Hume y la norma del gusto

Hume y la norma del gusto.

Cuando en nuestros tiempos se piensa en la relación de una persona con el arte o “un objeto estético” se termina por concluir que la apreciación está en el ojo del observador, la subjetividad es la madre de todo juicio emitido.
Esta noción no es absurda, ahora sabemos que el gusto no viene desde un mundo ideal ni hay “un alma de las cosas” este se moldea por factores externos (sociales y culturales) de tal modo que yo puedo encontrar bello algo que para alguna persona en Japón no lo es.
Hume tenía claro esto, “La belleza no es una cualidad de las cosas mismas; existe sólo en la mente que las contempla, y cada mente percibe una belleza diferente” (Hume 2008, 42).  Pero también sabía que hay una tendencia histórica de tratar de buscar una “norma” del gusto estético, hume sabía que una norma del gusto “a priori” no existe, solo es caracterizado en este contexto como una asociación de sensaciones de la mente y el objeto.
Sin embargo podemos buscar una tendencia de lo que históricamente se ha considerado bello y partir de ahí.
Humé clasifica el gusto en dos categorías: corporal y mental. En la primera podemos decir que se encuentran aquellos que se dejan seducir por la “belleza” superficial del objeto, se da precisamente cuando pesan más las sensaciones en relación al objeto, que el juicio mismo. Para poder refinar esta “experiencia” Hume recomienda la práctica de un arte.
 “Una belleza mediocre molesta a una persona versada en las muestras más excelentes del mismo género y, por tal razón la considerará deforme, ya que el objeto más acabado de que tenemos experiencia se considera de modo natural que ha alcanzado la cima de la perfección y que merece el mayor aplauso. (Hume 2008, 51)”
Así parece que el gusto no puede desarrollarse sin la educación y solo una persona de “delicadeza de imaginación” y bien formada puede emitir un juicio estético “valido”.

Ahora, para poder encontrar en el “objeto” la característica de lo bello y formar una norma del gusto, es necesario dar una mirada a la historia. En cada periodo lo que se considera bello solo se considera así en función de su contexto histórico y cultural, la sociedades de algún periodo son más afines a aceptar el producto artístico que sea afín a sus ideales y a su moral, por lo que es necesario ir mas allá y buscar la obra que trascienda a estos escenarios, una obra “bella” lo es hoy y hace 500 años.
“Un hombre culto y reflexivo puede aceptar estas peculiaridades y usos, pero un auditorio popular nunca puede desviarse tanto de sus ideas y sentimientos usuales como para que le agraden escenas que no tienen nada en común con ellos”. (Hume 2008, 58)

Fuentes: El hector.

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