Imitar A Los Dioses

IMITAR A LOS DIOSES

Difícil, nunca dulce, más bien violento y cruel resulta al hombre caracteriza la aniquilación de todo, por eso, desagradable es pensar la muerte pues todo lo destruye y aniquila. Fantasear sobre la muerte no sólo es considerar la muerte propia, es pensar la nulificación de todo, y eso es lo intolerable, porque cuando un individuo muere, muere para él, cielo, tierra y mar. Mueres tú, muero yo, muere todo y queda sólo la insoportable nada. Si, porque ante los ojos de quien muere todo estará perdido, Por ello, puedes morir tú, pueden morir los otros. Pero, acaso ¿no queda todo lo demás? Si muero yo, me figuro que la muerte será total, ya no habrá para mí rastro alguno de vida pues todo lo que solía manifestarla se habrá perdido de un solo golpe, cuando en el último intento de atrapar el mundo entero, mis ojos se cierren sin remedio. Eso es lo insufrible, eso es lo inaceptable de la muerte.

Desde siempre la muerte ha sido y al parecer, seguirá siendo la más desafiante enemiga del hombre ya que nos hace ver lo pequeños que somos cuando quisiéramos ser gigantes, ser como dioses, inmortales.

A pesar de que el hombre conoce su irremediable destino, alberga en su ser la esperanza de perpetuarse y ha intentado por todos los medios posibles no dejar de ser, porque se resiste a aceptar la perspectiva de la ruina total, del adiós definitivo a la vida. Por eso, de una y mil formas ha tratado de levantarse contra la muerte aunque sin lograrlo. Ha puesto su máxima esperanza de inmortalidad refugiándose en creencias que, en cierto modo, logran que mitigue un poco su dolor de saberse mortal. Esto lo ha hecho desde los tiempos muy remotos hasta nuestros días, pero ante ésta, su eterna enemiga, lo único que ha podido hacer el hombre es sentarse a llorar resignado al ver su ridícula fuerza de ser mortal frente al inmenso poder de la muerte.

Algunas referencias de esta búsqueda de inmortalidad podemos hallarla en los mitos. La epopeya de Gilgamesh es un claro ejemplo de ello. El héroe de la misma quisiera ser como los dioses para alcanzar la inmortalidad; en el Mito del eterno retorno de Mirsea Eliade podemos ver que el hombre arcaico mitificaba los actos, incluso el acto de morir, pues era para éste como una forma de rechazarla.

Así mismo, el deseo de no morir hace que algunos hombres hagan suya la creencia el la inmortalidad del alma, tema que aquí analizaremos recurriendo a Platón.

Por último, otra forma de negar la muerte, y una promesa de eternidad, la ha encontrado el hombre en el cristianismo, pues una garantía que esta doctrina ofrece al hombre es la vida eterna.

Por último, otra forma de negar la muerte y una alternativa de vida eterna la ha hallado el hombre en el cristianismo.

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