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IDEOLOGÍA POLÍTICA Y LITERATURA (LENIN ANTE TOLSTOI)


Enviado por   •  19 de Julio de 2022  •  Resumen  •  2.132 Palabras (9 Páginas)  •  161 Visitas

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UNIVERSIDAD VERACRUZANA
FACULTAD DE TEATRO

LICENCIATURA EN EDUCACIÓN ARTÍSTICA CON
PERFILES DIFERENCIADOS

ARTE E IDEOLOGÍA II
ACTIVIDAD 06: IDEOLOGÍA POLÍTICA Y LITERATURA

Luis Alberto Alarcón Betancourt S21012881

IDEOLOGÍA POLÍTICA Y LITERATURA (LENIN ANTE TOLSTOI)

Entre 1908 y 1911, Lenin escribe una serie de artículos sobre Tolstoi. Los artículos de Lenin examinan la obra de Tolstoi tomando en cuenta el significado político primordial que, a sus ojos, presenta en los últimos años de su vida, en el momento de su muerte y después de ella. Este valor, ampliamente reconocido, lo acepta y no trata de explicarlo o fundamentarlo. Es decir, Lenin no considera las ideas de Tolstoi en abstracto, sino tal como se presentan materializadas verbalmente por un artista genial cuyas obras ocupan un lugar preeminente en la literatura universal.

Debe quedar claro, por tanto, que no sólo el polo positivo de esas contradicciones forma parte del cuerpo verbal de la obra, sino también en el polo opuesto cuando señala que la ideología populista no ha impedido a escritores de esta filiación trazar cuadros verídicos cuando después de la revolución de 1917, en plena guerra civil, llega a considerar el libro de un escritor “blanco”, contrarrevolucionario, Averchenko, como “un libro de talento”. El problema que se plantea él no es, por tanto, el de cómo puede darse una obra literaria de alto valor a partir de cierta ideología, sino el de cuál es la naturaleza de ésta y qué función desempeña en una obra cuyo valor literario admite firmemente sin que pueda ser cuestionado por la ideología que forma cuerpo con ella. El problema que, en definitiva, interesa a Lenin es el del valor político de la obra de Tolstoi en unas circunstancias dadas. Podría añadirse en favor de esta tesis que justamente, porque se trata de una obra valiosa, reconocida ampliamente como tal, interesa su apropiación política en una u otra dirección.

Ciertamente, si el aniversario y la muerte de Tolstoi se convierten en acontecimientos políticos, ello se debe a que se trata de un artista genial. Esto, como hemos visto, no pasa inadvertido por Lenin. Pero el meollo de la cuestión no está ahí, sino en el hecho de que la obra de Tolstoi puede ser apropiada de diversas maneras, o admite varias lecturas políticas en el marco del reconocimiento común de su genialidad o importancia estética universal. Ahora bien, es la ideología tolstoiana, y particularmente su carácter contradictorio, lo que determina las diversas lecturas políticas de Tolstoi.

Por ello, al tratar de destacar el valor político de su obra, Lenin fija la atención en su contenido de ideas, dando por supuesto que se trata de las ideas de un artista genial. El problema de cómo el talento artístico tolstoiano ha logrado materializarlas, darles cuerpo en una obra de alto valor literario, no es un problema propiamente político o ideológico-político, sino de crítica o teoría literaria. Las ideas de Tolstoi son contradictorias, pero por ser ideas de un artista en su obra, de ideas encarnadas, que han recibido una forma. Lenin, por tanto, no puede ignorar que cuando habla de la ideología tolstoiana no se refiere a una ideología en estado puro, al margen de la obra.

Se trata de una ideología formada que, por consiguiente, sólo se manifiesta en la obra ya producida o creada. Hasta ahora hemos visto que las contradicciones que señala Lenin son contradicciones en las ideas. Pero debemos tener presentes otras dos contradicciones que también él señala y que, al parecer, vendrían a refutar lo que hemos venido afirmando. Pero, en verdad, no se trata de contradicciones entre la obra y algo exterior a ella, sino entre la obra genial y su realismo lúcido, por un lado, y el terrateniente que se hace presente en ella por su fanático cristianismo y prédica de la religión, por otro.

La contradicción se establece entre la obra en cuanto que da cierta visión de la realidad y ciertas ideas de ella. Pero esta contradicción deja de ser exterior en cuanto que se encuentran no en estado puro, o al margen de la obra, sino como ideas que han recibido una forma artística y que sólo existen, en Tolstoi, en contradicción con otras ideas. Y esto es cabalmente lo que hace Lenin. Así pues, Tolstoi como artista genial no lo es sólo por, o gracias a, sus elementos ideológicos progresistas, como una crítica simplista pretendiera hacer creer haciendo pendant con la crítica reaccionaria de su tiempo, que vincularía su grandeza artística con sus ideas místicas.

Tampoco sería justo decir que la obra de Tolstoi existe y vale a pesar de sus lados reaccionarios, pues éstos no pueden ser separados de los elementos ideológicos positivos en cuanto que forman parte, con ellos, de una totalidad compleja y contradictoria.

Con ello no se descarta, deliberadamente, que la obra de Tolstoi responda o no a esta intención del autor, o que la obra pueda ser puesta en otros planos, como objeto de otros análisis, de un juicio estético, por ejemplo, independientemente de que a éste se llegue a través de un análisis histórico-social. La obra de Tolstoi se presenta, a los ojos de Lenin, cualesquiera que fueren las intenciones de su autor, e independientemente de otros análisis posibles, como un espejo de la Revolución rusa.

La actividad de Tolstoi corresponde principalmente a un periodo de la historia rusa comprendido entre dos puntos cruciales de la misma, entre 1861 y 1905. Lenin pone, asimismo, la obra de Tolstoi en relación con la revolución en que culmina ese periodo y con la ideología que forma parte del proceso que conduce a ella y que, a su vez, en la revolución con que se cierra ese periodo, se muestra en toda su desnudez. La obra de Tolstoi se le presenta con esta dimensión política justamente por hallarse en relación con un proceso histórico que culmina en una práctica política revolucionaria. Pero el propio Lenin se encarga de echar por tierra, en el citado artículo, la tendencia a simplificar la relación especular entre la obra artística y la realidad histórica reflejada en ella.

Resulta así que Tolstoi, que no comprende la revolución y se coloca a espaldas de ella, escribe una obra que es espejo de esa revolución. Para tratar de resolver la dificultad que plantea un “espejo que no refleja bien la realidad”, apela Lenin a la especificidad de la obra de arte, en este caso realista, es decir, a un reflejo específico, artístico. Entre las contradicciones en las ideas de Tolstoi y las contradicciones reales, históricas, existe una vinculación. Las primeras no se desarrollan en un plano abstracto, puramente lógico, sino que reflejan las contradicciones propias de la primera Revolución rusa.

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