La Filosofia Helenistica
Enviado por Tereomy • 29 de Agosto de 2011 • 1.958 Palabras (8 Páginas) • 5.449 Visitas
La filosofía helenística (I)
El helenismo es un proceso histórico complejo donde convergen distintos factores.
Los mismos no los podemos examinar exhaustivamente, dado el propósito acotado de este paper.
Sin lugar a dudas, la pólis clásica marchita con Alejandro. A su muerte, el reparto del Imperio Macedonio entre sus generales da lugar a reinos y tiranías diversas. El centro del mundo intelectual se desplaza de Atenas a Alejandría, principalmente. Estamos en el contexto histórico en que progresivamente aparece la cosmópolis, como consecuencia de la pérdida del marco de referencia que daba sentido a la idea griega del hombre libre, el ciudadano, el polites.
Curiosamente –o paradójicamente- el momento cumbre de la reflexión sobre los fenómenos de la filosofía práctica –la ética, la política, el derecho- se produce cuando la pólis y la vida política misma se encuentran degradadas.
En Sócrates, la auto-inspección, asociada a la búsqueda de los principios que guíen las acciones humanas, se yergue frente al efecto disociante de la enseñanza sofística, derivado del uso instrumental de la retórica -en tanto teckné concebida para convertir un argumento débil en uno fuerte, en tanto arma política para ser usada inescrupulosamente en las asambleas y como correlato de la política exterior emprendida por el Imperio Ateniense. La actitud socrática y de los socráticos -sobre todo, de Platón- se verifica en una época en donde la desubicación moral y política era moneda corriente. Y estamos hablando de la segunda mitad del siglo V a C. y parte de la primera mitad del IV a C.
E incluso algunos integrantes del círculo socrático, - como Alcibíades y Critias- no eran precisamente modelos de actitud socrática. Como actores relevantes de la política ateniense de la época, más bien expresaban parte del cinismo y la ambición imperantes. Es factible que el proceso y condena de Sócrates haya sido una “factura” pasada por el “establishment” merced a las acciones de estos discípulos, difícilmente encuadrables en el modelo de conducta propuesto y enseñado por aquél.
Tras la muerte de Sócrates, el contexto social y espiritual en que Platón desarrolla su obra no se compadece para nada con el escenario que había hecho de Grecia el paradigma del gobierno de la ley. La guerra del Peloponeso había debilitado la nación (en la terminología de Burkhardt) griega y la había dejado a merced del Imperio Macedonio de Filipo II. La política filomacedónica de Atenas, pese a Demóstenes y a la relativa resistencia al poder macedonio, había sellado para siempre el destino de Grecia en dirección a la formidable expansión del Imperio llevada adelante por Alejandro Magno.
A la muerte de éste, la cosmópolis se hace posible como el nuevo escenario del mundo conocido. La pólis ha muerto. Las consecuencias para el espíritu humano se traducen filosóficamente en el retraimiento intelectual que el estoicismo y el epicureísmo convertirán en doctrinas que tendrán decisiva influencia en los siglos posteriores. Todo ello será objeto de análisis en el próximo artículo.
La filosofía helenística (II)
A la muerte de Alejandro –hacia el 323 a. C.- el Imperio Macedonio abarcaba una sobreextendida superficie del mundo conocido, desde Alejandría (en Egipto) hasta Antioquía (en Siria). Había llegado hasta Persia y hasta la India. Semejante poder no tardaría en resquebrajarse en beneficio de los ambiciosos generales de Alejandro. Pero eso es tema para otro artículo. Nos centraremos en este en las expresiones filosóficas que no encuentran explicación sino en el fenómeno que se caracteriza por el tránsito de la pólis a la cosmópolis.
Conviene advertir, antes de entrar en el estoicismo y el epicureísmo, que la tesis del cosmopolitismo y –asociada a ella- la idea de una ley natural que haga inteligible la acción humana y la torne apropiada según cada contexto concreto de acción individual o política, encuentra su lejano antecedente en los Cínicos, de quienes los estoicos de la primera horneada fueron tributarios. Precisamente, uno de los exponentes de la Escuela Cínica fue Crates de Tebas, discípulo de Diógenes el Cínico –quién llevó la retracción intelectual hacia la interioridad (que postulaba la escuela) hasta las últimas consecuencias- y, a su vez, maestro de Zenón de Citio, el fundador del estoicismo.
La escuela cínica fue fundada por Antístenes de Atenas –amigo de Sócrates-, quien defendía la vida natural en contra de las convenciones humanas. La búsqueda de la felicidad debía orientarse al desarrollo de una vida recta y virtuosa. La misma consistía en observar un comportamiento lo más independiente posible de los factores exteriores, a partir de la supresión o el dominio de deseos y necesidades.
Otra escuela de la cual es menester referir brevemente es la Cirenaica, llamada así por su fundador –natural de Cirene- llamado Aristipo. Las enseñanzas de esta escuela se basan en el principio hedonista-sensualista del goce como fin en sí mismo. Con base en esta doctrina, la vida virtuosa o buena consiste en la producción de mayor volumen de placer gracias a la satisfacción del deseo. La paideia (educación) debe, pues, guiarse por este principio del goce hacia el encuentro con la satisfacción apropiada, determinación que se hará posible merced a la exclusión o morigeración de la probabilidad de ocurrencia del dolor.
Antes de entrar de lleno en el estoicismo –tarea que emprenderemos en el siguiente artículo de manera puntual- conviene poner de manifiesto la dificultad inherente a la tarea de reconstrucción de la doctrina de esta escuela, llevada a cabo por la erudición moderna. No conservamos completa ninguna obra de los filósofos del estoicismo antiguo y medio (excepto el “Himno a Zeus” de Cleantes, sucesor de Zenón). Recién en el llamado “estoicismo imperial” (época de Epícteto, Séneca, Marco Aurelio, entre otros) contamos con obras completas. Claro que en la etapa del “estoicismo imperial” se piensa en el contexto socio-político del Imperio Romano.
En el artículo siguiente, proseguiremos con el tratamiento del tema, centrándonos en la etapa antigua y media de la Escuela Estoica, para hacer luego breves referencias a la etapa imperial. Tendremos en cuenta
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