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El Mito De La Caverna


Enviado por   •  28 de Enero de 2012  •  2.052 Palabras (9 Páginas)  •  1.998 Visitas

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En este fragmento de la obra “La República”, Platón se vale del mito para explicar el logos. Nos describe la situación de una serie de personas que se hallan en una morada subterránea, encadenados de forma que sólo pueden ver aquellas sombras que hay en la pared de delante de ellos, fruto de un fuego que hay detrás pero que ellos ignoran y que refleja las siluetas de las personas que pasan más atrás.

Platón explica que para los que están en la caverna lo verdadero es aquello que ven reflejado de lo cual cada uno tiene una opinión pero que, si dialogasen llegarían a conocerlo mejor. Después dice que si liberasen a uno de ellos y éste avanzase hasta la luz se cegaría, y en el caso de que alguien le dijese que lo que ahora ve es más verdadero que lo anterior tendría que acostumbrarse a ello para aceptarlo. Más tarde llegaría a conocer las cosas verdaderas directamente, e incluso a ver de cerca todo lo que produce las demás cosas anteriores.

Lo que Platón intenta transmitir es que la caverna es el mundo sensible, y aquello que se refleja en la pared son las cosas, y corresponde al escalón de la conjetura, mientras que en el momento en que la persona se vuelve y ve qué era lo que se reflejaba ya alcanza la creencia. Al salir de la caverna, el mundo de fuera es el Episteme (ciencia), y el fuego que permite el reflejo y la luz que permite ver las cosas posteriores son las ideas. Los reflejos en el agua se refieren al pensamiento discursivo y el Sol, que es aquello que permite todo lo anterior es la idea del Bien, la inteligencia pura.

El mito de la caverna es una alegoría, con la que Platón nos explica la existencia de un mundo real (el mundo de las ideas, sólo alcanzable mediante la razón) y un mundo sensible (el que vemos a través de los sentidos), así como cuál sería la manera de llegar al mundo de las ideas. En la alegoría de la caverna, las sombras proyectadas en la pared son los objetos del mundo sensible, aquellos que contemplamos con los sentidos, y los objetos que el prisionero ve a la luz de la hoguera, los del mundo de las ideas. El camino escarpado que hay que recorrer hasta verlos sería el método para llegar a contemplar esta realidad completa. Con este mito Platón describe nuestra situación respecto del conocimiento: al igual que los prisioneros de la caverna que sólo ven las sombras de los objetos, nosotros vivimos en la ignorancia cuando nuestras preocupaciones se refieren al mundo que se ofrece a los sentidos. Solo la educación puede liberamos y permitirnos salir de la caverna al mundo verdadero o mundo de las ideas. Platón dice expresamente que el mito quiere ser una metáfora “de nuestra naturaleza respecto de su educación y de su falta de educación”, es decir, sirve para ilustrar cuestiones relativas a la teoría del conocimiento.

Nuestro grado de conocimiento es, en palabras de Platón, el estado en que, con respecto a la educación o a la falta de ella, se halla nuestra vida. Nuestra formación y, además, nuestra experiencia personal y vivencias, modifican nuestra visión del mundo y de la “realidad”.

El entorno en que nos movemos es otro factor importante. Por poner un ejemplo el conocimiento que tienen las personas africanas del llamado “primer mundo” es, probablemente, muy diferente al que tenemos de nosotros mismos. Y viceversa. Lo que nosotros sabemos de África son noticias puntuales sobre cayucos, alguna guerra de religión, pobreza e inmigración, una ínfima fracción de lo que en realidad es y de lo que sucede en ese enorme y heterogéneo continente.

¿Crees que los que están así han visto otra cosa de sí mismos o de sus compañeros sino las sombras proyectadas por el fuego sobre la parte de la caverna que está frente a ellos?

El mito se puede transportar a nuestro siglo, a nuestro momento actual. Nosotros sabemos lo que hemos visto, lo que nos han contado o lo que nos han enseñado y hemos decidido (o simplemente asimilado) creer (es lo que cada uno tiene por real). Y esto es lo que nos convierte en lo que somos. ¿Nunca nos preguntamos si no hay algo más, como podrían haber hecho las personas de dentro de la caverna? Si no lo hacemos, volvemos a asemejarnos a esos hombres, obligados a mantener inmóviles las cabezas.

Puede suceder que cuando conocemos algo diferente, que incluso puede contradecir lo que teníamos por verdad, lo rechacemos por falso sin necesidad de pensarlo más de una vez. Para los hombres de la caverna las sombras eran más verdaderas que la nueva realidad que se les pretendió mostrar. El gran problema se presenta cuando esa contradicción conlleva alguna clase de agresión. Agredir y asesinar porque no se piensa igual que nosotros… no tenemos más que encender el televisor y nutrirnos de todas las noticias sobre lo que está ocurriendo en los países árabes o, sin ir más lejos, en España con ETA.

El hombre que salió de la caverna llenó sus ojos de tanta luz que no pudo volver a ver ni una sola de las cosas que se llamaban verdaderas.

Dice Plantón que tiene fuerza de ver la luz quien quiera proceder sabiamente en su vida privada o pública. Sin embargo, el progreso en nuestro conocimiento no siempre conlleva un motivo de alegría. Es muy común escuchar “qué feliz era cuando era niño, no sabía nada de lo que sé ahora”. Y sobre esto también habló el filósofo cuando se cuestiona sobre el pasar un hombre de las contemplaciones divinas a las miserias humanas y verse obligado a contender acerca del modo en que interpretan estas cosas los que jamás han visto la justicia en sí.

Toda persona razonable debe recordar que son dos las maneras y dos las causas por las cuales se ofuscan los ojos: al pasar de la luz a la tiniebla y al pasar de la tiniebla a la luz.

Con este texto Platón nos muestra su forma de entender la relación del hombre con la realidad.

Lo hace poniendo al hombre en un escenario cerrado con un sistema ya predefinido y donde él solo es uno más entre otros. Esta cárcel representa la ignorancia, el conformismo y es la metáfora de esa cárcel mental en donde estamos todos,

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