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LA PROPUESTA DE FELICIDAD


Enviado por   •  24 de Septiembre de 2013  •  13.119 Palabras (53 Páginas)  •  326 Visitas

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ÍNDICE

ÍNDICE 2

INTRODUCCIÓN 3

CAPITULO I 7

LA PROPUESTA DE FELICIDAD COMO VIRTUD Y BIEN EN ARISTOTELES 7

1.1. VIRTUD Y FELICIDAD EN ARISTÓTELES 8

1.2. LA FELICIDAD EN EL MUNDO PRE ARISTOTÉLICO 11

1.2.1. La eudaimonia Aristotélica. 11

1.3. LA FELICIDAD DESDE LA PROPUESTA ARISTOTÉLICA 12

1.4. LO BUENO COMO FELICIDAD 14

1.5. EL PLACER COMO OPUESTO A LA FELICIDAD 17

1.6. LA FELICIDAD PERFECTA 19

CAPITULO II 22

LA PROPUESTA DE FELICIDAD DESDE LA CONCEPCION TOMISTA 22

2.1. SANTO TOMAS Y SU VISIÓN DE DIOS COMO EL FIN DE LA PERSONA HUMANA. 23

2.2. DIOS COMO BIEN SUPREMO PARA ALCANZAR LA VERDADERA FELICIDAD. 25

2.3. LA FELICIDAD NO CONSISTE EN LAS RIQUEZAS. 27

2.4. LA FELICIDAD NO CONSISTE EN LOS HONORES. 28

2.5 LA FELICIDAD NO CONSISTE EN EL PLACER. 29

2.6. LA FELICIDAD NO CONSISTE EN ALGÚN BIEN DEL CUERPO. 32

2.7. CAUSA DE LO QUE PROCEDE LA FELICIDAD: SI ES UNA CAUSA DIVINA, HUMANA O FORTUITA 33

CAPITULO III 35

CAMINO HACIA LA FELICIDAD EN ESTA VIDA POSTMODERNA 35

3.1 FELICIDAD DESDE LA CONCEPCIÓN ARISTOTÉLICA. 35

3.2 FELICIDAD DESDE LA CONCEPCIÓN TOMISTA. 36

3.3 FELICIDAD EN EL HOMBRE POSTMODERNO. 37

3.3.1 Los bienes medios para la felicidad 39

3.4 ¿EXISTE FELICIDAD EN EL SUFRIMIENTO? 41

3.5 LA FELICIDAD COMO POSIBLE CAMINO DE PLENITUD 43

CONCLUSIÓN 46

BIBLIOGRAFÍA 47

INTRODUCCIÓN

El tema de la felicidad es sin duda una de las principales inquietudes del ser humano: ¿Qué es la felicidad? ¿Es la felicidad una idea o es una acción? ¿Puede el hombre llegar a ser feliz? Muchos filósofos, desde la antigüedad hasta nuestros tiempos, han tratado de dar respuesta a estos interrogantes sin que por ello se haya elaborado, construido o definido un concepto universal ya que, siendo tan deseado alcanzar tal fin, no es claro lo que es la felicidad. Sin embargo, este llamado a su perenne búsqueda de sentido, de su significado, ha estado no como el principio del sentido de la vida, sino como su fin, es decir, que toda la vida se ordena a él. Así pues, el hombre tiende por naturaleza a lo que considera ser su perfección, su bien. Y es esta perfección o esté bien final la fuente de su felicidad.

Ahora bien, la felicidad se nos manifiesta como un estado de satisfacción o la realización de nuestros proyectos, por el logro, parcial, de nuestra aspiración fundamental. La felicidad no puede confundirse con el placer. Éste consiste en satisfacción parcial y pasajeras de una necesidad o un deseo propio de alguna facultad o parte del hombre. Son pequeños bienes deseados los que, ser conseguidos y experimentados, producen placer de mayor o menor intensidad y duración. El bien que puede hacer el acto debe ser, desde hacer y satisfacer facultades superiores, sus aspiraciones últimas, su vida completa.

Por otra parte, a la felicidad se opone la desgracia; el placer, el sufrimiento o el desagrado. Esto explica que el hombre pueda sentirse feliz a pesar de algunos sufrimientos, lo mismo que puede sentirse desgraciado rodeado de placeres. El placer y el dolor, son estados parciales y pasajeros. La felicidad y la desgracia son estados de plenitud. La felicidad consiste, pues, en el estado de satisfacción por una plenitud de la vida lograda. En este sentido el presente trabajo tiene la única y simple intención de ver la felicidad mas allá de bienes placenteros, materiales, momentáneos, que encaminan al hombre a un bien mal encausado.

En el primer capítulo encontramos la propuesta de uno de los filósofos más destacados en la filosofía griega, nos referimos a Aristóteles, donde nos muestra un sinfín de planteamientos para poder vivir esta felicidad, así en este primer capítulo, se plantea la situación de la felicidad relacionada con la virtud, el cómo, por medio de la realización de las virtudes se llega a este grado de felicidad, solo el que opera según la virtud perfecta y tiene suficientes bienes exteriores para los actos de la virtud es feliz. Y así de esta manera Aristóteles va formando la ética de la virtud, centrada en la búsqueda de la felicidad.

Más adelante se muestran diferentes elementos que Aristóteles presenta en su ética a Nicómaco, que no del todo nos dan la felicidad, como lo son el placer, las riquezas, el honor, elementos que más adelante retomara Santo Tomas. Y por ultimo nos muestra, la felicidad perfecta, que como ya se menciono al principio, es toda aquella que actúa según la realización y en función de la virtud, y en la medida en que esta virtud se desarrolle, será la virtud de la parte mejor para el hombre y este será plenamente feliz según Aristóteles.

De esta manera el Estagirita manifiesta, en su tratado, que la felicidad ha sido identificada con muy diversos bienes: con la virtud, con la sabiduría práctica, con la sabiduría filosófica o con todas ellas acompañadas o no de placer o de prosperidad. La conclusión de Aristóteles es compleja: las mejores actividades son identificables con la felicidad, pero como se trata de saber cuáles son tales "mejores actividades", el concepto de felicidad es vacío a menos de que se haga referencia a los bienes que la producen.

En el segundo capítulo tenemos la aportación de Santo Tomas de la propuesta de felicidad. El tratado que aborda el Aquinate en relación al fin último o la felicidad última del hombre, Tomás lo presenta como «bienaventuranza», hasta entonces conocido con el nombre de «beatitud», cuestión con la que el doctor angélico inicia el tratado de la moral en la Suma teológica. Con este rasgo, el autor diferencía su moral de la de otros filósofos y teólogos, siendo además el primer teólogo que hizo depender toda la moral del fin último y de la bienaventuranza propiamente dicha.

Su tratado, en primer lugar, comienza aludiendo en qué consiste la bienaventuranza, después, qué es, y finalmente, cómo se puede alcanzar. De este modo, el santo admite que la bienaventuranza es el fin último de la vida humana. La manera de proceder en el desarrollo de su argumento es tomando como punto de partida el definir cuál es el fin último del hombre, luego analiza lo que le permite al hombre llegar a este fin o apartarse de él, y finalmente desemboca a lo que él llama la bienaventuranza propiamente dicha.

Posteriormente

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