Gorgias
Enviado por ale.com • 11 de Diciembre de 2011 • Informe • 402 Palabras (2 Páginas) • 597 Visitas
En la lectura, Sócrates le pregunta a Gorgias cuál es el arte que profesa, él le contesta que ejerce el arte de la retórica, que es orador y capaz de hacer que otros lo sean, define la retórica como el arte que trata los discursos. Sostiene que la retórica es por excelencia el arte de persuadir, en el sentido de que da los medios de hacer prevalecer su opinión en todo y contra todos.
Menciona que puede usarse bien o mal, pero si alguien la utiliza mal, no hay que culpar al maestro por ello. Añade que aquél que domine la retórica podrá dominar el poder político. Sin embargo, este poder político habrá de ostentarse siempre a favor de lo que es justo y en contra de lo que es injusto.
Polo, por su parte, opina que Georgias esta equivocado al decir que el orador debe conocer lo justo. Uno de los puntos más importantes que se toman en el diálogo es cuando Sócrates dice que el mayor mal es cometer injusticia, a lo que Polo protesta diciendo que no está de acuerdo, citando el ejemplo de Arquélao, quien a pesar de sus numerosos e infames crímenes, es feliz, puesto que reina en Macedonia.
Sócrates alega que el injusto jamás puede ser feliz, pues si recibe castigo será muy desgraciado, y si no lo recibe lo será aún más. Dice que cometer una injusticia es más feo que sufrirla y, por lo tanto, más perjudicial. Asegura que el verdadero objetivo de la retórica debería ser el arte de acusarse a sí mismo y de acusar también a sus parientes y amigos; para de esta manera recibir el castigo justo como un remedio soberano contra las enfermedades del alma.
Calicles al escuchar estas afirmaciones expone su teoría. Según él, hay que distinguir entre naturaleza y ley; por naturaleza es más feo sufrir injusticia; por ley, en cambio, cometerla. Las leyes están establecidas por los débiles a fin de contener y atemorizar a los fuertes; por tanto, éstos deben despreciarlas y pisotearlas.
Después de compartir varios puntos de vista, Sócrates cierra la conversación estableciendo las siguientes conclusiones:
El hombre moderado es justo, y el justo, feliz; por tanto, hay que huir del desenfreno y practicar la justicia.
Un hombre justo puede sufrir infinitos daños y ultrajes, pero es mayor el perjuicio para quien se los causa.
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