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Errores y favores


Enviado por   •  6 de Noviembre de 2015  •  Reseña  •  449 Palabras (2 Páginas)  •  132 Visitas

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Errores Y Favores.

Un vestido de novia, con botones de perla y velo de delicado encaje, era la viva representación de la fantasía favorita de Amelia. Sólo que aquello era real, y se estaba convirtiendo en la señora de Adrian Carrillo.

Mientras el reverendo los declaraba marido y mujer, Amelia miró a su primer y único esposo a los ojos, creyendo que era bella porque amaba y era amada.

1.

Se despertó con dolor de cabeza por el horrible sonido de la alarma de su esposo. 5:30 de la mañana, hora en la que ella aún estaría dormida, hasta las seis que era el momento en el que debía prepararse para la nueva jornada de trabajo.

Volteó, quedó mirando cómo el hombre que ella amaba se ponía sus aburridas pantuflas, y se restregaba la mano por todo su rostro. Él notó que estaba despierta, y la saludó como si fuese su peor enemiga. Amelia frunció el ceño, intentando averiguar si se trataba de una de las bromas de Adrian. Pero no parecía ser así. Se levantó de la cama y se dirigió al baño, Amelia se sentó en la cama, tratando de acomodar su rizado cabello pero era imposible. Se hizo su típica coleta alta, sonrió satisfecha al notar lo bien que había quedado.

-Dios mío – Murmuró al notar la diferencia de su mitad de habitación y la otra mitad que pertenecía a Adrian.

La parte de Amelia era ordenada: la ropa en el clóset, el maquillaje que no siempre usaba en un cajón, sus cosas personales en otro, y así.

La parte de Adrian era todo lo contrario: La ropa que usaba días anteriores la dejaba en el piso en forma de bola, sus zapatos estaban regados al rededor de la cama que compartían.

-No me sorprendería encontrar documentos de la empresa en el baño – Adrian, esposo de Amelia, era dueño de las Empresas Carillo. Empresas encargadas de producir los medicamentos que se usaban tanto en el país como fuera del país.

Adrian era extremadamente conocido por ser dueño y millonario. Amelia era conocida por estar casada con él.

Adrian salió del baño con una toalla envuelta en la cintura y con gotas en las puntas de su cabello. Se acercó a Amelia, y ella por primera vez en mucho tiempo, sintió que podría ser útil.

-Amelia, cariño – La llamó - ¿No sabes dónde dejé mi ropa interior?

Una sensación de desagrado y furia la invadió por completo, intentando no sonar grosera, dijo:- Yo siempre los ordeno en tu clóset, ¿no deberían estar allí?

Adrian tensó la mandíbula por el comportamiento de su esposa. Se dirigió a los cajones de su clóset y allí estaban... algunos.

Amelia se adentró en el baño, para darse una ducha rápida antes del trabajo.

...

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