El modernismo hispanoamericano en José Martí.
Enviado por Littlepichi • 16 de Noviembre de 2016 • Ensayo • 1.942 Palabras (8 Páginas) • 439 Visitas
El modernismo hispanoamericano en José Martí
Daniela Penagos Yong
L.L.H. 7° semestre, grupo: A
Es sabido que durante las dos últimas décadas del siglo XIX se inicia una revolución literaria que abarcó todos los pueblos del habla española en territorio hispanoamericano, y que, posteriormente se extendió a España. La transición entre los siglos XIX y XX queda marcada en Hispanoamérica por dicho movimiento que surge del deseo de superación del realismo y el romanticismo. Aunque el modernismo rescata y revitaliza el espíritu de dichas escuelas, también proyecta una dimensión nueva con el más elevado refinamiento estético, pues se produce una renovación del lenguaje literario, con el objetivo de la belleza absoluta, y los temas recurrentes son; el cosmopolitismo, la consciencia nacional frente a España y Estados Unidos, la angustia existencial, la evasión de una realidad materialista rechazada hacia el exotismo y la sensualidad.
Esto explica por qué la transición del romanticismo al realismo se contradice, como si las vanguardias se complementaran; el romanticismo, por ejemplo, le dio paso al realismo para extinguir la idealización romántica en el retrato del contorno social e histórico para reclamar la atención de los lectores hacia una experiencia concreta de la vida, y no de las fantasías desorbitadas del yo, esa transición que lleva de una vanguardia a otra se basa en el cambio de la representación literaria de la realidad circundante, es decir, se escribía tal y como eran las cosas, estéticamente el realismo propuso que hubiera una correspondencia entre el mundo literario y real.
Otro movimiento que reaccionó al anterior fue el parnasianismo, heredero directo del neoclasicismo francés. A mediados del siglo XIX, surge con fuerza el movimiento de poetas parisinos que retomaban la temática griega y latina de los neoclásicos, para construir una escuela literaria que iba más allá de la imitación. Del mismo modo, poco después surge el simbolismo, dándole al yo poético una presentación agitada y satánica del personaje que lanzaba díctanos contra la humanidad, frente a la serenidad parnasiana se representa la rabia maldiciente, frente a la belleza armónica, la fealdad de la putrefacción, y frente al verso perfectamente medido, el verso libre. Cabe destacar que para Europa, la modernización inicia con la ilustración en el siglo XVIII.
A finales del siglo (1886) surge un grupo de nuevos poetas que retrataban la moral burguesa en ruinas y se hacen llamar los decadentistas —porque las imágenes mostraban la decadencia de esa sociedad—, dichos poetas consideraban que la realidad debía representarse por medio de símbolos y no de forma llana y directa (realismo). Los simbolistas hicieron de sus credos estéticos un programa de vida y escándalo, las drogas y los crímenes los rodeaban, Rimbaud y Verlaine fueron el ejemplo claro de la vida de excesos de los “poetas malditos”, nombre que adoptaron después de la publicación de Verlaine para una revista en Paris en donde publicaba biografías sobre varios poetas amigos, entre ellos se encontraban los ya mencionados Rimbaud y Verlaine, y algunos otros como Mallarmé, Laforgue, Corbiere, Moréas, étc.
Pero, ¿en qué consiste el modernismo? en la necesidad de llevar un cambio en las letras, de romper con todo lo que representaban los movimientos anteriores, y para Hispanoamérica, está considerado como un movimiento de evasión y desinterés del entorno social. Se dice que el modernismo inicia con Rubén Darío y la fecha de la publicación de su libro Azul (1888), y muere en 1916 junto con Darío, sin embargo, en el capítulo de Françoise Perus “Modernismo y sociedad: discusión de algunas hipótesis de interpretación”, a lo largo del texto, el autor considera que el modernismo latinoamericano no sólo impone un nuevo léxico o una nueva sintaxis, es decir, una transformación estilística, sino una revolución en el lenguaje que también tuviera una significación social y que ésta históricamente se va encontrar determinada por el espíritu de la época.
Continuando con esta idea, el modernismo que estudiaré es el de José Martí, quien a diferencia de Darío, y otros poetas, no solo se preocupó por “la renovación rítmica, colecciones de objetos preciosos, japonesismos, chinerías, cromatismos y matizaciones impresionistas. Estos hispanoamericanos coincidían en clavarle los ojos a Europa” (p.398) puesto que Martí no era solo un artista preocupado por el desarrollo social frente a la industrialización de poderes económicos, sino también, una voz visionaria para el futuro. Pero, antes de exponer el aporte que realizó el intelectual cubano a la literatura hispanoamericana del siglo XIX, como precursor de un movimiento modernista, será necesario conocer al autor, quién en palabras de Schulman:
“su obra coexiste la liberación ideológica y estilística, la imaginería onírica, la disgregación epistemológica, las rupturas lingüísticas, una soledad y angustia desgarradoras, el ritmo y la versificación renovadores, la fe en la humanidad, el idealismo aunado al materialismo y una insistencia de la literatura hispánica”,(Schulman, 1989)
Por ello, Martí relaciono la búsqueda identidad cultural hispanoamericana, en un mundo moderno con la creación literaria, buscando y estudiando el pasado para valorizar el presente, reivindicando la época precolombina y considerando la condición de mestizo la base de esa identidad cultural; “Hay que leer para aplicar, pero no para copiar” dijo Martí en el ensayo Nuestra América. En la siguiente cita se puede apreciar lo que piensa sobre la cultura de un pueblo dormido, en este caso, América Latina:
“Cree el aldeano vanidoso que el mundo entero es su aldea, y con tal que él quede de alcalde, o le mortifique al rival que le quitó la novia, o le crezcan en la alcancía los ahorros, ya da por bueno el orden universal, sin saber de los gigantes que llevan siete leguas en las botas y le pueden poner la bota encima, ni de la pelea de los cometas en el cielo, que van por el aire dormido engullendo mundos. Lo que quede de aldea en América ha de despertar. Estos tiempos no son para acostarse con el pañuelo a la cabeza, sino con las armas de almohada, como los varones de Juan de Castellanos: las armas del juicio, que vencen a las otras. Trincheras de ideas valen más que trincheras de piedra”. (Martí, 1891)
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