. Tal concepción repugna a la sensibilidad ética más elemental y a una equilibrada comprensión de las relaciones entre13
Dios y los hombres. Varón y mujer ejercen la actividad sexual de modo libre y responsable, y esa actividad es en sí misma valiosa si permanece ligada al amor conyugal. La sexualidad se ordena a la vida, pero también al amor. Pudiendo reconocer y aceptar los valores encerrados en la sexualidad como un bien común, el impulso sexual puede integrarse en el vínculo que une a dos personas, puede integrarse en el amor espiritual, y ser expresión y cumplimiento de la donación total implicada en el amor. En todo ello no hay ni sombra de utilización en el sentido — valga la redundancia — utilitarista de ese término; lo que sucede en realidad es que, como ya hemos dicho, Dios concede al hombre la posibilidad de una nueva y singular realización del amor y de una segunda razón de semejanza con el ser divino. Hecha esta aclaración, podemos desglosar las diversas consecuencias contenidas en este segundo criterio moral. La primera y más clara es que un aspecto de la sexualidad no puede actuarse en contra del otro, que al actuar uno no puede excluirse deliberada y positivamente el otro. Esto sucede, en un sentido, en la contracepción. En el otro sentido sucedería en actos de violencia sexual no cerrados a la procreación o, sin llegar a esos extremos, cuando las pretensiones de un cónyuge no tienen en cuenta las circunstancias particulares — físicas, psicológicas, espirituales — del otro, cuando de una manera o de otra se fuerza el plano de la comunión conyugal. Se trata, en definitiva de que los dos aspectos de la sexualidad son valores que se coordinan en su realización práctica, no se subordinan. Al decir que no se subordinan, queremos señalar únicamente que ninguna de esas dos dimensiones puede ser instrumentalizada para obtener la otra, es decir, ninguna de ellas puede ser desnaturalizada o forzada hasta la distorsión para facilitar la realización de la otra
Lo que decimos se refiere al modo en que no sería lícito promover uno de esos dos bienes. Es este un problema diverso al de los fines del matrimonio. Es ya tradicional en la filosofía moral distinguir un fin primario (procreación) y un fin secundario (mutua ayuda) del matrimonio. El contexto en que tales conceptos fueron acuñados es el de la determinación de las razones de ser que, desde el punto de vista ontológico objetivo, explican la existencia de la institución matrimonial. En ese sentido, resulta claro que la existencia o subsistencia de la humanidad, del mundo de los seres personales, es una razón.
Pero la inseparabilidad ética no significa únicamente que dentro del matrimonio un aspecto de la sexualidad no pueda actuarse en contra del otro, o que no sea lícito obtenerlo forzando el otro. Significa también que, aun dentro del matrimonio, un aspecto no puede actuarse sin el otro, separadamente del otro, al margen del otro. El mundo
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