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Gobierno cristiano en la actualidad


Enviado por   •  26 de Febrero de 2014  •  2.821 Palabras (12 Páginas)  •  232 Visitas

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Gobierno cristiano en la actualidad

“Es evidente que existe la verdad. Porque el que niega que existe la verdad, conoce que la verdad existe. Si, pues, no existe la verdad, es verdad que la verdad no existe.”

Santo Tomás de Aquino

Para el hombre, desde Aristóteles en el siglo IV a. C, la teología y la filosofía siempre ha sido -desde su nacimiento- una relación en la cual uno de dos conceptos se subordina al otro, la razón por debajo de la fe. Esta idea, de la relación que existe entre ambas, predomina y sigue su curso sin mayor modificación a lo largo de diecisiete siglos, pasando por algunos pensadores que solamente reforzarían esta diferencia como le fue San Agustín de Hipona en el siglo IV d. C.

Es entonces, pasados alrededor de mil seiscientos años, en el siglo XIII d. C que el dilema que pudiera representar la correlación entre ambas posturas sufre su primer cambio o replanteamiento; sucede cuando llega a la mente de un oriundo del Reino de Sicilia: Santo Tomás de Aquino.

Desde que se observan las dos ciencias que Santo Tomás se jactaba de profesar, teología y filosofía, resultaría posible vislumbrar el empeño que este le dedicaría a esclarecer la dicotomía fe-razón planteada un tiempo atrás.

Santo Tomás, fiel seguidor de las ideas de Aristóteles y así mismo de San Agustín, fue un alcanzado de la doctrina cristiana debido al lugar en que realizó sus primeros estudios. Como buen teólogo y discípulo de la filosofía cristiana no realizó grandes cambios al planteamiento de la razón como súbdita de la fe, sin embargo si le confirió a la primera una mayor soberanía. Construyó el pensamiento que dictaba que ambas-razón y fe- eran independientes, distintas y únicas pero necesarias entre sí; colaboraban y se apoyaban mutuamente para, entre ambas, explicar el mundo y las ideas que lo rodean.

A la razón la concibió como todos aquellos datos que pueden ser percibidos por los sentidos e interpretados por nuestro entendimiento, la fe como aquella información que se nos ha otorgado por medio de la revelación divina; básicamente por medio de las sagradas escrituras.

También consideró que la fe tenía nociones forzosas que debían ser aceptadas por todo aquel que se presumiera partidario de la razón cristiana, nociones como que Dios es el creador del universo y que nos dotó de un alma inmortal; estas dos, según, reveladas en los evangelios.

Aunque resulta más fácil encontrar referencias, en la Biblia, que se opongan a la idea del alma inmortal que referencias que la apoyen, aun así Santo Tomás retoma este pensamiento de Aristóteles con respecto al alma, cuya premisa era que el (alma) de los seres humanos era inmortal y resultaba superior a la del resto de los seres puesto que le otorgaba la capacidad de razonamiento, entendimiento e intelecto.

De esta idea del alma inmortal me gustaría hacer una pequeña observación, pues solo de la siguiente forma sería capaz de inferirse un alma inmortal basándonos en los evangelios, solo así no diferiría mucho de lo dictado por la palabra de Dios:

En Génesis 1:27 se hace mención de que Dios creó al hombre a su imagen y semejanza: “Y dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza”; lo que es posible deducir de aquí es que el alma es inmortal porque ha sido creada a imagen de Dios (que es el único ser inmortal),la inmortalidad de Dios es posible verla en 1 Timoteo 6:16: “el único que tiene inmortalidad, que habita en luz inaccesible; a quien ninguno de los hombres ha visto ni puede ver, al cual sea la honra y el imperio sempiterno. Amén.” Fuera de esta posible deducción que pudiera hacerse, la Biblia está repleta de citas que se oponen rotundamente a la idea de un alma inmortal; de cualquier manera Santo Tomás insiste en esta idea.

De lo mencionado antes lo que quiero hacer ver es que a pesar de que Santo Tomás era de la idea de que a la Biblia se le debe interpretar de una manera racional en el ejemplo anterior se deja llevar (a mi muy particular punto de vista) por su fe más que por su raciocinio. Lo anterior no resulta raro pues ya él había expuesto una reflexión en la cuál aseguraba que la fe cristiana proporcionaba un tipo de conocimiento mas allá de los límites de la razón, algo suprarracional que, sin embargo, no caía en el campo de lo irracional.

Santo Tomás, cuando intenta explicar los ámbitos en los que se desarrollan la filosofía y teología, indica que la filosofía es utilizada para descubrir todas aquellas verdades naturales y la teología para las verdades sobrenaturales incapaces de ser conocidas por medio de la razón. A pesar de esta marcada diferenciación concluye que, ambas, son cabalmente armónicas porque provienen de Dios :

“Toda verdad, dígala quien la diga, es del Espíritu Santo” (Santo Tomás)

A lo largo de su trabajo, Santo Tomás, intenta arduamente contrarrestar la teoría de la doble verdad de Averroes. Esta teoría argumentaba que la fe y la razón eran verdaderas aún cuando se pudieran encontrar puntos de conflictos en los que pudieran resultar contradictorias, ocasionando entonces que existieran dos verdades.

El siglo XIII, en el que se hace presente esta lucha entre la razón y la fe, también se ve inmerso en otro conflicto: el cristianismo medieval naciente y toda la filosofía griega antigua. El cristianismo se vio necesitado -consecuencia del pensamiento de la época y de los incesantes ataques de los pensadores- de dar credibilidad a los dogmas dictados por la iglesia y su religión; para esto optó (el cristianismo) por intentar explicar estos vacíos empleando la ideología y textos de Aristóteles. En este instante, la fe tuvo que echar mano de la razón para fortalecer los argumentos de la primera. De la misma manera fue menester buscar un modo de interpretar a los antiguos intelectuales sin que estos y sus ideas significaran un peligro o algún tipo de herejía para el nuevo cristianismo; solo así se logró cristianizar al de Estagira.

El conflicto que se vivía en la Europa del siglo XIII, entre Estado e Iglesia, trajo consigo nuevos replanteamientos de cómo deberían ser las cosas, entre ellas la política.

La Iglesia -de la Edad Media- consideró a las ideas de Aristóteles como un sacrilegio y más concretamente a su concepción del Estado; esta idea representaban el discernimiento pagano acerca del régimen. Fue tal el rechazo que sufrió que el Estado, como tal, llegó a ser considerado como un pecado pues ofrecía una actitud negativa frente al mundo. Los líderes religiosos del mundo pensaron que este pensamiento aristotélico acerca del Estado, que comenzaban a tener fuerza y popularidad en la época, era producto de acuerdos humanos y no de la naturaleza humana.

A sabiendas

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