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FORMAS FUNDAMENTALES DE LA LUCHA DE CLASE DEL PROLETARIADO.


Enviado por   •  16 de Octubre de 2012  •  4.489 Palabras (18 Páginas)  •  740 Visitas

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La lucha de clase del proletariado adquiere formas distintas, según se desarrolle en el terreno económico, en el político o en el ideológico. Lucha económica. Se llama lucha económica la que los obreros mantienen para mejorar las condiciones de su vida y trabajo: por un mayor salario, por reducir la jornada, etc. El método más generalizad

o de lucha económica es la presentación de sus reivindicaciones por los obreros, que se declaran en huelga en el caso de no verlas satisfechas. Los sindicatos, las cajas de ayuda mutua y otras organizaciones son instrumentos de que la clase obrera se vale para proteger sus intereses económicos. Cualquier obrero, por escasa que sea su conciencia de clase, comprende la necesidad de defender sus intereses económicos inmediatos. Por eso es la lucha económica el primer escalón del movimiento obrero, sin que ello signifique que tal lucha pertenezca al pasado de la lucha de clase del proletariado. La defensa de las reivindicaciones económicas conserva todo su valor en nuestros días, incluso en aquellos países donde existe un movimiento obrero fuerte y organizado. Primeramente, la lucha económica permite mejorar un tanto la situación de la clase obrera aun dentro del capitalismo. Así lo demuestra la experiencia de muchos países, en que los obreros obligaron a la burguesía a hacerles importantes concesiones. Por esta razón, los comunistas -que son los luchadores más consecuentes cuando se trata de defender los intereses de la clase obrera y de todos los trabajadores- no pierden en ningún momento de vista la organización de la lucha económica del proletariado. En segundo lugar, la lucha por las reivindicaciones económicas, siendo como es la que antes y mejor comprenden las masas, incorpora al movimiento las más amplias capas de obreros, a los que sirve de necesaria escuela para la lucha contra el capitalismo y para la educación de su conciencia de clase. Quiere decirse que de ella depende en gran parte el éxito de las formas más elevadas del movimiento obrero.

Ahora bien, la lucha económica presenta una limitación: no afecta a las bases del régimen capitalista, por lo que no puede dar satisfacción al interés económico fundamental de los obreros, que es el verse libres de la explotación. Además, los éxitos de la lucha económica son muy frágiles si no vienen respaldados por las conquistas políticas. La burguesía aprovecha la menor oportunidad para retirar sus concesiones y pasar a la ofensiva contra los intereses económicos de la clase obrera. Por eso el marxismo-leninismo considera que el movimiento obrero no puede alcanzar victorias importantes si la lucha se circunscribe a la defensa de los intereses económicos inmediatos.

La verdadera lucha de clase del proletariado empieza en el momento en que rebasa el estrecho marco de la defensa de los intereses inmediatos de los obreros y se convierte en lucha política. Para esto es necesario, lo primero de todo, que los mejores hombres de la clase obrera de todo el país comiencen la lucha "contra toda la clase capitalista y contra el gobierno que defiende esa clase" (Lenin). Lucha ideológica. La lucha de la clase obrera, como la de cualquiera otra, viene impuesta por su propio interés. Este interés es producto de las relaciones económicas de la sociedad capitalista, que condenan a la clase obrera a la explotación, la opresión y las malas condiciones de vida. El interés de clase no es algo que haya inventado un teórico o partido, sino que existe objetivamente.

Pero esto no significa que la clase obrera adquiera automáticamente, de la noche a la mañana, conciencia de sus intereses. Cierto que las condiciones de vida del proletariado empujan a cada obrero hacia determinada manera de pensar, al tropezar continuamente con injusticias y con muestras de la desigualdad económica y social en que se encuentra. Esto origina entre los obreros un sentimiento de descontento, de irritación y de protesta. Mas no hay que identificar ese sentimiento con la conciencia del interés de clase. Según la define Lenin, la conciencia de clase "es la comprensión por los obreros de que el único medio que tienen para mejorar su situación y emanciparse es la lucha con la clase de los capitalistas y fabricantes... La conciencia de los obreros significa también la comprensión de que los intereses de todos los obreros de un país son iguales y solidarios, que ellos forman una clase distinta de todas las demás clases de la sociedad. Finalmente, la conciencia de clase de los obreros significa la comprensión por éstos de que para conseguir sus fines han de lograr una influencia sobre los asuntos públicos..." Esta conciencia no surge por generación espontánea en la cabeza de cada obrero.

Lo primero de todo, no es tan sencillo que el obrero se considere como elemento integrante de una clase especial. El albañil y el maquinista de locomotora, el tornero de primera y el peón, el minero y el cavador: todos se diferencian entre sí por el género de trabajo y, a menudo, por el nivel de vida. No puede asombrarnos que el movimiento obrero de muchos países haya pasado por la fase de la organización gremial, cuando el principio por el que se unían era el del oficio o especialización; por ejemplo, en un mismo ferrocarril podía haber sindicatos independientes de maquinistas, de fogoneros y de personal de obras. Y se daba el caso de que estos sindicatos tratasen de conseguir ventajas para "sus" afiliados a expensas de los otros obreros. Pero eso no es todo. No siempre cada obrero advierte de manera correcta el estado de opresión en que se encuentra en la sociedad capitalista. Puede, por ejemplo, atribuirlo a reveses personales. Entonces el descontento del obrero puede traducirse en el propósito de "llegar a ser algo", aunque sea a costa de sus compañeros. En casos muy contados lo consiguen, pero millones de trabajadores permanecen como estaban. La protesta elemental de los obreros puede también recaer sobre quienes en realidad no son sus enemigos. Por ejemplo, en la época de la revolución industrial de los siglos XVIII y XIX, entre el proletariado cundió el movimiento de los "rompedores de máquinas" (ludditas). Los obreros veían que el empleo de máquinas en la producción los condenaba al hombre, pero no podían comprender que el mal suyo no estaba en las máquinas, sino en el hecho de que estas máquinas pertenecieran a los capitalistas, quienes las aprovechaban para incrementar la explotación y llevar a la ruina a los trabajadores. Otro factor que se opone a que los obreros adquieran conciencia de sus intereses de clase es la nociva influencia de la ideología burguesa, de la propaganda que la burguesía lleva a cabo para confundir a los trabajadores. La formación de la conciencia de clase entre los obreros puede verse dificultada, por ejemplo, por la propagación en

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