Francisco Larroyo.

FRANCISCO LARROYO (1908-1981)

FILOSOFIA LATINOAMERICANA

Francisco Luna Arroyo nació en Jeréz, Zacatecas (México). Larroyo llevó a cabo una importante labor editorial que consistió en la difusión y sistematización del saber pedagógico en México y fue un activo promotor de la reorganización de la pedagogía. Deposito en la pedagogía, como ciencia y filosofía, su deseo de transformar y configurar un México más democrático y libre. Propuso y creó su propia utopia pedagógica y educativa, defendió activamente la educación humanista como la única vía posible de formar un hombre integral. En nuestro contexto actual, la filosofía de la educación en Latinoamérica enfrenta varios problemas en sentido práctico. Empecemos por la educación cristiana. Francisco Larroyo dice que la pedagogía cristiana “fue la primera corriente educativa en el Nuevo Mundo”. Pero lo que más destaca este autor son tres elementos: El primero toca el fin del proceso formativo: educar debe ser redimir la naturaleza humana degenerada por el pecado original, tomando como modelo la figura de Cristo. La consideración del educando constituye el segundo principio, teológico. El niño nace lastrado por aquella culpa originaria, pero, gracias al bautismo, quedan depositados en él los gérmenes de todas virtudes. El tercer principio, de base metafísica, postula al más dedicado optimismo. La inmortalidad del alma y la existencia de Dios hacen posible un destino sobrenatural del educando mediante el libre albedrío auxiliado por la gracia. Si tenemos en cuenta estos tres principios, nos daremos cuenta que aún hoy se puede vislumbrar una influencia de esto en nuestro contexto actual, pues la fe cristiana todavía tiene mucha influencia y validez en nuestro contexto educativo. La segunda pedagogía que menciona Larroyo es la del cientificismo positivista. La filosofía positivista profesa principalmente tres principios: “la ley de los tres estados, la clasificación de las ciencias y la religión de la humanidad” En tercer lugar, Larroyo nos expone el pragmatismo, el cual no da prioridad a la relación del sujeto con lo ideal para llegar al conocimiento, sino que este se da sólo cuando se fundamenta en la acción

La siguiente pedagogía que reseña Larroyo es la de la libertad. En esta se dice que es necesaria una superación del positivismo, pues este, “en su afán de simplificar reduciendo todo a la ciencia, no pondera en todo su valor el arte, la moral, la religión. Cae (…) en un exclusivismo pedagógico, incapaz de percibir los aspectos concretos de la realidad humana”.

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