INVITACIÓN A LEER ÉTICA PARA AMADOR, DE FERNANDO SAVATER
Enviado por tavolin59 • 25 de Octubre de 2018 • Resumen • 4.136 Palabras (17 Páginas) • 387 Visitas
INVITACIÓN A LEER ÉTICA PARA AMADOR, DE FERNANDO SAVATER
Presenta: Mtra. Flor Hernández Carballido.
Escuela Nacional Preparatoria (5) “José Vasconcelos” UNAM
Fernando Savater inicia aclarando en su libro que la Ética no es substituto de catecismos, como tampoco reflexionar moralmente es asunto solamente de especialistas en Filosofía, sino que la reflexión moral es parte esencial de cualquier educación.
Precisaré los aspectos esenciales que se exponen en el Prólogo, a lo largo de los nueve capítulos y en el Epílogo.
En el PRÓLOGO, Savater señala su intención de escribir el libro para su hijo, es decir, no lo hace como profesor de Filosofía, pues, aclara, lo que un padre puede otorgar a su hijo es CONFIANZA EN SÍ MISMO Y EN SU INTELIGENCIA, que le permitirán ser mejor de lo que ya es, así como también confianza EN EL INSTINTO DE AMOR, que le abre al joven las puertas para merecer la buena compañía. No supone que un padre deba convertirse en el mejor amigo de su hijo pues, considera que, la amistad se da entre iguales y un adolescente en su relación con adultos, profesores y padres sólo le es posible llevarse razonablemente bien, lo cual ya es bastante.
CAPÍTULO PRIMERO: DE QUÉ VA LA ÉTICA
Savater señala en este capítulo que ciertas cosas uno puede aprenderlas o no. Nadie es capaz de saberlo todo, hay que aceptar lo mucho que ignoramos. Pero existen otras cosas que es necesario saberlas porque en ellas nos va la vida, es decir, hay saberes imprescindibles, uno de ellos es aprender el que ciertas cosas nos convienen y otras no, si queremos seguir viviendo.
A lo que nos conviene solemos llamarlo bueno, por el contrario está lo malo. Saber distinguir entre lo bueno y lo malo es un conocimiento que todos intentamos adquirir. Sin embargo existe ambigüedad o confusión respecto de lo bueno y lo malo en las relaciones humanas, pues lo malo parece resultar más o menos bueno y lo bueno, en ocasiones, parece ser malo.
Así pues, saber vivir no resulta fácil, hay diversos criterios opuestos respecto de lo que debemos hacer y al plantearnos qué hacer nos damos cuenta que no siempre podemos hacer lo que queremos, pues no somos omnipotentes. Sin embargo, hay cosas que dependen de nuestra voluntad y eso es un buen síntoma, síntoma de nuestra libertad, de nuestra fuerza en el mundo. Ya que nadie puede creer que no es libre. Espero que este ejemplo lo corrobore:
Cuando cualquiera se empeñe en negarte que los hombres somos libres, te aconsejo que le apliques la prueba del filósofo romano. En la antigüedad, un filósofo romano discutía con un amigo que le negaba la libertad humana y aseguraba que todos los hombres no tienen más remedio que hacer lo que hacen. El filósofo cogió su bastón y comenzó a darle estacazos con toda su fuerza. “Para, ya está bien, no me pegues más”, le decía el otro. Y el filósofo, sin dejar de zurrarle, continuó argumentando: “No dices que no soy libre y que lo que hago no tengo más remedio que hacerlo? Pues entonces no gastes saliva pidiéndome que pare: soy automático”. Hasta que el amigo reconoció que el filósofo podía libremente dejar de pegarle, el filósofo suspendió su paliza. La prueba es buena, pero no debes utilizarla más que en último extremo y siempre con amigos que no sepan artes marciales.[1]
Sirva este relato para mostrar que existe la libertad en nuestras acciones, así como también que tenemos el poder de optar por lo que nos parece bueno, inventar, elegir; pero…hay que tener cuidado, también existe la posibilidad de equivocarnos, de ahí que hay que procurar acertar. A ese saber vivir, al arte de vivir, es a lo que Savater llama Ética.
CAPÍTULO SEGUNDO: ÓRDENES, COSTUMBRES Y CAPRICHOS
Para el autor de Ética para Amador nuestras acciones pueden responder a uno de estos tres aspectos: a órdenes que sacan fuerza, en parte, del miedo a las represalias que se siguen de no obedecer; pero también por la recompensa que ofrecen, si se cumplen.
Otro de los motivos para actuar son las costumbres, éstas se siguen por comodidad o bien por la “presión de los demás”.
Por el contrario, actuar por capricho sale de dentro, nos hace sentirnos libres, aunque también puede responder a la imitación o al rechazo de una orden.
Si bien podemos actuar por alguno de los tres motivos anteriores, suele suceder que en ocasiones, ante situaciones difíciles, ninguno de éstos es de gran ayuda. Pero aun así, somos libres al actuar porque preferimos hacer algo a dejar de hacerlo o bien elegimos hacer algo en particular aunque no esté dentro de las opciones que hubiéramos deseado. Piensa en el siguiente relato que Aristóteles imaginó:
Un barco lleva una importante carga de un puerto a otro. A medio trayecto le sorprende una tremenda tempestad. Parece que la única forma de salvar el barco y la tripulación es arrojar por la borda el cargamento, que además de importante es pesado. El capitán del navío se plantea el siguiente problema: ¿Debo tirar la mercancía o arriesgarme a capear el temporal con ella en la bodega, esperando que el tiempo mejore o que la nave resista? Desde luego, si arroja el cargamento lo hará porque prefiere hacerlo, más no porque quiere tirarlo. Lo que de veras quiere es llegar a puerto con su barco, su tripulación y su mercancía, eso es lo que más le conviene. Sin embargo, dadas las borrascosas circunstancias, prefiere salvar su vida y la de la tripulación en vez de salvar la carga por preciosa que ésta sea. Ojalá no se hubiera levantado la maldita tormenta. Pero la tormenta no la elige, es cosa que se le impone, cosa que le pasa, quiera o no; lo que en cambio puede elegir es el comportamiento a seguir en el peligro que le amenaza. Si tira el cargamento por la borda lo hace porque quiere... y a la vez sin querer. Quiere vivir, salvarse y salvar a los hombres que dependen de él, salvar su barco pero no quisiera quedarse sin la carga ni el provecho que representa, por lo que moriría sin duda de no verse en el trance de tener que escoger entre la pérdida de sus bienes y la pérdida de su vida.
Sin embargo no queda más remedio y debe decidirse: elegirá lo que quiere más, lo que crea más conveniente. Podríamos decir que es libre de optar en circunstancias que él no ha elegido padecer.[2]
CAPÍTULO TERCERO: HAZ LO QUE QUIERAS
En este capítulo Savater reafirma que la Ética se ocupa prioritariamente de la libertad y ésta consiste en DECIDIR, EN DARSE CUENTA de que estás decidiendo. Ser libre es lo más opuesto a dejarse llevar, así sea porque lo dicta la norma, la costumbre o el capricho. Pues, nunca una acción es buena sólo por pertenecer a alguno de estos ámbitos.
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