Etica De Las Profesiones
Enviado por blavibues • 27 de Mayo de 2014 • 1.161 Palabras (5 Páginas) • 241 Visitas
Ética de las profesiones
Adela Cortina. EL PAÍS | Opinión - 20-02-1998
Transformar la vida pública desde la opción política fue la gran aspiración de aquella tan discutida
Generación del 68, que de algún modo cumple ya tres décadas, al menos en lo que a los sucesos de
París se refiere. Bregar por el cambio social hacia algo mejor implicaba para el espíritu de aquella
generación ingresar en un partido político, luchar por conquistar el poder y transformar desde él la
cosa pública. Tras las huellas de Hegel, parecía admitirse que es lo mismo lo público y lo político, que
hay una identificación entre ellos. Hoy las cosas han cambiado sustancialmente. Y no sólo porque nos
hemos percatado de que, aunque el poder político siga cobrando su legitimidad de perseguir el bien
público, quienes ingresan en la vida política buscan ante todo su bien privado, sino sobre todo porque
hemos caído en la cuenta de que lo público no es sólo cosa de los políticos. La identificación hegeliana
entre lo público y lo político es hoy desafortunada.
El ámbito de lo público, por contra, es el lugar natural también de al menos cuatro tipos de
instituciones, pertenecientes a la sociedad civil: las entidades económicas, la opinión pública, las
asociaciones cívicas y las actividades profesionales. Cambiar la sociedad hacia algo mejor exige
entonces laborar desde cada uno de estos ámbitos, y no optar sólo por uno de ellos, porque no hay una
sola dimensión de la realidad social que sea determinante de las restantes, sino que la realidad es, y
por muchos años, poliárquica.
En este marco de amplia comprensión de lo público se inscribe hoy, entre otras cosas, la revitalización
de una ética de las profesiones, empeñada en nuestros días en la tarea de hacer excelente la vida
cotidiana. Porque, si es cierto -como dice Charles Taylor- que uno de los rasgos de la Modernidad
consiste en su afán por revalorizar la vida corriente frente a las vidas heroicas, arriesgadas y nobles,
tan admiradas en las Edades Antigua y Media, no lo es menos que hacer excelente esa vida cotidiana
constituye una auténtica revolución social. Y justamente "buscar la excelencia" en la vida corriente es
lo que pretende la ética de las profesiones, como vacuna que las inmunice frente a esos males cuasi
endémicos, que matan la vida: frente a la burocratización de la vida profesional, frente al
corporativismo y la endogamia. Pero vayamos por pasos.
Conviene recordar, en principio, que una profesión es un tipo de actividad social, a la que se han
atribuido desde Max Weber un buen número de características, de las que aquí destacaremos
únicamente las siguientes:
1. Se trata de una actividad que presta un servicio específico a la sociedad de una forma
institucionalizada. El servicio ha de ser indispensable para la producción y reproducción de la vida
humana digna, como se echa de ver en el hecho de que personal sanitario y docentes, juristas,
ingenieros, arquitectos, empresarios o economistas y un largo etcétera sean imprescindibles, no sólo
para mantener la vida humana, sino para promover una vida de calidad.
2. La profesión se considera como una suerte de vocación, lo cual no significa que alguien se sienta
llamado a ellas desde la infancia, sino que cada profesión exige contar con unas aptitudes
determinadas para su ejercicio y con un peculiar interés por la meta que esa actividad concreta
persigue. Sin sensibilidad hacia el sufrimiento de la persona enferma, sin preocupación por transmitir
el saber y formar en la autonomía, sin afán por la justicia, mal se puede ser un buen médico,
enfermera, docente, jurista. Y así podríamos seguir con las, restantes profesiones.
3. El profesional, al ingresar en su profesión se compromete a perseguir las metas de esa actividad
social, sean cuales fueren sus móviles privados para incorporarse a ella.
Y, en este sentido, creo que
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