Gabriel Marcel, Vida Y Obra
Enviado por diowen • 27 de Noviembre de 2013 • 567 Palabras (3 Páginas) • 467 Visitas
Marcel habla de los approches concrètes du mystère ontologique, de “los caminos concretos de acercamiento hacia el misterio del ser”. La descripción marceliana de estas vías al ser abre el campo para toda una antropología. Son cuatro: el amor, la fidelidad, la esperanza y la disponibilidad. Hay que tener en cuenta que no se trata aquí de un mero discurso moralístico, que allana o esquiva el áspero camino de la reflexión filosófica. Por estos caminos, dice Marcel, el hombre toma contacto con la realidad más alta, con el misterio más profundo: el alma, la comunión entre los hombres, y en fin de cuentas, Dios. Con énfasis programática, escribe en el diario Être et avoir, «se da la necesidad de restituir a la experiencia humana todo su peso ontológico» [Être et avoir, 82].
En primer lugar el amor es camino más fundamental hacia el descubrimiento del ser. Bien conocida es la declaración de Marcel: «el amor quiere decir: “tu no deberás morir”» [de la obra de teatro La mort de demain].
Pero esto se manifiesta especialmente mediante la fidelidad, tema al que Marcel ha dedicado un notable esfuerzo de reflexión [Notes sur la fidélité; Fidélité créatrice; Aperçus phénomenologiques sur la fidélité; Troisfontaines 1953: 2,361-388]. En la fidelidad Marcel percibe la permanencia de las cosas, el hecho que la realidad no depende de la subjetividad humana [Être et avoir, 99]. La fidelidad contribuye en modo decisivo al encuentro con el ser en tres modos. Primero porque sin la fidelidad el hombre no tendría ninguna unidad en sí mismo, pues sería una pantalla sin más en la que se reflejan los momentos sucesivos de los procesos de la propia vida. Segundo, se puede hacer justicia al ser de otra persona solamente por medio de la fidelidad. Pues la fidelidad es «el acto de la persona total que toma responsabilidad por el otro» [Keen 1984: 111]. Y en tercer lugar, en ella se obtiene la seguridad que los vínculos humanos de amor y de compromiso pueden llegar a ser significativos para siempre. En efecto, la fidelidad es como «el reconocimiento de algo como permanente» [Être et avoir, 74]. Por su radicación en el ser, que es vida, se puede pensar en el idea de una “fidelidad creativa”, que nos permite ir más allá de las apariencias.
Otro camino concreto al ser es la esperanza, central en el pensamiento de Marcel. Es por medio de la esperanza que el hombre puede abrirse a una realidad que todavía no posee, una realidad que se puede recibir sólo por gracia, por donación [González 1964, O’Callaghan 1989a, Pasqua 1985, Plourde 1975, Randall 1992, Rogel 1975]. Nuestro autor habla —nada menos— que de una metafísica de la esperanza, porque ésta se hace posible no en base a los recursos que están a disposición del hombre, sino que hace referencia a lo que es real, siempre externo al hombre y nunca a su disposición arbitraria. En pocas palabras, dice, «la esperanza es quizás el
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