Ensayo Sobre Desobediencia Civil
Enviado por santyjaimes • 9 de Agosto de 2014 • 1.791 Palabras (8 Páginas) • 618 Visitas
DE COMO EL EJEMPLO VALE MÁS QUE LO ESCRITO. UN ANÁLISIS DEL DEBER DE LA DESOBEDIENCIA CIVIL
Henry David Thoureau nos ha dado una lección. Este hombre nacido en Concord, Massachusetts, dedicado a la escritura, a la poesía, a la filosofía, entre otras, con una simple acción, luego transformada en un escrito, nos dio una lección que hasta el día de hoy se ha tomado, y ha influido a grandes personalidades para seguir su obra.
Y lo importante fue eso, que primero practico y luego predicó. En 1846, cuando en Estados Unidos se vivía un época previa a la guerra civil, un régimen esclavista que empezaba a generar contradictores y muchas situaciones que merecían ser debatidas, un hombre como Thoureau, con su simple ejemplo, impacto positivamente en esta situación, y empezó un movimiento de cambio en su país, a pesar de todo lo que vino en los años posteriores.
¿Y qué hizo? No pagó sus impuestos. Sencillo. Una acción vale más que mil palabras. ¿Por qué no pagó? No era una persona de bajos recursos, y aun así se negó a pagar los impuestos de la época. No los canceló porque simple, y sencillamente, estaba en contra de todo lo que estaba viviendo su país: La esclavitud y la guerra contra México que evidenciaba desde ese entonces las políticas expansionistas que ha tenido Estados Unidos.
Luego de su tiempo en la cárcel, Thoureau tuvo tiempo de reflexionar. Y esa reflexión se ve planteada en su ensayo “El deber de la desobediencia civil”, publicado en 1948, dos años después de su salida de la cárcel. Y es que este ensayo genera una serie de consideraciones al lector que, de haber sido más prolíferas, hubiese provocado la inexistencia de los gobiernos, como lo menciona Henry Miller, en el prólogo de “Life without Principle”, una impresión de tres ensayos de Thoureau realizada por James Laud Delkin.
Desde el inicio este ensayo plantea esta posibilidad y deja muy en claro su posición. ‘De todo corazón acepto el lema de que “el mejor gobierno es el que gobierna lo menos posible”, y me gustaría ver que esto se lograra pronto y sistemáticamente. En la práctica significa esto, en lo que también estoy de acuerdo: “El mejor gobierno es el que no gobierna en absoluto”, y cuando los hombres estén preparados para él, ese y no otro será el que se darán’. ¿Algo anarquista? Un poco, puede ser, pero no descabellado. Y es que el Gobierno no es aquél que debe gobernar en una democracia. Desde la acepción griega más antigua, el ser de la democracia era el pueblo. Es el gobierno del pueblo, por lo tanto debe ser EL PUEBLO, aquel que gobierne. Un gobierno, un gabinete, solo debe servir de medio para que aquel que debe gobernar de verdad, no los que son elegidos para representar a los primeros.
Luego de esta idea, suelta otra algo más interesante y real. ‘Este gobierno americano ¿qué es sino una tradición, aunque reciente, que trata de transmitirse inalterada a la posteridad, pese a ir perdiendo a cada instante retazos de su decencia?’ .
Hace más de cien años el padre de la desobediencia civil soltó esta idea criticada en su momento, pero no muy alejada de la realidad de su contexto e incluso del nuestro. La tradición de los gobiernos lastimosamente no se trata de trasmitir ideas de un gobierno a otro para perpetuar buenas prácticas que aseguren una continuidad en los proyectos que garantice un sustentabilidad del país.
La tradición a la que se refiere Thoureau, es aquella que daña a cualquier estado, aquella que se enmarca en la perpetuación del poder de las clases gobernantes y de las políticas conservadoras de un orden prestablecido que estas clases consideran que debe perpetuarse para sostenerse en el poder.
Estas clases gobernantes solamente usan al pueblo en los momentos de elecciones en donde sí se acuerdan de ellos y piensan que en soluciones basadas en promesas superficiales mantendrán contentos a aquel que debe gobernar y que por ignorancia o por simple desdén se deja gobernar.
Lastimosamente estas clases gobernantes como lo fue el gobierno americano de Thoureau y como lo son muchos de los gobiernos de la actualidad pierden la decencia y usan todo tipo de artimañas inescrupulosas para seguir ostentando este poder oligarca que se convierte en lo único que merece su importancia, olvidando lo que verdaderamente motivo a los padres de la patria a libertar y dirigir cada una de las naciones de esta gran tierra de América.
Desde Estados Unidos con las ideas iniciales de George Washington y Abraham Lincoln, pasando por la Gran Colombia de Simón Bolívar y Francisco de Paula Santander, hasta Argentina como José de San Martin y Manuel Belgrano; fueron Libertadas bajo doctrinas de un estado de derecho donde los hombres no se debían someter a un poder autoritario, donde las ideas liberales traídas de la Revolución Francesa eran las indicadas, hecho que se tergiversó en miles de deformaciones que tornaron el hecho de gobernar un negocio lucrativo, una lucha que solo buscaba su beneficio personal y alimentar sus propios egos sin importarle las necesidades del pueblo.
Allí, en ese momento, donde parece que todo lo que un día se pensó estaba perdido, entra el concepto de una desobediencia civil. Este concepto no nació con Thoureau, pero si se desarrolló con él, iniciando una nueva revolución.
La desobediencia civil es esencialmente pública y pacífica, atiende los principios liberales, se habla del deber de la desobediencia civil como
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