El alma se ha constituido en aquel elemento que, aun siendo externo a lo biológico, es quien más nos hace humano.

El alma se ha constituido en aquel elemento que, aun siendo externo a lo biológico, es quien más nos hace humano. Es cierto que es ilógico que un elemento extra natural nos instale en la naturaleza humana. Pero esto es porque el alma nos diferencia de los demás seres vivos, especialmente, de los animales.

Y esto tiene una explicación, según Aristóteles en las funciones del hombre. Primero, la función vegetativa que nos permite reproducirnos y nutrirnos, cualidad común con las plantas. En segundo lugar, la función sensitiva, por la que podemos experimentar el deseo, el dolor, el placer, también propio de los animales. Lo que nos deja una sola función que no compartimos con ningún ser vivo, la racional gracias a la cual, el hombre piensa.

La relación entre el médico y su paciente juega un papel muy importante en la práctica de la medicina y es esencial para la provisión de asistencia médica de alta calidad en cuanto al diagnóstico y tratamiento de la enfermedad. La relación entre el médico y su paciente es una de las bases de la ética médica contemporánea. La mayoría de las facultades de medicina enseñan a sus estudiantes desde un principio, aún antes de que comiencen a recibir instrucción práctica asistencial, a mantener una relación profesional con sus pacientes, observando su dignidad y respetando su privacidad.

Lo esencial para poder entablar una buena relación es la noción antropológica que tenga el médico, teniendo en cuenta que su paciente es persona, es decir, una unidad sustancial de cuerpo y alma.

El médico debe saber que no trabaja solo con cuerpos irracionales, porque terminaría siendo un especialista de animales. Debe ser consiente que trabaja con seres humanos formados por cuerpo y alma, y no puede pasar por alto la personalidad del paciente, el ambiente en el que vive y otras circunstancias. El médico no puede quedarse solo en la corporeidad de la persona.

Ya que por ejemplo, como se refería Lukac de Stier:”El hombre no es un espíritu puro, no es un ángel, ni es cuerpo bruto por lo que no es un bestia”.

Teniendo en cuenta esos conceptos, voy a reflexionar acerca del dolor y la enfermedad y donde el médico debe saber que la enfermedad no es algo que le ocurre simplemente al cuerpo. Por eso, debe brindar un cuidado adecuado a las necesidades de la totalidad del paciente.

El dolor conmueve a la persona en lo más íntimo de su ser, a tal punto que se ve afectada hasta su identidad porque, dependiendo de la enfermedad, el paciente cambia su visión de la realidad. El hombre, mediante su cuerpo, se encuentra consigo mismo y quiere sobrevivir, por lo que le encuentra un valor fundamental a su vida.

Por lo que el medico tiene un papel fundamental, en el acompañamiento de la persona sufriente. Si el profesional se da cuenta que es imposible curar al paciente, y vencido se lo comunica al enfermo, este se verá solo y abandonado en una circunstancia que no puede salir. Y esto ocurre específicamente en los enfermos terminales. En las que los médicos no deben abandonarlos porque no tienen cura.

Por el contrario, los deben acompañar desde otro lugar, y a eso se lo llamo cuidados paliativos. Los cuales, le ofrecen a la persona un control adecuado del dolor, asistencia psicológica y espiritual, como así también, apoyo a su familia. No se le debe privar al paciente la información diaria. Los cuidados paliativos brindan a la persona un buen morir acompañado por profesionales.

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