¿Es Dios la fuente de perdón, fe y esperanza en medio de la guerra?.

¿Es Dios la fuente de perdón, fe y esperanza en medio de la guerra?

Escrito por: Kelly Capera Mendoza                                                            Cód.: 425469

Ética General Grupo 213

Es difícil hablar de Dios en medio del sufrimiento que se vive en una guerra o más exactamente en un genocidio como el ocurrido en Ruanda en el año 1994, pero para ser exactos hay que remitirse a la heroína histórica sobreviviente  de este conflicto que empezó entre tutsis y hutus dos tribus del sur de áfrica.  Immaculee  Ilibagiza, una joven ruandesa con valores fomentados en la familia, universitaria, y creyente en Dios como una deidad de infinito amor y misericordia, paso tres meses consecutivos, encerrada en un baño, sin hacer ningún ruido, ni hablar con las otras 7 mujeres que la acompañaban, compartiendo solo un plato de comida en el día y enfrentándose a sus peores miedos y negativos sentimientos, sintiendo a Dios y al diablo como si estos la estuvieran retando a mantenerse del lado del bien y del mal respectivamente y todo por la impotencia de saber que afuera habían asesinos que acabaron con cientos de familias incluyendo la de ella, paso los días escuchando gritos agonizantes, llantos de un bebe que murió al amanecer, voces de los militantes  de las ejecuciones, cantos de matanza y viviendo con el miedo de que ella fuera encontrada y asesinada.

Es así como comenzó un gran encuentro con Dios, ese mismo que le costó conocer en la gracia de su sufrimiento, mientras lo invocaba en cada oración y le pedía firmemente perdonar a quienes habían causado ofensas y daño a su persona y a los demás. Por ello oraba con fervor  “Perdona nuestras ofensas así como nosotros perdonamos a los que nos ofenden”.  Grata oración conocida como el padrenuestro, esta frase exacta conlleva a todo un camino de perdón  de  sanar interiormente, soltar el vínculo de lo que hace daño, entrar en la gracia de vivir  con la tranquilidad que esta misma brinda, pero seguro no se obtiene de forma fácil, implica fuerza de voluntad pero más que ello la compañía indudable de Dios y su infinito amor, comprenderlo desde este punto de vista deja entrever que existe un ser supremo que por diferentes motivos impulsa a realizar el bien y mantener la fuerza ante las circunstancias, pero hay algo más allá que conlleva a conducir con serenidad los tiempos difíciles y es la fe dos palabras que aunque pequeñas tienen la magnitud del firmamento, ese que se ve cerca de colores vivos que nos da paz, aunque no sea tangible se siente y aun siendo propia de la religión se cataloga como verdadera, y comprobada. Pero como se llega a tan confiada apreciación, es sencillo la joven tuvo la gran certeza de lo que espero,  poder salir de aquel baño con vida, poniendo a Dios a prueba “si existes Dios, haz que los asesinos no encuentren, ni vean la puerta del baño”  y así fue, vio con certidumbre aquello que pocos logran ver, una cruz en protección en la pared de aquel baño, sus oraciones, el santo rosario, la fuerza con la que se había mantenido lograron remover el odio y habían dado un fruto certero, Dios la protegía y aunque parecía haber permitido todo lo desatado, hay que aclarar que lo malo no proviene ni está en él y que lo que se hace con tal intención viene de una fuerza más aterradora que mantiene su casa en lo infernal, desata el sufrimiento y la desdicha, pero aquí no hablaremos de tal cosa.

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