Ensayo sobre eros y civilizacion marcuse
Enviado por maurysuko • 21 de Junio de 2016 • Ensayo • 653 Palabras (3 Páginas) • 1.148 Visitas
Excerpta Herber Marcuse (1983): Eros y Civilización (Editorial SARPE S.A.); Dialéctica de la Civilización. Págs. 83-104
Por: Mauricio Solah; Cuarto Semestre (Carrera de Política)
Palabras claves: eros, civilización, progreso, represión
¿ES POSIBLE CONSTRUIR UNA CIVILIZACIÓN NO REPRESORA?
Se analizan las tesis de Freud respecto de la cultura, se trabaja la idea de una civilización no represora.
Marcuse parte del análisis freudiano respecto del cual: “el precio del progreso en la civilización se paga perdiendo la felicidad mediante la elevación del sentido de culpa” (Marcuse, 1983, pág. 83), visto así, decimos que Freud es pesimista ya que plantea repetidas veces que la cultura es igual a represión o “sentido de culpa” por la relación de Edipo que existe con el padre (Marcuse, 1983, pág. 84). Marcuse retoma la idea del Eros en Freud, como aquella pulsión de vida, el Eros fortalecido es capaz de frenar los instintos destructivos de la civilización destructora de los propios instintos (Marcuse, 1983, pág. 85). Pero si la civilización es destrucción de los instintos, lo es en la medida del trabajo enajenado ya que en Freud existe una “conexión entre el descenso de la pasión sexual y el trabajo civilizado” (Marcuse, 1983, pág. 86).
La dialéctica entre Eros y los impulsos de muerte conlleva a una dialéctica dentro de la civilización, ya que la cultura sublima al Eros, pero al hacerlo la cultura se sublima a sí misma haciendo aparecer los instintos destructivos en el ser. Sin embargo, Marcuse refuta el planteamiento de Freud por el cual la cultura como trabajo es destrucción ya que: “no todo el trabajo envuelve la desexualización, y no todo el trabajo el desagradable, es renunciación” (Marcuse, 1983, pág. 88). Marcuse continúa diciéndonos que el trabajo en la civilización (al ser un producto social con un fin social) se dispone a servir al Eros como tal. La principal crítica de Marcuse al psicoanálisis y a los neofreudianos es el descuido por el tema del trabajo, quien a pesar de ser desagradable, enajenante y represor, es aun así parte esencial de la dimensión social del ser humano, y parte constitutiva de su subjetividad.
Marcuse recurre a uno de los planteamientos de Freud, por el cual este último nos decía que: “el creciente bienestar cultural y el conocimiento creciente proveen la material para la destrucción progresiva y la necesidad de una represión instintiva creciente” (Marcuse, 1983, pág. 91), para de ese modo declarar que sería necesario medir el grado de insatisfacción o sufrimiento cultural sobre la base material y objetiva en la que la civilización descansa. Esto es importante en Marcuse, ya que el para el pensador de la teoría crítica el desarrollo de la civilización y el progreso tecnológico podrían proveer del bienestar y la felicidad al ser humano al liberarlo del trabajo duro y otorgarle más tiempo libre (Marcuse, 1983, pág. 95). Es lo que se plantea como el cambio cualitativo del trabajo en la civilización, la idea de que la técnica y la racionalización del proceso productivo hacen posible una menor represión de las energías del individuo. La posibilidad de relajar la dominación y la represión se da gracias a que el padre ya no es más el objeto de agresión de Edipo (Marcuse, 1983, pág. 98), ahora los hijos están adelantados.
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