Dios Y La Teleología En La Metafísica De Aristóteles: Comparación Libro VII Y XII
parpadeonirika23 de Julio de 2012
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Introducción:
El primer libro escrito por el Estagirita dentro de la Metafísica, sería según palabra de los más importantes interpretes, el Libro XII . El cuadro cronológico de los escritos de las distintas obras no nos proporciona un ordenamiento satisfactorio del pensamiento. En cada período los temas se entrecruzan o se yuxtaponen de modo que no permiten descubrir un orden coherente. Ahora sabemos con certeza que el libro XII fue el primero en ser escrito, y no la coronación de la Metafísica. Aquí se desarrolla la llamada teología, lo que es una prueba de la inclinación inicial del autor hacia los temas de la ontología. Pero parece ser, que con el transcurrir del tiempo el centro de su interés se fue desplazando hacia el intento de tratar de dar exégesis al problema de la ousía corruptible sensible. Aristóteles abandona ahora los temas abstractos de más alta especulación, pues sur interés metafísico al parecer sufrió un sutil enfriamiento. Hoy existe como innegable el hecho de que la teología fue escrita con anterioridad a la ontología sensible, y también es indiscutible que el conjunto de libros VII-IX es el más acabado de la obra.
Esto nos permite contemplar como la arquitectura de la doctrina aristotélica se inició en un nivel de la más alta abstracción, y el movimiento de su pensamiento se encaminó posteriormente a abordar el tema de lo real concreto. De ahí que todo el pensamiento inicial se fue conformando en relación a la necesidad de dar comprensión de las cosas naturales del mundo sublunar.
Esta monografía no anhela otra cosa más que esbozar un análisis al tema de Dios y su vinculación con la teleología dentro del opus de la Metafísica, tomando como libros centrales para esta labor investigativa los Libros XII y VII. Si bien se encontrarán también citas correspondientes a otros libros, será solamente como apoyatura para iluminar el tema que en esta ocasión nos toca abordar. Será menester también comprender que la razón por la cual se comienza en esta monografía, con el tema de la teología, y se culmina posteriormente con el tema de la ontología de lo sensible, es a causa de que se tratará de respetar la dirección que el pensar aristotélico también supo tomar en su determinado momento. Consecuencia de esto, fueron las aclaraciones previas referidas al orden temporal de los trabajos del filósofo.
La labor de análisis de las nociones aristotélicas que se verá desarrollado a continuación, podrá ser considerado quizás excesivo y que tal vez impida la conexión semántica de todo este trabajo. Nos pareció vital, no obstante, el detenernos a esclarecer una serie de conceptos necesarios para la comprensión de aquello que buscamos dar a comprender.
Desarrollo:
“De este principio dependen la totalidad de la naturaleza y su género de vida es el mejor que brevemente podemos gozar.”
Dios yace en lo alto del universo aristotélico, en la culminación y en el comienzo de toda la naturaleza. Es causa primera (más adelante observaremos por qué es causa y por qué ésta es primera) del universo y su influencia es determinante para todo su acontecer. Aristóteles encuentra en Dios el principio explicativo del movimiento; éste como ser de perfección absoluto da razón al dinamismo de la naturaleza.
A continuación comenzaremos a dilucidar las características principales de esta deidad aristotélica:
“No habrá movimiento alguno si el productor del movimiento solo tiene potencia de mover, pero no la ejerce en actividad.”
En esta doctrina, tanto el tiempo como el movimiento, han existido siempre, son eternos. Si el tiempo no existiese no habría antes ni después (ni tampoco movimiento), y tanto el tiempo como el movimiento son continuos. El tiempo es efectivamente o lo mismo que el movimiento, o un atributo de él. La consecuencia de esto es que deber existir (y siempre ha existido) como productor del movimiento una sustancia cuya esencia sea solamente actualidad, sin mezcla de materia (que es corruptible). Y el motivo por el cual esta sustancia deba estar en acto puro lo explicará Aristóteles afirmando:
“Es menester, pues, que exista un principio cuyo lo que es ser esto sea actividad. Y esas ousías tienen que existir sin materia, pues es necesario que sean eternas.”
La necesidad de aclarar que este principio deba existir sin rastros de materia, es a razón de que la materia inherente en ella le quitaría en cierta medida la calidad de eterna (puesto que la materia, como ya hemos afirmado antes, se corrompe). Este “productor” de movimiento, debería a su vez confrontar con la noción de Alma Suprema en Platón, que suponía un motor que se movía por sí mismo como causa primera. Para el estagirita, no había nada semejante en la naturaleza a “moverse a sí mismo”, lo que implicaría el estar en acto y en potencia al mismo tiempo, y respecto al acto mismo del cambio. Y esto lo ilustra:
“Es imposible que lo que se mueve a sí mismo se mueva a sí mismo en su totalidad, equivaldría a puesto en movimiento y causante de movimiento en el mismo acto de locomoción…Además se ha establecido que lo que se mueve es lo movible, es decir, lo que se mueve en potencia, pero no en acto, y la potencia precede a la actualidad. Pero lo que mueve existe ya en acto.”
Nos detendremos un momento a entender esto último. El movimiento es la actualización incompleta de lo movible. Aquello que está en movimiento no está en acto, sino en camino a alcanzar su fin, por lo que se mueve en potencia. Dicho en otras palabras, el movimiento es la actividad de lo que está en potencia, aquello que aún no ha logrado su forma y está tras ella, por lo que el telos (durante la locomoción) aún está en potencia de ser logrado. Ejemplo:
“Cuando lo construible (potencia) se encuentra en su actividad es construido y esto es la construcción (movimiento). El movimiento tiene lugar cuando la actividad misma existe, ni antes ni después.”
En resumen, el movimiento es la actividad de aquello que está en potencia, cuando se pone en actividad, no en cuanto a sí mismo, sino en cuanto lo movible. Por lo que no es posible que lo que se mueve (en acto) sea a su vez lo movido (en potencia). Lo que se mueve es lo que está en potencia de ser, mas aquello que mueve es causa de movimiento y ya se encuentra en acto.
Cuando se afirma que “la potencia siempre precede a la actualidad”, se asevera una importante noción dentro del pensamiento aristotélico: el acto está metafísicamente antes que la potencia; anterior cronológica (la materia, que es potencia se encuentra temporalmente antes que la forma que es acto, solo como principio exegético del movimiento decimos que es anterior el acto a la potencia) y ontológicamente.
“Pero también en cuanto ousía, la actividad es anterior a la potencia porque lo posterior en la generación (hombre respecto del niño) es anterior en cuanto la forma (el hombre adulto posee la forma de hombre, mas el niño solo la posee en potencia).”
Puesto que el movimiento es innegable, debe haber una causa última del mismo. El hecho de que un ser anterior sea principio del movimiento de uno próximo y posterior es lógicamente aceptable; mas un retroceso al infinito en la búsqueda de causas antecesoras de movimiento sería, por así decirlo, inaceptable (puesto que esto no explicaría nada). Sólo una cosa puede estar al comienzo de todo, la cual debe poseer la capacidad de iniciar el movimiento sin moverse ello mismo (motor inmóvil). La consecuencia de todo esto es que debe existir (y siempre ha existido) un ser en acto puro, cuya esencia verdadera es la actualidad, sin mezcla alguna con la materia; una sustancia además de la sensible (que se divide en corruptible y eterna- astros-) que pueda existir independientemente de la materia, una determinación que sea perfecta y que tenga una existencia separada del universo. Ya al comienzo del libro XII hablará de esta necesidad de una sustancia no sensible, perdurable:
“Hay tres tipos de ousía: la ousía sensible eterna, la ousía sensible corruptible, la ousía inmóvil.”
El Motor Inmóvil como causa primera existen dentro de la doctrina de Aristóteles como el Dios que es razón fundamental de todo el movimiento del universo, es aquel ser de actualidad pura que se encuentra al comienzo y al final de todo.
“De lo dicho resulta claro que existe una ousía eterna, inmóvil y separada de las cosas sensibles (…) Es apacible e inalterable, pues todos los demás movimientos son posteriores al local y lo presuponen (…) El primer principio es (un motor) inmóvil que pone en marcha el primer movimiento eterno y único. Puesto que todo movimiento eterno tiene que ser puesto en movimiento por un principio eterno, es necesario que cada uno de esos movimientos de traslación sea movido por una ousía inmóvil y eterna.”
Finalmente, a la espera una vez más de la manifestación suprema del ser y la única sustancia pura, resulta que Dios, estando completamente libre de la materia, es específica y numéricamente uno, perfecto en el ser (la actualidad) y perfectamente cognoscible.
Desmenuzaremos a continuación de qué modo existe el intelecto divino. Eternamente activo, él piensa continuamente, no sólo con la potencialidad del pensamiento, como una persona que duerme; y su pensamiento no debe ocuparse de objeto fortuito alguno, sino sólo de lo que es mejor y más valioso y, además de lo que es inmutable. El cambio en el objeto implicaría cambio en el pensador, según la psicología aristotélica, mas el cambio es una forma de kinesis que implicaría potencialidad, y Dios es, en todo caso, por definición inmóvil e inmutable. El
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