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LA CONSTRUCCIÓN DE UN CONOCIMIENTO ÉTICO


Enviado por   •  20 de Abril de 2014  •  1.655 Palabras (7 Páginas)  •  174 Visitas

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LA CONSTRUCCIÓN DE UN CONOCIMIENTO ÉTICO

POR: ELEONORA AMAYA Y ANDRÉS CASTELLANOS

I Semestre de la Maestría en Educación. Pontificia Universidad Javeriana, 2014.

Esta ponencia tiene el objetivo de afirmar la importancia de asumir el conocimiento desde una perspectiva ética, basándose en los planteamientos de Michael Foucault (1926-1984) acerca del saber, el poder y la subjetivación; y los aportes de Garzón (2005) con respecto a la construcción de una posición crítica frente al conocimiento científico por parte de las ciencias sociales. Con miras a desarrollar este objetivo, en primer lugar se hará mención de las ideas que constituyen la obra de Foucault, haciendo énfasis en sus postulados referidos a la ética. Posteriormente, se expondrán en contraste las ideas del positivismo frente al conocimiento y, finalmente, se evidenciará cómo a través de las tecnologías del yo y la posición crítica desarrollada en las ciencias sociales, es posible construir un conocimiento ético.

La obra de Foucault está integrada por diferentes etapas: “en primer lugar, una ontología histórica de nosotros mismos en relación con la verdad a través de la cual nos constituimos en sujetos de conocimiento; en segundo lugar, una ontología histórica de nosotros mismos en relación al campo del poder a través de cual nos constituimos en sujetos que actúan sobre los otros; y en tercer lugar, una ontología histórica en relación a la ética a través de la cual nos constituimos en agentes morales.” (Diaz, 1993. p. 12)

A partir de estas ontologías, Foucault concluye que el saber está determinado por el poder y que todo discurso está mediado por las fuerzas que lo rodean, así como se muestra en su metáfora de las palabras y las cosas; haciendo explícito, que la representación de la realidad está determinada por el lugar de enunciación, como se ilustra en la cita de Díaz (1993): “Foucault establece que la palabra no surge azarosamente. Dispone de mecanismos prefijados para su producción. Se emite respetando ciertas sujeciones. Todo discurso se perfila según un juego contrastador de permisiones y de restricciones.” (Díaz, 19. p. 23)

Pero es importante aclarar que Foucault, no designa la influencia del poder como algo negativo, ya que concibe al poder mismo como algo más que una fuerza represora. Esto significa una redefinición del poder. Así, según Foucault, el poder “produce cosas, induce placer, forma saber, produce discursos; es (…) una red productiva que atraviesa todo el cuerpo social.” (Diaz, 1993. p. 24)

Estas ontologías, según Diaz, llevan a que Foucault consolide el concepto de subjetividad, integrando un sujeto de conocimiento, conformado según la episteme de su época; un sujeto de poder sumergido en los dispositivos de fuerzas de su tiempo; y, un sujeto ético configurado en su relación consigo mismo “desde y a través de las prácticas y los discursos.” (Diaz, 1993. p. 53)

Como se ilustra en el orden de las ontologías, Foucault otorga especial relevancia al elemento ético al final de su obra, ya que su mismo quehacer filosófico apunta a un ethos. Es por este motivo que Foucault hace “un análisis del tipo de relación que uno debería mantener con uno mismo, (…) y que determina como el individuo se constituye a sí mismo como sujeto moral de sus propias acciones”. (Diaz, 1993. p. 48)

Foucault intenta delimitar la palabra “moral”, y para estos efectos tiene en cuenta tres aspectos: moral como aparato prescriptivo (fuerte, obligatoria), moral como comportamiento y como relación con uno mismo (orientada hacia la ética, el autodominio y el disfrute de sí). Refiriéndose a esa última relación, Foucault propone las tecnologías del yo que “son prácticas por medio de las cuales los individuos buscan operar transformaciones en sus propias vidas. Estas técnicas interactúan con los poderes, los saberes, y los valores de su tiempo histórico. Pero no son determinadas por ellos. (…) y se caracterizan por prescindir de códigos externos al individuo (…) porque se implementan medidas personales, espirituales y corporales, para conseguir aquello que cada uno considera armónico.” (Diaz, 1993. p. 73)

A raíz de las ideas expuestas anteriormente frente al conocimiento, el poder y la ética, es posible afirmar que “Foucault se inscribe en una corriente de pensamiento que ha socavado la idea de sujeto propia de la modernidad” (Diaz, 1993. p. 11) esa idea de un sujeto independiente, infalible en su acceso a una verdad univoca, que lo guía al dominio de la naturaleza, que bien caracteriza Garzón (2005).

Ese sujeto moderno surge tras el paso de una sociedad de la tradición a una sociedad cuyo nuevo principio “se caracteriza por posibilitar que los hombres y las mujeres puedan, por su propia voluntad, producir un nuevo orden social que corte radicalmente con el anterior.” (Garzón, 2005. p. 4) Ese nuevo principio, encontrado por Descartes, fue la razón. Y dio lugar a que este hombre se emancipara y se entendiera como destinado al conocimiento del mundo: “destinado a este conocimiento, junto con los otros hombres, de modo que la referencia al conocimiento y no al dogma, se constituya en posibilidad de un acuerdo entre todos.”

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