La Existencia De Dios Basado En Aristoteles
Enviado por Romgamer1997 • 10 de Mayo de 2014 • 2.300 Palabras (10 Páginas) • 209 Visitas
Aristóteles: El Universo y Dios
Por Santiago Fernández Burillo
Gracias a sus descubrimientos metafísicos, Aristóteles es el primer filósofo que establece vías universalmente válidas del pensamiento hacia Dios.
1. CIELOS Y TIERRA: LA IMAGEN DEL MUNDO.
Como en toda la antigüedad, también en Aristóteles la imagen del Universo es la de un todo ordenado admirable (cosmos). Las regiones del mundo son dos: la Tierra y los cielos astronómicos. La Tierra ha sido objeto de estudio en la Física; las substancias naturales son cambiantes y corruptibles; constan de elementos. En la Tierra todo es cambio. En los cielos, por el contrario, no hay el más mínimo cambio: movimiento local perfecto, circular. La astronomía antigua y moderna, hasta Johannes Kepler (1571-1630), tomaba como evidente el carácter circular de las órbitas celestes debido a la creencia implícita en que los cielos son la región de las cosas eternas.
Aristóteles no elaboró una astronomía, se limitó a adoptar las teorías vigentes en su tiempo, las cuales no pretendían describir la realidad sino tan sólo explicar las “apariencias celestes”. La Astronomía de Eudoxio de Cnido (408-355, a.C.) mejorada por Calipso de Cízico, es adoptada por Aristóteles, que la puso en estrecha vinculación con ideas metafísicas. Así cada una de las esferas o cielos, de que consta el Cosmos, es un cuerpo indestructible, hecho de una “quinta esencia” o materia sutil e incorruptible (“éter”), que está animado por un principio vital a modo de forma sustancial: una inteligencia también incorruptible. La Inteligencia que anima el primer cielo, es el Primer Motor Inmóvil, de la Física.
La Tierra se encuentra en el centro (geocentrismo) del sistema de los cielos, inmóvil. Las esferas giran en torno a la Tierra, incorruptibles y perfectas. La perfección de las esferas celestes es mayor cuanto más se alejan de la Tierra. Hay siete esferas por encima de la Tierra, que contienen 34 órbitas, esto es, sistemas orbitales, giratorios, en los que se sitúan la Luna, el Sol, y los planetas conocidos (Venus, Mercurio, Marte, más Júpiter y Saturno), finalmente, hay la órbita de las estrellas fijas, que los contiene todos. Cada movimiento orbital está equilibrado por una esfera compensatoria, que gira en sentido contrario con la misma velocidad angular, de manera que el total de esferas o orbes es de 55 o de 47. Con este modelo de “máquina de los cielos” Aristóteles sólo pretendía “explicar las apariencias”, es decir, aquello que vemos en la alternancia del día y la noche, los meses, las estaciones, etc.
El movimiento de los cielos proviene de un impulso mecánico comunicado por el Primer Motor. El Primer Motor se ocupa, él mismo, en el conocimiento de Dios. Dios no forma parte del Universo. Y “mueve” de manera figurada: la Inteligencia del primer cielo lo conoce y en su contemplación encuentra un gozo perfecto, que traduce en la comunicación a su cuerpo de un movimiento perfecto; el primer cielo, por tanto, se mueve de manera uniforme y eterna. El movimiento perfecto de los cielos alcanzando a las dos últimas esferas, experimenta perturbaciones: la inclinación del zodíaco explica la aproximación y alejamiento periódicos del Sol a la Tierra, las perturbaciones atmosféricas, los cambios de los elementos terrestres. La mecánica celeste de Aristóteles estuvo vigente hasta el siglo XVI. El único interés que tiene hoy es ver cómo el Estagirita ordenaba las sustancias por grados de perfección ascendente hasta llegar a Dios, el cual está fuera de la Naturaleza. Las inteligencias intermedias eran hipotéticas, como todo el sistema astronómico. En todo caso, reflejaban la convicción de que lo actual –lo que tiene acto– es sobre todo intelectual y tiene grados: el hombre corona el mundo físico, con una mente (noûs) capaz de conocerlo todo; por encima del hombre, con una actualidad superior, cada inteligencia es un grado, hasta llegar a Dios, Inteligencia que es Acto puro. El Neoplatonismo pseudo-aristotélico otorgaría un enorme papel a las inteligencias “separadas” al pretender que el alma de todos los hombres o incluso Dios mismo, eran alguna de aquellas sustancias perfectas, “separadas”.
2. LA EXISTENCIA DE DIOS.
2.1. Argumento general: prioridad absoluta del ser en acto sobre el ser en potencia.
Aristóteles llega a la existencia de un Dios único por la línea de la absoluta prioridad del acto sobre la potencia. Un principio netamente aristotélico, de gran trascendencia es prioridad del acto respecto al ser en potencia. El acto es “antes” que el ser en potencia, no sólo según la perfección, sino también según el tiempo, y en todos los sentidos. Por tanto allí donde se encuentre ente en potencia es preciso que haya un ser en acto, superior, que le comunique actualidad; y así siempre, hasta llegar a un Acto tal que, no teniendo potencialidad alguna, sea Acto “puro”, el Acto superior a cualquier acto; y en consecuencia, no puede ser precedido por ningún otro acto, antes bien los precede a todos, no depende de nada ni es causado, sino que todos dependen de Él. La prioridad del acto exige la existencia del Acto puro (= sin potencia), ya que la actualidad no se sostiene en la potencia sino precisamente a la inversa. Ahora bien, tal prioridad se contempla según dos ópticas: la del conocimiento y la del cambio físico en el mundo.
2.2. Argumentos basados en la prioridad absoluta de la inteligencia.
Como la primera significación de “ser en acto “ es el conocer (como el que está despierto al que duerme, como el que piensa a quien puede pensar), acto es sinónimo de perfección. La acción cognoscitiva es superior a la acción física. Cuando consideramos en acto, «vemos», pero, no lo sabemos todo: podemos saberlo todo, pero no lo sabemos todo. En la línea del acto vital, se ve una potencialidad distinta de la material: no lo sabemos todo, no lo sabemos siempre, aunque saber es perfección; esta perfección no se sostiene por sí sola, por lo tanto hay una Inteligencia en acto de entender, plena y eterna: esto es, el Acto puro, el entender de un Inteligente que entiende en plena actualidad. Es vida perfecta y eterna. Esto es el Dios de Aristóteles.
El argumento por la prioridad de la inteligencia elaborado en la época platónica, se encontraba en los escritos de juventud y presentaba diversas formas:
·a)Por el orden del mundo
El objeto de la inteligencia es el orden. Si el mundo es inteligible ha de haber un Inteligente por encima del mundo: «si alguien sentado en lo alto de la montaña troyana de Ida, hubiese visto el ejército de los helenos avanzando por la llanura en orden
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