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Hegel, Marxismo Y Epistemología


Enviado por   •  29 de Septiembre de 2014  •  10.950 Palabras (44 Páginas)  •  409 Visitas

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Hegel, Marxismo y Epistemología

Dr. Roberto Ayala Saavedra

Profesor Universidad de Costa Rica

Resumen

El artículo discute las relaciones entre Hegel y el Marxismo, particularmente en relación con el debate epistemológico contemporáneo. El pensamiento hegeliano, mediado por la recepción marxista, se convierte en una de las contribuciones fundamentales para la fundación del método de las ciencias socio-históricas en el siglo XIX. De las teorías de los sistemas abiertos a las teorías de la complejidad y el caos, pasando por el estructuralismo genético piagetiano y la teoría del sistema-mundo, la perspectiva dialéctica se revela en lo mejor del conocimiento científico actual.

Palabras clave: Hegel, Marxismo, Dialéctica, Epistemología, Sociología.

“Quien aspire a la verdad tiene que adentrarse en esta filosofía, aunque la verdad –el materialismo vivo que contiene lo nuevo- no se detenga en ella ni en ella quede encallada. Hegel negó el porvenir; ningún porvenir renegará de Hegel”.

Ernst Bloch.

En 1806, Hegel terminaba la redacción de la Fenomenología del espíritu. Veía la luz así, un texto que ha sido considerado una de las cumbres de la historia del pensamiento filosófico, y con él, la extraordinaria obra de madurez de un hombre notable por sus capacidades intelectuales, erudición e ingenio creativo. El gran intérprete de su tiempo, el filósofo que apoyado en su infatigable dedicación al estudio y su pocas veces igualada agudeza y penetración reflexiva, acometerá la empresa de develar la naturaleza de la nueva época, que entre profundos desgarramientos y luchas de destino todavía incierto se abría. Sus resultados, en su perspectiva general y en múltiples momentos específicos, más allá de limitaciones, aspectos fallidos y fracasos dignos de su porte, se han instalado como uno de los más grandes referentes de la historia del pensamiento. No sólo ha aportado toda una nueva perspectiva teórico-metodológica que desplazó el horizonte identificado de las posibilidades del conocimiento, de lo que, directamente o no, con honestidad intelectual o sin ella, se ha beneficiado buena parte del trabajo teórico y de investigación científica posterior, en particular, el campo de las ciencias histórico-sociológicas; sino que su lectura contemporánea provoca la clara impresión de que aún no se agota todo el potencial aporte de su obra. De hecho, tal efecto fertilizador sobre el pensamiento se puede observar en las últimas décadas en su asociación con desarrollos como: la epistemología genética piagetiana, la crítica de las filosofías convencionales de la ciencia, el estudio de los sistemas abiertos, las teorías del caos y la complejidad, y, por supuesto, en la recuperación por el marxismo de sus más sólidos fundamentos.

Escribir sobre Hegel es siempre una empresa intimidante, tal la magnitud, la complejidad y los cuasi infinitos pliegues y sutilezas de un pensamiento que, además de realizarse en una escritura de ‘sintaxis desdichada’, pero que justamente está en relación con la forma del pensar , se construye en un escenario histórico de transición, atravesado por hechos que suponen grandes trastornos para el estado tradicional de cosas y que abren posibilidades reales, y expectativas no pocas veces desmesuradas, de un cambio renovador, pero que en el día a día se vive como un tiempo de incertidumbre, de excitación y decepciones, de giros desconcertantes y ominosos procederes, en medio de encarnizadas confrontaciones entre lo viejo que despiadadamente se resiste a desaparecer y lo nuevo que, ante las ingentes dificultades, y pese a la no menos inclemente determinación, no termina de imponerse.

Correlativamente, el fin del siglo XVIII muestra, en el plano intelectual, un tiempo que podría calificarse por las claras rupturas y las equívocas aperturas. El racionalismo ilustrado ha marcado lo que hoy reconocemos como un definitivo antes y después, pero sus rigideces, y probablemente inevitable y hasta necesaria unilateralidad, acaban dando aliento a una sucesión de elaboraciones conceptuales que expresan confusamente tales cambios. De Rousseau a la reacción romántica, pasando sobre todo por Kant, quien transmite el talante de sensatez escéptico-empirista, el panorama del pensamiento filosófico contemporáneo se presenta tan incierto como lo histórico-político. Frente a ello, Hegel se dispone a la ardua tarea de composición de una nueva gran síntesis, una filosofía universal, que pretende ser definitivamente verdadera en la medida que capta conceptualmente el automovimiento de la cosa, de lo real, del mundo, superando dialécticamente el formalismo y la exterioridad de unos y el sentimentalismo y la falta de concepto de otros.

Por ello el trabajo de comprensión crítica del pensamiento hegeliano se ha traducido en un enorme esfuerzo, al que se han sumado nombres ya consagrados por la historia del pensamiento Y sin embargo, el estudio y necesario debate, si bien ha producido un valioso legado, de referencia obligada, de ninguna manera se puede considerar acabado. Y esto porque de lo que se trata siempre es de recepcionarlo a Hegel en una contemporaneidad cambiante, y además localizada, vivida desde América latina. Para ello, para leerlo hoy, hay que tomarlo en su contexto, como condición y posibilidad de su traducción. En ello consiste lo principal, el afán de interpretarlo, no traicionarlo, acomodándolo alegremente a nuestros propósitos; sino construyendo una imagen posible, de la que él mismo tal vez no se desmarcaría. Nada de lo anterior choca con el reconocimiento de las diversas posibilidades de lectura, menos aun con el hecho indisimulable de que nos aproximamos, como en todo, desde un lugar particular, y de que hablamos de una lucha, una lucha por Hegel. Así, la interpretación remite a un campo de posibilidades, pero ese campo tiene contornos, no es indefinido, ni permite caprichos. En una frase: la interpretación verosímil debe responder al espíritu y la letra, a la obra de conjunto del autor, entregando claves de lectura, criterios de ingreso, que permitan captar la lógica y el contenido de un pensar/escribir que, aparte de las mencionadas dificultades estilísticas y el tributo pagado a la concepción del trabajo filosófico de la época y el lugar, ha debido hacer frente también a los condicionamientos socio-estructurales y políticos-institucionales del momento.

En estas líneas, el objetivo principal es llamar la atención sobre Hegel, invitar a su lectura, enhebrando algunas reflexiones acerca de unos cuantos temas y problemas abordados o abiertos por su trabajo.

Y en ese camino, lo primero es considerar en serio las autodefiniciones. Muy al comienzo de la fenomenología... viene la siguiente

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