LAS GRANDES REFLEXIONES SOBRE LA APORIA
Enviado por Ita Morales • 2 de Octubre de 2015 • Informe • 13.639 Palabras (55 Páginas) • 248 Visitas
REFLEXIONES SOBRE LA APORÍA
REALISMO-IDEALISMO
El encuentro del hombre, en si espontanea actitud cognoscitiva, con un con-
junto de manifestaciones distintas a el, es decir, con un mundo "externo", y con una serie de vivencias y elementos, propicios, personales, es decir, con un "mundo interno", ha significado, sin duda, desde la primera aparici6n aun rudimentaria de la conciencia, un conflicto, una contrariedad, un problema, a causa de las profundas dificultades' halladas para entender la correspon-
dencia, reducción, eventual aplicación, entre esos mundos: conflicto que en algunos ha desembocado tal vez en el atisbo de la presencia de una verdadera aporía
El mundo externo y el mundo interno, lo objetivo y lo subjetivo, lo empírico y lo a Priori, lo real y lo ideal, lo abstracto y lo concreto, lo existente y lo "apareciente", lo fenomenico y lo nouménico, el ser y el pensamiento o cualesquiera otras denominaciones más o menos equivalentes que se les de implican o parecen implicar una oposición tan radical, irreductible, contradictoria y excluyente, que a través de la historia del pensamiento produjo y mantiene el par de ismos opuestos quizá mas relevante: el de realismo-idealismo. Las dos actitudes se apoyan en fundamentos teóricos y empíricos, que en principio pueden considerarse como indubitables; lo cual precisamente haría pensar que se trata de un falso problema, de un defecto de perspectiva, o de los polos de una antinomia. Porque, en primer lugar, la oposición misma en cuanto tal no es la causa del problema, ya que ella es algo natural -lo que en ultimo término se funda en la dualidad y alteridad de los elementos conocitivos, es decir, el objeto y el sujeto-, en vista de que las características de los factores opuestos son esenciales, definitorias.
Por otra parte, la existencia en cuanto tal, correlacionada y aun correspondiente, de los dos aspectos, no solo no es conflictiva de por sí, sino que es necesaria; e incomprensible seria más bien la no-coexistencia. Que algo sea real y algo diverso y opuesto sea ideal; que exista algo subjetivo y algo objetivo; que haya algo empírico y algo a Priori, etc.: todo esto nadie podrá negarlo, una vez bien definidos los términos. La dificultad estriba más bien en otros puntos. Los principales, a mi juicio, son dos: primero, la eliminación llana y simple de un aspecto, reduciendo el otro a éste -pueden servir de ejemplos el empirismo, el fenomenismo o los idealismos radicales de Platón y Berkeley-, y segundo, la sustitución o suplantación de un aspecto con otro, sin negar necesariamente el primero, o, dicho en diversa forma, la atribución de las características propias del uno al otro -como sería, considerando las formulaciones de Kant, un realismo trascendental (=aristotélico-escolástico) y un idealismo empírico o material. Tanto la eliminación y la sustitución, como cualesquiera otras actitudes que pretendan soslayar el problema planteado por la oposici6n natural entre los dos aspectos, desembocan en teorías que por principio se cierran la puerta a la posible soluci6n, o cuando menos al reconocimiento de una aporía, de una antinomia.
A mi juicio, las positions gnoseológicas realismo-idealismo- así en cuanto ismos y en cuanto teorías explicativas, no como meras comprobaciones de fenómenos- derivan histórica y doctrinalmente del problema que existió siempre acerca del origen, de la causa y "localizaci6n" de las determinaciones formales y materiales que ofrece la realidad (ejemplo plástico de esta diferencia sería una cosa de un metal concreto - determinación material, y con una figura particular = determinación formal). No es difícil advertir que todo realismo, en general, sostiene que esas determinaciones precisamente "se hallan" en la realidad, de donde proceden para la mente; mientras que todo idealismo, en general, sostiene que tales determinaciones son función y producto de la facultad conoccitiva.
Ahora bien, el problema no se refiere a la aportaci6n especifica que es atribuida a cada factor, ya que el conocimiento, según los datos fenoménicos, siendo por una parte un acto y teniendo por otra un contenido, ofrece necesariamente un aspecto mental estructural e ideal y otro aspecto diverso del acto y de la estructura ideal por cuyo medio es conocido, independiente en tal forma, y por lo mismo real. Es decir, fenoménica y provisionalmente al menos, no puede negarse que lo "real", la realidad, aporte algo en orden al conocimiento, así como lo hacen las estructuras ideales de la facultad conocitiva: esto segundo parece imposible que alguien lo niegue, si no como "ideas" estrictamente dichas, sí al menos como instrumentos conocitivos; para lo primero, basta la evidencia de que la facultad conocitiva no puede ni imaginar ficticiamente, ni deducir lógicamente, ni crear entitativamente el contenido u objeto último e irreductible del conocimiento: en el primer caso se trataría de una ilusión o apariencia; en el segundo, de una pura construcción mental; en el tercero, de una acción y un efecto negados por principio al ser finito.
El problema, que ahora enfocamos muy sumariamente, más bien se refiere en general a la atribución no específica o invertida de los elementos determinativos a uno de los factores en vez del otro. Los elementos determinativos sedan de dos clases: de simple "determinación" de la pura existencia -cuasi determinaci6n- y de determinaci6n propiamente dicha, formal y categorial. Todo realismo falso o infundado deriva de una atribución absoluta del segundo tipo de elementos a la "realidad"; en forma parecida, todo idealismo falso o infundado deriva de una atribución también absoluta, a las estructuras ideales o al acto y a la función gnoseológicos de la mente, de cualquier materia o sustrato entitativo,l que resolviera el problema aludido antes, el cual deriva de la imposibilidad de reducir el conocimiento a una ficción, deducción o creación. En cierta forma hay una atribución total de las dos clases de elementos ora a uno, ora a otro de los aspectos o factores.
II
Acerca de este problema, el ordinario realismo tradicional resulta ingenuo y con bases empiristas y positivistas. Su tesis se reduce en el fondo a la reafirmación o confirmaci6n del dato fenoménico, semejante a los asertos que se hacen en el sistema tolemaico del mundo: el Sol sale, el Sol se pone, el Sol recorre el cielo. Para este realismo, en general, los objetos, los seres, son entitativamente como se nos manifiestan, tienen en sí y por si no sólo las cualidades sensibles o sus fundamentos, sino las formas y estructuras mismas, es decir, las esencias, las formas sustanciales. El mundo empírico se convierte en mundo trascendente por un lado y en trascendental por otro; lo primero, por su existencia independiente en sí, y lo segundo, por la atribuci6n a e1 de las estructuras formales. En términos estrictos, y con respecto a este pro-
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