El pensamiento dicotómico

Un tipo de sesgo cognitivo sería el pensamiento dicotómico, que consiste en clasificar las cosas en términos extremos y opuestos (“todo” o “nada”, “bien” o “mal”, “siempre” o “nunca”, “verdad” o “mentira”,…). Ejemplos: “Nada me sale bien”, “Nunca me escuchas”, “Si lo hago mal, habré fracasado”. El mundo no es sólo de color negro o blanco, sino que hay una gran gama de tonos grises, y hay que saber apreciarlos.

la sobreneralización, es decir, sacar una conclusión general a partir de un incidente aislado sobre uno mismo, los demás o el mundo (“todos”, “nadie”, “siempre”, “nunca”, “ninguno”,…). Ejemplos: “María me ha rechazado. Nadie me quiere”, “He suspendido el examen de ayer; seguro que no voy a aprobar ninguno“, “Todos están en contra mía”. Ya se sabe que muchas veces exageramos los hechos, sobre todo cuando estamos disgustados o angustados, y, sobre todo, que existen las excepciones.

abstracción selectiva o filtro mental, mediante el cual un detalle negativo nubla todo lo demás (“no puedo”, “no soporto que”, “terrible”, “horrible”,…). Ejemplos: “Este finde va a llover. Eshorrible. Ya se nos ha estropeado el viaje”, “Ya lo intenté una vez y fracasé. No puedo hacerlo”. Los optimistas dicen que hay que ver la parte buena de las cosas. Hay que reconocer que al menos parte de razón tienen.

descalificación de lo positivo. Lo positivo y lo neutro lo vemos como negativo, y lo negativo, como más negativo aún. Ejemplos: “Me dices que soy inteligente sólo por quedar bien”, “Este premio de literatura que me acaban de dar lo podría haber ganado cualquiera”. Es necesario ser humildes y reconocer nuestros propios fallos y debilidades, pero también tenemos que aceptar nuestros méritos y virtudes. Igualmente, ninguna situación es totalmente buena o totalmente mala.

la inferencia arbitraria, pero en el siguiente artículo te hablaré sobre algunas distorsiones cognitivas más. Ésta hace referencia a cuando llegamos a ciertas conclusiones sin base alguna, o incluso con evidencias contrarias. Se pueden diferenciar dos tipos: la lectura de pensamiento (dar por supuesto lo que otra persona piensa) y el error del adivino (afirmar algo que todavía no ha ocurrido). Ejemplos: “Seguro que me ha invitado a su fiesta porque se lo pidió su hermano”, “Ésta se piensa que soy tonta”, “Paso de ir. Seguro que va a ser un aburrimiento total”. Tenemos que tener presente que porque creamos que alguien piense algo, no tiene por qué estar haciéndolo, y que por más seguros que estemos de que algo va a ocurrir, muchas veces el futuro nos sorprende.

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