Filosofia De La Ciencia
Enviado por militza.silva • 4 de Septiembre de 2014 • 2.239 Palabras (9 Páginas) • 197 Visitas
CAPITULO 1.
LA COSMOVISION MEDIEVAL
Una adecuada comprensión del desarrollo del conocimiento moderno requiere
hacer algunos alcances sobre el universo cultural que prevalecía durante la
Edad Media y con el cual el pensamiento moderno entra en tensión. Importante
también es situar la evolución del tipo de conocimiento que se inaugura con los
Tiempos Modernos al interior de los rasgos fundamentales de este período
histórico, en la medida en que el propio conocimiento es sólo una de las
dimensiones en la cual se expresará esta particular forma histórica de ser, que
es la Modernidad.
Más allá de los rasgos distintivos que la Modernidad imprime al desarrollo del
conocimiento, ella representa también el predominio de determinados valores,
una determinada visión sobre el hombre y la naturaleza, el mundo y la historia,
la emergencia de nuevos estilos de vida y la aparición de nuevas prácticas
sociales.
Es importante advertir que la tarea que nos proponemos acometer en este
capítulo tiene una importante dosis de arbitrariedad, propiedad consustancial a
la propia empresa que nos planteamos y que, por lo tanto, difícilmente
podríamos eludir. Es conveniente, sin embargo, estar advertidos sobre el
carácter de nuestro análisis. Los diferentes períodos de la historia no se
separan, unos de otros, en forma nítida y tajante. Aunque muchas veces
podamos convenir en referirnos a un determinado evento histórico como aquel
que hace la separación entre dos períodos distintos, este pertenecerá
necesariamente a un determinado dominio de la actividad histórica, sea esta
económica, política o cultural, y difícilmente comprometerá el acontecer de
manera muy significativa en los demás dominios.
Por otro lado, al confrontar dos períodos de diferentes se efectuarán
obligadamente determinadas caracterizaciones y se establecerán condiciones
que permitirán hacer operativa la distinción entre ellos. Ello se traduce en que
no siempre se logra destacar con la suficiente claridad el hecho de que muchas
condiciones que se le atribuyen a un período anterior son las que permiten la
gestación de aquellos rasgos que se señalan como característicos del período
posterior y que el análisis, al no hacer la relación, coloca en oposición.
Cabe, por último, hacer mención al hecho de que estamos confrontando dos
períodos históricos, aunque estamos situados al interior de uno de ellos. Por
más que existan tendencias que sostienen la superación o disolución de la
Modernidad, en términos globales resulta difícil sostener que hayamos salido
completamente de ella. Es importante reconocer que el presente suele ser
bastante ciego respecto del carácter de sus propias condiciones históricas. Es
muy difícil concebir al presente como historia, la historia es el nombre que le
asignamos al pasado. Y ello, por lo demás, no puede ser de otra forma en la
medida en que la historia no es sino una determinada lectura, dentro de
muchas lecturas posibles, del pasado a partir del presente.
La historia nos permite reconocernos, crearnos una identidad, a partir de una
determinada interpretación de lo que en tendemos que fuimos, pero que a la
vez afirmamos que no somos. Es en este mismo sentido que consideramos
importante referirnos al universo cultural que predominara en el medioevo, del
2cual obligadamente nacerá el pensamiento moderno, pero con el cual
procurará distinguirse y entrara en oposición.
La cosmovisión medieval se caracteriza por su carácter teocéntrico, por hacer
de la afirmación de la fe en Dios el elemento central en el ordenamiento del
mundo. Las cosas ocupan el lugar que su relación y referencia con Dios les
confiere y, de esta forma adquieren sentido y valor.
El mundo medieval no es sólo un mundo profundamente jerarquizado, es
también un mundo que se define a partir de una profunda escisión. El mundo
terrenal, humano, concreto, adquiere su real significación fuera de sí, en el
plano trascendental constituido por la fe. De esa misma manera, la capacidad
de hacer inteligible este mundo concreto descansa en la afirmación de la fe. Sin
aceptar desde el inicio la existencia de Dios, no sólo se considera que no es
posible afirmar la existencia de ninguna otra entidad, sino que nada tiene
sentido y, por consiguiente, todo intento de conocimiento es vano.
Estamos lejos ya de aquellas posiciones que sostenían que la Edad Media
había sido un período de oscuridad y estancamiento cultural. Enumerar las
grandes obras culturales que se realizaron durante ese período sería largo.
Pero desde el punto de vista del desarrollo del conocimiento no puede dejar de
mencionarse la importante síntesis cultural que se produce al fusionarse el
pensamiento cristiano, heredero de las tradiciones judaicas, con el
pensamiento clásico y, muy particularmente, con la filosofía griega.
Ya en la temprana Edad Media, Agustín (354-430) había acometido la gran
tarea de vincular el cristianismo con la tradición filosófica platónica. Situándose
desde la figura griega de la polis, desarrolla el ideal trascendente del
cristianismo a través de una nueva figura: la ciudad de Dios. Más adelante,
Tomás de Aquino (1225-1274) integra en la escolástica, el pensamiento
cristiano con la tradición filosófica aristotélica. Tampoco puede desconocerse
que el medioevo y, muy directamente la acción cultural de la Iglesia, será
también la cuna del pensamiento científico moderno, el que difícilmente puede
concebirse al margen de las contribuciones de pensadores como Roger Bacon
(1214-1294) o Guillermo de Occam (1298-1349).
Es importante examinar algunas implicancias que resultan del hecho de hacer
de la fe en Dios el fundamento y condición del conocimiento. En la medida en
que se concibe que Dios es la totalidad, lo infinito, la unidad de lo real y el ser
verdadero, es evidente que el papel que pueda asignársele a la razón, como a
cualquier otra modalidad de conocimiento, se halla necesariamente
subordinada al acto originario de la fe y, por consiguiente, a una verdad
revelada. De igual manera es en la referencia a Dios que los problemas de la
totalidad, de
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