HUMANISMO Y RESPONSABILIDAD
Enviado por daniel3991 • 5 de Septiembre de 2012 • 3.484 Palabras (14 Páginas) • 369 Visitas
HUMANISMO Y RESPONSABILIDAD
A propósito del texto de Edgar Morin .Pour l´education du Vingt-et-unième siècle.
Emilio Roger
En su breve libro titulado La tradición humanista en Occidente, su autor, Alan Bullock, nos dice que el humanismo no fue una escuela de pensamiento, ni una doctrina filosófica. El humanismo fue una dimensión del pensamiento, un sentimiento, una creencia, un debate.
El humanismo fue una forma de pensar y de estar en el mundo. Dicho de otra forma, el humanista concibe una nueva forma de vida y quiere vivirla.
Si hiciésemos historia de la filosofía o historia de las ideas -lo cuál es obvio que no viene al caso en este momento- podríamos ver cómo la civilización de Occidente, con el humanismo, da una nueva vuelta de tuerca a su autoconcepción. El pensamiento del hombre sobre sí mismo, en el
Renacimiento se autotransforma otra vez. El hombre ya no se ve en el espejo de Dios, ni en el espejo de la Naturaleza. El humanista comienza a verse a sí mismo como punto de partida y como punto fundamental de apoyo. Como proyecto.
Todos los humanistas hicieron hincapié en la capacidad autocreadora del hombre. En la libertad humana. En la creación de su destino. Tanto los humanistas del Renacimiento como posteriormente esos grandes humanistas que alumbraron la Ilustración creyeron en la perfectibilidad del hombre. La Ilustración, ese alargamiento del humanismo renacentista, llevará a sus últimas consecuencias las ideas humanistas: capacidad de ser lo que el hombre se proponga; perfectibilidad; progreso; racionalismo; al mismo tiempo el Siglo de las Luces desembocará en una revolución que no solo cambió el mundo sino la concepción política del hombre.
No menos cierto es también que como afirmó A. Finkielkraut la Ilustración desembocó en una borrachera de abstracción. No menos cierto es que el exceso de “razón” ilustrada desembocó en Auswichtz, como afirmaron Adorno y Horkheimer. No menos cierto es que los intentos actuales de imponer la razón tecnificada y cuantitativa que caracteriza a la civilización occidental por regla general desembocan en malestar y protestas sobre todo en paises y culturas con recorridos diferentes a Occidente. Vamos a volver a ello dentro de un momento.
El humanismo, en fin, pone todo su énfasis en un aspecto fundamental del ser humano: la educación. Ya la Grecia clásica asume la paideia como aspecto fundamental del hombre. Un hombre no educado o mal educado no puede convivir como ciudadano. Incluso se podría decir que un hombre sin educación no es un hombre. Le falta lo esencial a su humanidad: el desarrollo de sus capacidades, el cultivo de sí mismo. La cultura.
He aquí que nos encontramos, en el último año del siglo XX, con un texto para la educación del S. XXI. Un texto, el de Edgar Morin, que plantea a mi juicio los mínimos requisitos necesarios desde un punto de vista epistemológico (que desemboca en lo socio-político-ético) para estar en el
S. XXI. El ser humano es también y de forma ineludible un estar en el mundo y en lo humano.
Como los humanistas de antaño, el humanista Edgar Morin, también concibe una misión como ser humano. La misión del humanista era y es preocuparse por los conocimientos y enseñar. Pero no solo enseñar los conocimientos sino también enseñar a aprender los conocimientos. De ahí que sea tan necesario el uso de un método que más allá de lo programado sea capaz de ayudar a la estrategia del sujeto. Sea capaz de avivar el arte de conocer de los individuos en una época en la que la explosión de signos y acontecimientos, los cambios rápidos de perspectivas y los procesos
de globalización son tan rápidos. Porque conocer no es llenar la cabeza de información. Conocer es saber qué hacer con esa información. Conocer es articular y no solo distinguir. Conocer es organizar.
El hombre puede llegar a ser, en gran medida, lo que quiere ser. Pero para ello hay que tener presente un aspecto esencial: los seres humanos vivimos siempre en espacios en los que la incertidumbre es ineliminable (de ahí la necesidad de tener siempre presentes los principios de la ecología de la acción). Por lo tanto no podemos obviar la necesidad de afrontar la incertidumbre. No olvidemos que la historia es la manifestación fenomenológica de la naturaleza humana. Y el ser humano es constitutivamente sapiens / demens. En este sentido, como afirma Morin .la historia no avanza de forma frontal, como un río, sino por medio de innovaciones o creaciones internas y de accidentes externos. No solo hay que tener en cuenta a la hora de pensar el .progreso la naturaleza humana sino también lo aleatorio, el evento, lo no previsto, lo imprevisible.No hay leyes de la historia como creían los filósofos de la historia del siglo pasado: Comte, Marx, etc. La historia .es un complejo de orden, desordenes y organización. Obedece a la vez a determinismos y azares, de
donde surgen sin cesar el ruido y el furor. La historia siempre tiene dos caras contrarias: civilización y barbarie, creación y destrucción, génesis y muerte..
He dicho que el hombre puede llegar a ser lo que se proponga. No lo afirmo categóricamente. Insisto: puede.
¿Qué es necesario para poder aspirar a una forma de ser cada vez más humana? Para poder acabar con la des-humanización tan lamentable que vivimos. ¿Qué es necesario para salir de la edad de hierro planetaria? Sin duda alguna educación; toma de conciencia y responsabilidad.
La preocupación fundamental del humanista es la condición humana. Por lo tanto hay que mostrar esa condición humana. La educación debe mostrar e ilustrar las múltiples caras de lo humano. Los múltiples niveles de lo humano: la complejidad humana. La única forma de tomar consciencia de nuestra condición es el examen, el estudio y la enseñanza de la complejidad antropológica; la hipercomplejidad.
Hemos vivido la .alegría. de la muerte del hombre. En nuestras modernas universidades a muchos se les ha hecho y se les hace la boca agua hablando del fin del sujeto, de la desaparición de ese molesto residuo de la metafísica occidental. La teorización foucaultiana de la episteme aún sigue fascinando a muchos intelectuales y alumnos. Ahora bien, seamos claros: allí donde no hay hombres ni sujetos no hay forma de pedir responsabilidades. Allí donde no hay sujetos conscientes y responsables solo encontramos sujetos sujetados. El problema del sujeto no es solo un problema epistemológico, ni de filosofía de la ciencia. Es también un problema político de primer orden. Sin sujetos autónomos ni conciencias solo existen los paradigmas, las epistemes o las .llamadas. del ser (tan fascinantes para algunos
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