Evangelion

Quería escribir un ensayo sobre lo que significó la serie “Neon Genesis Evangelion” en el

arte pero un gran porcentaje de mí no quiere que hable sobre eso, sino que de una sombra.

Pienso que ese lado mío que pedía lo primero está desesperado por redescubrir la

franquicia en forma de la destrucción personal no teniendo en cuenta que es mía y no de

otro, que alguien en este caso yo, hable sobre un pasado en el que estuve insignificado

hasta que un día llegó, me identifique y escape de mi. Entonces surgió la duda ¿Qué

quiero? ¿Hablar sobre los simbolismos? ¿La dirección? ¿Del dolor del autor y la inspiración

que tuvo para hacer la serie? ¿De la crisis financiera del estudio? O hacerle un homenaje a

la ostensible premisa depresiva que hay detrás de todo, no creo que alguien quiera comerse

todo esto existiendo miles de videos de youtube explicando cada detalle. Yo pienso que el

lector desea ver otra clase de cosa, una más genuina, porque eso es lo que considero que

puede ser un buen ensayo de Evangelion a estas alturas en 2022. Una confesión

profundamente personal que más que alimentar tu espíritu poético le da de comer a tu

morbo, es gozar de una posición de privilegio en la que tú, querido lector está suficiente

cerca para disfrutar mi consumición y lo temerosamente lejos para no ser afectado, ser

testigo de mi Shinji Ikari (protagonista de eva).

Tuve miedo, me di aplastado por conflictos que me eran imposible de aguantar pero poco a

poco fui superando transformando en alguien perspicaz y independiente, alimentando cada

vez la falsa figura de hombre y al mounstro de la utilidad, una figura que a diferencia de la

primera si es real viniendo acompañada de la palabra herramienta, me hago la victima

diciendo ohh pobre de mí, fui una simple herramienta tomada por mi amor solitario

unilateral, bueno… más o menos porque yo también fui malo sino no estaría escribiendo

esto. En los momentos en los que perdí amores creí que estaba triste por extraviar el

romance como tal, sin embargo después de llorar desentendimientos me di cuenta que en

gran parte sufrí porque vi vulnerado mi sentido de pertenencia, tremendo estupido resulte

ser aunque algo que no me atrevería a llamar karma no tardó mucho en castigarme en

forma de nuevos amores, bajones de media noche duros y contextos todavía más duros,

segui perdiendo y perdiendo y perdiendo, gente que quería se alejaron y otras murieron,

hasta llegué a pensar que la muerte era mal nombrada en esos momentos en los que se

quiere llegar a la cresta del dolor a través de palabras “Le tengo miedo a la muerte” “siento

miedo de morir” y… El rechazo amoroso me pareció más oscuro y concluyente que la

muerte, porque aunque sepa que voy a morir puedo tener esperanzas de una vida de

ultratumba, algún tipo de perduración a través de un hijo o algo tan minúsculo como lo

podría ser este ensayo, incluso capaz existía un país. En cambio cuando perdí esos amores

no tuve ni una huella de esperanza hasta llegué a pensar en la existencia del paraíso como

algo trágico, más como una persistencia de mi desdicha ya que estando ahí eternamente

tarde o temprano me encontraría con esos amores besando a otros tipos.

El arte fue mi confidente, mi apoyo, el barman que de una manera extraña me dejaba

embriagar

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