Hombre Intencional
Enviado por psico_ruiz • 10 de Octubre de 2014 • 3.088 Palabras (13 Páginas) • 693 Visitas
El hombre intencional
Intencionalidad (del latín in-tendere, "tender hacia") es un término filosófico que se refiere a la propiedad de los hechos con referencia de la mente (o hechos psíquicos) por los que ésta indica, hace referencia o se dirige a un objeto (externo o interno). Es un tema que ha tomado relevancia desde la segunda mitad del siglo XX, y está en la raíz de la corriente fenomenológica, y, más tardíamente, está presente también en la filosofía del lenguaje y de la mente.
1.- Origen del término
La intencionalidad se refiere tanto al contenido de la mente o la conciencia, como a la relación entre la conciencia y el mundo. Fundamentalmente, la intencionalidad significa que la actividad de la mente se refiere a, indica o contiene un objeto. Desde otro punto de vista, se puede decir que gracias a la intencionalidad un sujeto es capaz de conocer la realidad que lo circunda y que además tiende naturalmente hacia ella, y, al mismo tiempo, al propio yo, no como objeto, sino en cuanto sujeto del hecho o estado psíquico. La intencionalidad no se reduce al estudio de la intención de la voluntad. No debe confundirse con el concepto que en francés se llama intension y en inglés intensionality, concepto que pertenece a la lingüística. Es en la rama de la teoria del conocimiento o gnoseología donde la intencionalidad adquiere todo su valor, porque todo saber es intencional es decir se refiere a algo ya sea de dicto o de re; provocando así una constante que delimita el acceso al propio conocimiento.Dando, paradójicamente, de esta manera el punto de partida para un entendimiento objetivo de todo estudio. Desde este campo de estudio se analizan temas tan variados como "el acceso de la conciencia al mundo", "la relación entre somaticidad, o el cuerpo propio, y la conciencia", "los fenómenos psíquicos", "los valores, en cuanto percibidos por la conciencia", "la realidad en la conciencia de lo irreal (lo futuro, lo falso, lo erróneo)", "la apertura intencional de la voluntad", etc.
Aproximación histórica
Este tema ha sido tratado de manera muy distinta en diversas épocas y ámbitos filosóficos, desde la antigua Grecia. Sin embargo, como tema de estudio, la intencionalidad es un concepto moderno. Se le dio un lugar especial sólo después de que la conciencia ocupara un puesto privilegiado en el trabajo filosófico. Hasta entonces, no se había visto la necesidad de acudir a este concepto como digno de una atención particular. Si un autor premoderno –anterior a Descartes– se acercaba a él, era de manera secundaria o periférica, pues daba por descontado que la conciencia, o el sujeto, tiene acceso al conocimiento del mundo o de la realidad, tanto en autores idealistas como realistas. En el siglo XX, algunos estudiosos de la intencionalidad intentan alejarse de un cierto "mentalismo", dualista o no, que podría considerar que aquello que se conoce está en la mente, en vez de ser la realidad misma. Acudir a la intencionalidad puede ayudar a evitar el "mentalismo", al considerar que el conocimiento consiste en una relación entre la mente y lo conocido, y no una duplicación de las cosas. El uso de este concepto es compatible con diversas posturas, escuelas, métodos, etc., como la fenomenología, filosofía analítica, metafísica,naturalismo biológico, etc.
La intencionalidad en la Edad Antigua
Se encuentran breves y tangenciales referencias a ella en filósofos antiguos, en los que este término latino se usa sobre todo para el estudio de la voluntad. Este tema hunde sus raíces en la filosofía griega -particularmente Aristóteles-, y llega a la Europa medieval, como muchos otros temas, a través de pensadores árabes. También se encuentra un cierto interés por la intencionalidad en el neoplatonismo.
Agustín de Hipona (354-430 d.C.), en "La dimensión del alma" (De quantitate animae) utiliza una formula similar a la que siglos más tarde usaría Brentano para definir la intencionalidad. Para encontrar la definición de sensación, pone dentro de un diálogo, en boca de Evodio, frases como la siguiente: «Si me preguntaras qué experimenta (...) el que desea, el deseo; qué el que teme, el miedo; qué el que goza, el gozo». Para definir esta realidad, Agustín no utiliza el término latino correspondiente a intencionalidad, que reserva para los actos de la voluntad.
La intencionalidad en la Edad Media
El filósofo persa Avicena (c. 980 – 1037) nos proporciona una consideración sobre lo mostrado a la conciencia como tema específico de estudio. Se trata del ejemplo del hombre volante, suspendido en el aire, que no recibe sensaciones de ningún tipo. ¿Qué tipo de pensamientos, si es que los tiene, se dan en este hombre volante?, se pregunta Avicena. No obstante, no postula el conocimiento como relación o contenido intencional.
El fraile dominico Tomás de Aquino se cuestiona sobre la intencionalidad del conocimiento desde dos puntos de vista: primero, ontológicamente, se pregunta por el ser del conocimiento en el hombre: el esse intentionale (ser intencional); en segundo lugar, por la manera en que las formas en el conocimiento se identifican con la forma presente en la sustancia que el hombre conoce. Tomás de Aquino no parte inicialmente del estudio de la conciencia, para dar después un salto hacia la realidad natural, sino que da por supuesto que el hombre tiene acceso al conocimiento efectivo de las cosas, es decir, no se trata de un conocimiento inmanente. Al ser un autor anterior al desarrollo de la filosofía de la conciencia, no se preocupa por dar una definición de intencionalidad o justificarla.
Este autor medieval entiende la realidad física según el punto de vista llamado hilemórfico, y sólo desde esa perspectiva se puede comprender su concepto de intencionalidad. Las cosas tienen como principios la "materia" y la "forma". El hombre, al conocer, adquiere la forma de las cosas, no su materia. Las facultades cognoscitivas del ser humano están hechas a la medida del mundo, de modo que pueda acercarse a ellas conociéndolas. En este contexto, Tomás de Aquino introduce el término ser intencional, es decir, que la “forma” de las cosas está presente ("es") en la mente del hombre de modo que indicao se dirige a la realidad material de la cual se tomó la “forma” conocida. De este modo, la parte intelectiva del hombre tiene, en cierta manera, la capacidad de convertirse en todas las cosas (quodammodo omnia), pero no de manera real, sino intencional, pues posee la forma de lo que ha sido conocido. Tomás considera también la intencionalidad según se refiera a las cosas materiales, lo sensible, que es individual y concreto, o las intelectuales, las ideas, que son universales.
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