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El País Detrás Del 'usted No Sabe Quién Soy Yo'


Enviado por   •  1 de Junio de 2015  •  1.958 Palabras (8 Páginas)  •  146 Visitas

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El país detrás del 'usted no sabe quién soy yo'

Analistas aseguran que la polémica frase refleja una problemática social que merece atención.

Por: IRENE LARRAZ |

4:57 a.m. | 8 de marzo de 2015

Foto: Archivo / EL TIEMPO

Nicolás Gaviria (izq.) y el exsenador Eduardo Merlano.

Si Colombia fuera un país más democrático e igualitario, el ‘usted no sabe quién soy yo’ de Nicolás Gaviria jamás se habría producido. (Lea: ¿Usted sabe quién es Nicolás Gaviria?)

Y aunque el acto fue repudiado por el conjunto de la sociedad y hasta el Presidente de la República se pronunció sobre el tema, queda claro que aún hay personas que piensan que no todos los colombianos son iguales ante la ley.

Así lo evidencia el video que el país entero vio y en el que Gaviria, de 29 años y en estado de embriaguez, agrede impunemente a unos policías que acudieron a atender un llamado por una riña del citado personaje con unos taxistas, en el norte de Bogotá.

Entre empujones, primero amenazó a los uniformados con enviarlos al Chocó; después intentó amedrentarlos con una supuesta llamada al director de la Policía, el general Rodolfo Palomino, y por último les advirtió que era sobrino del expresidente César Gaviria, cosa que resultó ser falsa.

El problema es que no se trata de un caso aislado. La lista de episodios similares que han trascendido a la opinión pública recientemente es larga.

El país aún tiene frescas las imágenes en las que un airado hijo del magistrado Luis Gabriel Miranda, en aquel entonces presidente de la Corte Suprema de Justicia, arremetió contra unos policías que se atrevieron a interrumpirlo cuando, al parecer, protagonizaba actos indecorosos con su novia a bordo de un carro oficial.

O el episodio del entonces senador Eduardo Merlano, que tras ser detenido conduciendo en estado de embriaguez y sin licencia, se negó a que le practicaran la prueba de alcoholemia e increpó a los agentes: “Llamemos al coronel de la Policía. ¿Cómo me va a tratar usted así? Llamemos a su superior y no pasa nada (...) Yo soy Senador de la República. ¿50 mil personas votaron por mí y ustedes me van a faltar al respeto?”.

El exsenador Eduardo Merlano. Foto: Archivo particular.

Apenas dos ejemplos de la extendida práctica del ‘usted no sabe quién soy yo’: personas que por abolengo, dinero o el cargo que ocupan reclaman unos privilegios que la ley no les concede, y pretenden ponerse por encima de los demás.

Sin un contrato social

La Constitución ampara la igualdad entre todos los ciudadanos, y difícilmente alguien sostendría en público lo contrario, señala Jorge Ravagli, sociólogo y profesor de la Universidad de la Salle. Sin embargo, anota, “una cosa es el país legal y otra el país real”.

“Esto pasa porque funciona”, sentencia con crudeza el expresidente de la Corte Constitucional Carlos Gaviria, quien explica: “Uno sabe que aquí hay privilegios y que son tenidos en cuenta; que hay apellidos influyentes y que hay roles sociales que inmunizan frente a la actuación de la autoridad”. O como ironiza el periodista Daniel Samper Pizano, “porque aquí hay unos ‘más iguales’ que otros”.

Y el poder de esto se demuestra en que hasta la propia autoridad les teme a estas castas de supuestos privilegiados, y tiene una actitud muy cautelosa ante ellos.

Prueba de lo anterior es el regaño que recibieron los subalternos del mayor Gilberto Pulido, excomandante operativo de la policía de tránsito de Bogotá, cuando un grupo de sus hombres hizo bajar de un Uber al excapitán de la selección nacional de fútbol Mario Alberto Yepes. “Cómo hijueputas lo para un policía, lo baja del carro y le dice ‘no, es que esto es de Uber’, y lo ponen a esperar taxi (...) Pues sí, es un ciudadano común y corriente, pero es una estrella, que lo que diga él, nos botan. ¿Dónde está el comandante de ese policía?”, se le oye decir al oficial en un audio.

“La humanidad –agrega Ravagli– ha estado sujeta a representaciones de castas o linajes durante siglos, y la idea de la superioridad heredada tiene unos fundamentos culturales previos a la idea de ciudadanía y de igualdad ante la ley, que perviven en el subconsciente colectivo. Incluso los afectados o los no privilegiados también sustentan este sistema. No debería sorprendernos que estas conductas no se borren de un plumazo”.

Y esto es particularmente fuerte en sociedades como la colombiana, donde existen fronteras de segregación de clases muy potentes, apunta el abogado y politólogo Mauricio García Villegas, profesor de la Nacional: “Aquí las clases sociales nunca se encuentran, ni siquiera en el fútbol. Los ricos y los pobres solo se encuentran en situación de subordinación, cuando el rico tiene contratado al pobre para algún servicio, o algo así, pero en situación de ciudadanos nunca están juntos”.

En eso, la educación también juega un papel crucial: “A esta gente se le ha educado desde que nace en el hecho de que son personas importantes o poderosas, y que tienen que adoptar una posición de superioridad: ‘hacerse respetar’, ‘no dejarse’ ”, dice Camilo Herrera, consultor de la firma Raddar, encargada del Estudio Colombiano de Valores.

Es lo que Ravagli llama ‘la soberbia de la elite’, un sentido de honor que exige reaccionar ante cualquier agresión a ese estatus de superioridad, lo que genera mucha conflictividad.

Carlos Alberto Uribe, antropólogo de la Universidad de los Andes, lo califica de “intrusiones de nuestro pasado señorial y patriarcal en el presente”. Y dice: “Los criollos se autoproclamaban ‘blancos’, ‘españoles’ y, en consecuencia, ‘hidalgos’ (esto es, hijos de alguien importante), y creían que debían recibir respetos y reverencias especiales de mestizos, negros e indios, que componían el resto de la sociedad. Esos hidalgos son los remotos ancestros de nuestros ‘doctores’, generalmente hombres poseedores del conocimiento, en especial de la ley”.

García Villegas recuerda que “cuanto más arriba se estaba en la escala

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