El jurado seducido
Enviado por XITLALI05 • 21 de Abril de 2015 • 453 Palabras (2 Páginas) • 240 Visitas
El jurado seducido
Escucharla en el antiguo Colegio de San Ildefonso, entonces lujosa sede de la Preparatoria Uno, es uno de los más grandes placeres que me ha deparado la vida.
Era una espléndida narradora que, al exponernos con profunda intensidad episodios dramáticos protagonizados por importantes figuras históricas —sobre todo si se trataba de mujeres de sino trágico—, nos remontaba a las épocas y a los lugares correspondientes y nos hacía estar allí como emocionados y atónitos testigos.
Los alumnos admirábamos a la maestra, pero no sabíamos nada de la historia que casi 40 años atrás le había tocado protagonizar.
María Teresa Landa fue la primera Señorita México al ganar en 1928 el concurso de belleza auspiciado por el diario Excélsior. Ese mismo año se casó con el general Moisés Vidal, de 35 años, 17 mayor que ella.
Vidal prohibió terminantemente a su mujer que hojeara el periódico: una señora decente no tenía por qué leer los crímenes y demás truculencias que llenan las páginas de los diarios. María Teresa no objetó la prohibición pero, mujer de la estirpe de Eva y de Pandora, tampoco la acató. El domingo 25 de agosto de 1929 vio las ocho columnas de la segunda sección del Excélsior: “Acusan de bigamia al esposo de Miss México, María Teresa Landa”. El día anterior, otra María Teresa, de apellido Herrejón, había acudido ante un juez a demostrar que ella era la auténtica esposa de Vidal, con quien había procreado dos hijas, y a acusar a su marido de adulterio y bigamia.
María Teresa Landa tomó la pistola que Vidal había dejado sobre la mesita de la sala y se apuntó a la sien. Asustado, su marido le imploró que dejara el arma. En ese momento le apuntó a él y disparó varias veces. Después intentó darse un tiro, pero las balas se habían agotado. Al ver al hombre que amaba sangrando profusamente, sollozó enloquecida “Perdóname, mi amor. No te mueras”. Vidal murió mientras se le trasladaba al hospital.
La beldad fue enjuiciada ante un jurado popular. Todo el país siguió los pormenores del proceso. El defensor se llevó cinco horas en su alegato final rememorando crímenes célebres y aterrizó sosteniendo que su defendida disparó ante el temor fundado de un mal inminente, sin precisar cuál era ese mal. La acusada dijo que los imperativos de su destino la habían llevado al arrebato de la locura en virtud del cual mató al hombre al que amaba con deliro. El público, embelesado, le prodigó de pie un aplauso atronador, interminable.
El jurado, seducido, absolvió a María Teresa Landa. La sentencia escandalizó a los juristas. Fue el fin del jurado popular en México. La exculpada se dedicó al estudio y al magisterio. Sobrevivió 63 años a su esposo
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