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ETICA PARA AMADOR FERNANDO SAVATER


Enviado por   •  2 de Marzo de 2013  •  3.287 Palabras (14 Páginas)  •  1.131 Visitas

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Ética para Amador de Fernando Savater

Martes 16 de junio de 2009, por Romina Soledad Bada

Fernando Savater escribe este libro a su hijo Amador, el cual entra en la adolescencia, hablándole sobre las cuestiones éticas de la vida, cuestiones que él debe empezar a plantearse en el camino hacia su madurez. A continuación se realizará una síntesis destacando los aspectos centrales de la obra.

De que va la Ética

El autor comienza explicando brevemente en qué consiste la ética; se puede vivir sin aprender muchas cosas o ignorándolas, pero otras cosas no pueden ser obviadas, lo que nos conviene y lo que no, lo que debemos saber para seguir viviendo, lo bueno y lo malo. Justo aquí es donde comienzan las ambigüedades, puesto que algunas cosas pueden ser buenas en principio pero malas después. En este caso menciona la mentira como ejemplo y dice que en general es algo malo porque destruye la confianza en lo que se dice, y es motivo de enemistad entre la gente.

Asimismo, plantea el caso de que si es mejor decir, por ejemplo a un enfermo terminal, que sus días están contados, o mejor dejarlo vivir plenamente este tiempo sin decirle que va a morir. Pero si uno le dice la verdad, lo que logramos es angustiarlo y hacerlo sentir peor de lo que está, pero si nos callamos, esta persona puede disfrutar plenamente, por lo menos, lo poco o mucho que tenga por vivir.

Detalla también el caso de las termitas, que construyen su hormiguero de manera tal, que es un caparazón contra ciertas hormigas de mayor tamaño, que aunque pueden destruir el hormiguero no en su totalidad, las termitas, pueden levantar nuevamente su fortaleza en muy poco tiempo. Lamentablemente, siempre tiene que haber las termitas-soldados, quienes realmente son las que sacrifican su vida por la seguridad de las demás, pues mientras las termitas levantan nuevamente su fuerte, las hormigas enemigas, son a las termitas-soldado a quienes devoran primero.

Lo que aquí cuenta es, según el autor, vivir bien o saber vivir, aunque siempre hay disparidad de opiniones sobre como ha de ser la buena vida o como se vive bien.

Nuestra vida no está predeterminada como, en cierto sentido, lo está la de los animales que actúan por instinto. Estos no tienen capacidad de decisión ante las adversidades, hacen lo que tienen que hacer, algo que no ocurre en los hombres quienes pueden decidir muchas cosas y modificar así su futuro. Para ilustrar esto toma como ejemplo la Ilíada y hace un breve resumen sobre la historia de Héctor, dando a entender que él pudo elegir a la hora de enfrentarse a Aquiles, pues podía haber salido huyendo, no estaba programado para hacer lo que hizo. Se dice entonces que es libre para elegir.

Habla de los límites que posee la libertad para nosotros. Podemos decidir sobre determinadas cosas, pero existen otras contra las que no podemos luchar, como es la muerte. En este capítulo Savater comenta que, en cierto modo los animales no tienen libertad, es decir, que no pueden elegir y que se limitan a seguir su instinto (lo que la naturaleza ha programado). De esto se deriva el que se le dé tanta importancia a las decisiones que tomamos los humanos.

Sin duda Savater cree que, en cierto modo, los humanos estamos programados. Se refiere a una programación cultural (como la educación) que se nos implanta a lo largo de los años y que, aunque no en todos los casos se sigue, influye de una manera muy fuerte en nuestro comportamiento.

Aún así, él destaca de nuevo nuestra posibilidad de escoger entre el “sí” y el “no”, y es aquí donde de nuevo sale a relucir nuestra libertad. No somos libres de escoger lo que ocurrirá, si no de decidir si lo queremos hacer o no (aunque hay casos en que ni eso se puede escoger). Savater subraya también que en ningún caso el concepto de “intentar” es sinónimo de “lograr” y que como tenemos derecho a elegir, también tenemos derecho a equivocarnos.

Volviendo al ejemplo de Héctor, a pesar de todo lo anterior, él podría haber huido, haber hecho cualquier otra cosa. Al hablar de libertad se hace referencia a que podemos hacer lo que queramos, y cierto es también que no estamos obligados a hacer una sola cosa. En consecuencia se hacen dos aclaraciones sobre la libertad:

1) No somos libres para decidir lo que nos pasa, pero si somos libres para responder de una u otra forma, comportándonos de tal o cual modo.

2) Ser libres para intentar algo no significa lograrlo infaliblemente. Ser libre no es ser omnipotente. La libertad depende en cierto modo de la voluntad, pero no es nuestra voluntad la única de este mundo.

A veces ser libres nos obliga a tomar el camino más difícil. Es más fácil obviar nuestra libertad.

Órdenes, Costumbres y Caprichos

De vez en cuando las circunstancias nos imponen elegir aunque prefiramos no hacerlo; Aristóteles fue uno de los primeros filósofos en tratar esta cuestión, imaginando situaciones en las que una persona tendría que decidir a partir de una circunstancia impuesta y en la cual lo más beneficioso para ésta habría sido no tener que elegir. Ninguna de las opciones gusta y, sin embargo, ha de escoger un camino. Si bien la mayoría de los actos los realizamos de forma rutinaria, no medimos los actos más comunes, si meditáramos todo, a veces eso haría que no fuéramos efectivos.

La mayoría de nuestros gestos y acciones son cosas que todo el mundo hace. Los distintos motivos para hacer tales cosas son:

1. Ordenes: cuando se nos manda por cualquier motivo.

2. Costumbres: cuando todo el mundo repite esos mismos gestos, lo hacemos sin pensar.

3. Caprichos: Lo que hacemos porque nos da la gana… porque queremos.

Las ordenes y las costumbres son cosas obligatorias, que están basadas en el miedo a las represalias o el afecto, la presión social (modas), la comodidad, etc. Se imponen desde fuera. Los caprichos parten, en cambio, de adentro. Bien en circunstancias extremas las ordenes y las costumbres de poco valen pero los caprichos menos. En estos casos debemos improvisar nuestras acciones de la manera más propicia y racional.

Haz lo que quieras

En determinadas circunstancias las decisiones que se toman han de serlo mediante nuestra libertad, asunto del que se ocupa la ética, y que nos permite actuar independientemente de órdenes, costumbres o caprichos que pueden ser malos o “inmorales”.

Esa libertad, que nos permite cuestionar las órdenes que recibimos, las costumbres que nos rodean, o los caprichos que nos atenazan, nos permitirá escoger la solución "correcta” a los problemas

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