Hombre libre

        El termino de hombre libre se puede prestar para muchas interpretaciones y opiniones que difieren unas de otras. Pero ¿Qué se entiende por libertad? El termino libertad es la facultad natural del hombre para actuar a voluntad sin restricciones, respetando su propia conciencia y el deber ser, para alcanzar su plena realización. La libertad es la posibilidad que tenemos para decidir por nosotros mismo como actuar en las diferentes situaciones que se nos presentan en la vida.

        En el día de hoy somos personas libres, sin ninguna represión alguna, con tal libertad que tenemos posibilidades para elegir en la vida, pero ¿Cómo es que somos libres?

        En el Nuevo Testamento conocemos la figura de Jesús como un hombre normal hijo de José y María, que nació en Belén, pero después de treinta años de vivir una vida sencilla, de trabajo, de familia, Jesús emprende el camino.

Deja todo atrás y comienza su vida pública. Tres años dedicados a cumplir su misión, predicando, curando, enseñando. Ha llegado el momento de anunciar el Reino de Dios quien lleva en sí la dimensión de un desafío: realizar un hecho milagroso. Muchas personas no creen en los milagros, sino que solo piensan que son cosas por coincidencia o hechos que escapan de las leyes de la naturaleza, pero Jesús logro cambiar la perspectiva en su época, centrando todas las miradas en él y logrando la admiración de muchos. Esta búsqueda de la consideración, de la admiración,  esta voluntad de hacerse valer es, verdaderamente, uno de los 
impulsos fundamentales que explican la conducta de la mayor parte de los hombres. Frente al deseo que nos lleva a nosotros a hacernos valer, a seducir a los demás, a despertar en nuestro provecho los deseos ajenos, Jesús es libre.

        La libertad con que Jesús vive le hace ser soberano, pero esa soberanía jamás se trocará en voluntad de dominación sobre otros hombres. Jesús sólo será terrible para los demonios. Su extremada indulgencia para con los 
pecadores es la de un hombre libre de todo compromiso; pero libre 
también de despreciar o menospreciar a nadie.

Jesús, el hombre como tal, ha llegado a la plena soberanía, el mismo que había aceptado ser semejante a un esclavo, pero Dios, su padre, le otorgo por gracia la plenitud de una libertad. Él es el soberano, y quiere hacernos partícipes de lo recibido por Dios. Confesar a Jesús como nuestro Señor y Salvador no es estar sometido ante él, sino que es reconocer a Dios mediante la soberanía de su hijo.  

        Si bien hoy en día, gran parte del mundo tiene libertad de opinión, muchos de nosotros sentimos miedo por lo que dirá la gente o por lo que el mundo impone. En tiempos de Jesús, no existía de libertad de expresión, por lo que muchos hombres no decían lo que pensaban. No es el caso de Jesús, quien desafió a los poderes establecidos, predicando la palabra de Dios con el fin de expandir el reino de su Padre.

        Jesús viene de otra parte, de un lugar en el que no cuenta lo verosímil, lo creíble, sino la fe. Pero, ¿De dónde proviene tal libertad? para Jesús, Dios es Dios. El hace su vida como Hijo del Padre. Su fe le hace libre. Su único horizonte es Dios. Dios es su único porvenir. A los demás les dice que el Reino está muy próximo; para él, el Reino es inminente. El Reino, esto es, la venida de Dios en la plenitud de su amor soberano, un amor capaz de barrerlo todo. Jesús encuentra su libertad, en medio de todas las ataduras que a nosotros nos traban. Está vuelto hacia Dios, comulga con él, coincide con el deseo mismo de Dios.

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