Enseñar La Identidad Terrenal

CAPITULO IV: ENSEÑAR LA IDENTIDAD TERRENAL

Conocer nuestro Mundo, es el modo de pensamiento, que ha atrofiado en nosotros, en vez de desarrollarla, la aptitud de contextualizar y globalizar, mientras que la exigencia de la era planetaria es pensar la globalidad, la relación todo-partes, su multi-dimensionalidad, su complejidad. El mundo se vuelve cada vez más un todo. Cada parte del mundo hace cada vez más partes del mundo, y el mundo como un todo está cada vez más presente en cada una de sus partes.

A su vez esto conlleva consecuencias negativas: La primera es la posibilidad de la muerte global de toda la humanidad a causa del arma nuclear. La segunda es la posibilidad de la muerte ecológica. Desde los años 70, hemos descubierto que los desechos, emanaciones, exhalaciones de nuestro desarrollo técnico-industrial-urbano degradan nuestra biosfera la tercera posibilidad es ambivalente y se le conoce como tecno-ciencia esta permite a todos los puntos del Globo estar en comunicación inmediata, proporcionan los medios para alimentar todo el planeta y asegurar a todos sus habitantes un mínimo de bienestar, pero en cambio han creado las peores condiciones de muerte y de destrucción.

Para lograr erradicar estos problemas es necesario lo que en la lectura se le llama identidad y conciencia terrenal, tal unión necesita de una conciencia y de un sentido de pertenencia mutuo que nos ligue a nuestra Tierra considerada como primera y última Patria. Y lo divide en tres tipos de conciencia: la antropológica a que reconoce nuestra unidad en nuestra diversidad. La conciencia ecológica, es decir la conciencia de habitar con todos los seres mortales una misma esfera viviente. La conciencia cívica terrenal de la responsabilidad y de la solidaridad para los hijos de la Tierra. La conciencia espiritual de la humana condición y que nos permite a la vez criticarnos mutuamente, autocriticarnos y comprendemos entre sí.

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