El Pensamiento De Kant
Enviado por adriannayelpo • 8 de Junio de 2014 • 9.058 Palabras (37 Páginas) • 342 Visitas
IMMANUEL KANT: EL DEBER LIBERADOR1
“Las inclinaciones mismas, como fuentes de las necesidades, están tan lejos de tener un valor absoluto para desearlas, que más bien debe ser el deseo general de todo ser racional el librarse enteramente de ellas.” –Fundamentación de la metafísica de las costumbres
Immanuel Kant (1724-1804), cuyos escritos son lectura obligatoria para todo aquel que desee comprender el pensamiento de los siglos XIX y XX, vivió una vida excepcionalmente tranquila. Kant vivía rutinariamente, y, aunque tenía muchos amigos, nunca se casó y nunca se aventuró a salir más de 60 km de Königsberg, Prusia Oriental, la ciudad de su nacimiento y de su muerte. El escritor alemán Heine, ejerciendo sin duda alguna licencia poética, ha inmortalizado a Kant al presentarlo como un autómata: “Levantarse, tomar café, escribir, dar clases, cenar, caminar: todo tenía su tiempo prefijado. Y cuando Immanuel Kant, en su abrigo gris, bastón en mano, aparecía a la puerta de su casa, y caminaba hacia la pequeña avenida bordeada de tilos que aún se llama ‘La caminata del filósofo’, los vecinos sabían que eran exactamente las tres y media en su reloj”.
La familia Kant pertenecía a la clase media baja y era muy religiosa. En reconocimiento de la habilidad académica de su hijo y por las convicciones religiosas de la familia, el padre de Immanuel lo envió al colegio pietista local a prepararse para el ministerio. Immanuel continúo sus estudios en la Universidad de Königsberg, y se interesó mucho en las ciencias naturales y en la filosofía. Entre 1746 y 1755 fue maestro privado de varias familias de su ciudad. Luego fue nombrado instructor en su universidad y finalmente, en 1770, obtuvo la cátedra. Kant fue un maestro muy popular y exitoso. Tal vez pueda sorprender que alguien tan riguroso en su propia forma de pensar, diera el siguiente consejo pedagógico: “atiende a los estudiantes de mediana habilidad; a los tontos es imposible ayudarles, y los genios se ayudan a sí mismos”.
La vida interior de Kant era tan dramática como gris era su vida exterior: renunció al lado exterior y emocional de la religión; de un filósofo “literato” de estilo y pensamiento libre y fluido se convirtió en un filósofo crítico de estilo trabajado que presentaba pensamientos profundos, sin concesiones de ningún género; transformó una curiosidad científica espontánea en impulso por explorar los fundamentos de la ciencia; de ser un seguidor pasivo de escuelas filosóficas se transformó en el innovador de una importante escuela de pensamiento. Por otra parte, se interesó mucho en las revoluciones francesa y americana. La fachada conservadora de Kant ocultaba al verdadero Kant.
El escrito científico más importante de Kant es su Historia natural general y teoría de los cielos (1755), en la cual trata de explicar el origen del sistema solar reformulando la hipótesis nebular. Su trabajo filosófico revolucionario es la Crítica de la razón pura (1781), la cual se centra en la demostración de que es posible tener conocimiento cierto en las ciencias naturales y en las matemáticas. En su Crítica del Juicio (1790) analiza la estética y la biología. Kant se propone la tarea de encontrar los fundamentos de una auténtica moral en Fundamentación de la metafísica de las costumbres (1785) y en la Crítica de la razón práctica. En esta última investiga las implicaciones de la moral para la religión.
La dirección de los intereses filosóficos de Kant queda revelada en su famosa afirmación: “dos cosas llenan la mente con una admiración siempre nueva... los cielos estrellados encima de mí y la ley moral dentro de mí”. A él le interesa la naturaleza y la moral. En contra del escepticismo dieciochesco, que ponía en duda los fundamentos del conocimiento científico y de la moral, Kant propone un sistema comprehensivo del universo en el cual queda garantizada la certeza. Según Kant, el escepticismo resulta del error de buscar las bases para la certeza donde no pueden ser encontradas, esto es, en el contenido de la experiencia. El fundamento de la certeza, dice Kant, se encuentra en la forma de la experiencia. Siguiendo esta hipótesis, hace un examen intenso de la naturaleza del pensamiento para mostrar cómo podemos tener conocimiento cierto tanto de los hechos científicos como de los deberes morales.
Mediante un análisis del conocimiento, Kant demuestra que la necesidad y la universalidad del conocimiento científico se deben a las leyes a través de las cuales se hacen efectivas las categorías (conceptos) de la mente2. Las categorías son las formas de todo posible conocimiento y no están limitadas a un contenido específico. Por ejemplo, pertenece a la naturaleza de la mente pensar según el principio de que todo evento debe tener una causa. El concepto de causalidad que implica este principio es una de las categorías del entendimiento. Así, a pesar de nuestra ignorancia de la causa de una determinada enfermedad, estamos sin embargo seguros de que tiene una causa, y esta certeza es producto de la mente, no de la observación. Aunque es generalmente admitido que la naturaleza en sí misma proporciona el orden causal de nuestra experiencia, Kant le da la vuelta a esta posición, insistiendo en que es la mente la que ordena nuestra experiencia. De otra forma no podríamos estar ciertos, como lo estamos, de la conexión causal entre los eventos, ya que, mientras la experiencia nos muestra lo que sucede de hecho, no nos muestra lo que sucede necesariamente. Las categorías son a priori –esto es, no derivan de la experiencia; son aplicables universalmente a la experiencia, y son la precondición necesaria del conocimiento empírico. Más aún, aunque todo conocimiento necesariamente comienza con la experiencia, la estructura a priori del mismo no puede ser adquirida por inducción de la experiencia; sólo puede ser comprendida a través del examen de los presupuestos de nuestra experiencia ordenada de la naturaleza.
En su busca de los fundamentos de la validez de la ética, Kant emplea el mismo método por el que establece los fundamentos de la certeza de la ciencia. Un principio moral válido, dice Kant, debe ser independiente de los datos empíricos de moralidad si es que debe ser vinculante para todos los seres humanos. En suma, una genuina moralidad, esto es, una moralidad que es objetiva y universalmente vinculante, requiere una fundamentación a priori. Kant cree que la conciencia moral ordinaria revela a todos los hombres que los preceptos morales son universales y necesarios, esto es, válidos para todos los seres racionales.
La obligación universal, según Kant, no puede ser descubierta por medio del estudio de datos empíricos tales como los deseos o las inclinaciones
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