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La Gente Del Margen


Enviado por   •  3 de Enero de 2013  •  2.047 Palabras (9 Páginas)  •  514 Visitas

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Presente. Año 2012. La raza humana se ha alzado y ha impuesto su superioridad sobre el resto de seres del planeta a lo largo de los siglos hasta llegar a su cénit. Para nosotros, seres modernos, digitales y tecnológicos lo importante es el hoy y el ahora; el disfrutar los placeres, tanto terrenales como espirituales de la vida. El hedonismo y los ideales románticos se han creado un espacio irremplazable en las sociedades actuales. El pasado se puede almacenar con facilidad para ser rememorado cuantas veces queramos y el futuro cada vez tiene menos importancia.

Ahora, imaginemos qué habría pensado un antiguo, por ejemplo, un habitante cualquiera de la Europa del siglo XV si alguien le hubiera dicho que cinco siglos más tarde sería posible destruir ciudades enteras con una sola bomba; que un compuesto como es la penicilina serviría para tratar cientos de enfermedades; o que podríamos comunicarnos a miles de kilómetros de distancia a través de una red invisible de información como es internet. Seguramente esa persona habría pensado que todo aquello no eran más que cuentos, ideales imposibles de alcanzar. Probablemente ni siquiera podría comprender el verdadero alcance de lo que le estaban exponiendo.

¿Y a qué se debe esto? El paso del tiempo lo condiciona todo. Con el paso del tiempo se crea la historia. Los humanos hemos aprendido a través de la experiencia que ese tiempo pasado nos ha proporcionado. Por lo que podríamos decir que, en cierto modo, el paso del tiempo ha sido y es un método de aprendizaje. ¿Pero podemos hablar de la historia como sinónimo de tiempo? Si entendemos la historia tal y como se hace a partir de la ruptura que se produce con la época de transformaciones que siguieron a la gran madre de las revoluciones, la Revolución Francesa, podríamos decir que sí, que la Historia no es más que un fluir constante e imperturbable de acontecimientos que nos guían hacia un futuro que es imposible predecir.

Ahora, paremos a pensar un momento. Si nos pusiéramos en el lugar de ese habitante del siglo XV, si alguien llegara para contarnos lo que podría ocurrir de aquí a “equis” siglos, ¿qué pensaríamos? ¿Alguien podría creerlo? Omitiendo el creciente escepticismo que poco a poco se abre paso en las sociedades modernas debido a los avances tecnológicos y científicos, ¿podríamos creer con total o parcial convicción lo que podría llegar a pasar en un futuro? La respuesta más lógica es sí. La concepción temporal actual, surgida a raíz de la Ilustración, nos lleva a ver el futuro como algo inédito y totalmente imprevisible. El futuro ya no está condicionado por el pasado, como ocurría en el siglo XV. Ya no podemos basarnos en nuestras experiencias pasadas, o las de nuestros ancestros, para intentar adivinar o hacer un esbozo de lo que podría llegar a ocurrir en el futuro, sea éste próximo o lejano.

Y aquí entraré a comentar el tema sobre el que se cierne este ensayo. La incertidumbre sobre el devenir, la forma cambiante del tiempo y la manera en que el futuro podría llegar a romper todos los esquemas y márgenes imaginados. He creído conveniente e interesante analizar esta cuestión utilizando como recurso una distopía.

El objeto elegido para comentar este tema es una recopilación de historias cortas, escritas por el autor estadounidense Orson Scott Card entre 1985 y 1989 y recopiladas en un único volumen titulado La gente del margen, publicado en 1989.

Las historias de esta colección guardan una estrecha relación entre ellas a pesar de que, en principio, los personajes y escenarios que en ellas se muestran puedan parecer poco vinculados. En unos Estados Unidos arrasados tras la tercera guerra mundial se perfila a diferentes grupos de personajes con diferentes inquietudes y diferentes metas. El desarrollo de las historias es lineal y todas ellas, a excepción de la última, se enmarcan en un mundo post-apocalíptico que ha sido llevado al extremo por las ambiciones desmedidas de los seres humanos.

Pero, ¿por qué podemos considerar este objeto como un claro ejemplo de distopía? Bien, en estas historias se dibuja una imagen de un mundo destruido o, más bien, deconstruido. Un mundo en el que la sociedad se ha disuelto, separando sus partes hasta alcanzar el clímax de la individualidad.

En este aspecto, podríamos hablar de un progreso si tomáramos las sociedades como entes invisibles y opresores que impiden al individuo vivir ajeno a ellas. Desde ese punto de vista, el individualismo extremo sería el estado ideal para el ser humano. Pero hablando en términos empíricos, las sociedades tal y como se conciben desde un punto de vista moderno son beneficiosas para el sujeto. Las sociedades son uno de los vehículos que ayudan al sujeto a crecer y a formarse a sí mismo. Por ese mismo motivo, la ausencia de comunidades, de sociedades en las que albergar a los individuos, supondría un retroceso en el esquema social y cultural del ser humano. Podría equipararse a una regresión a los inicios del ser humano, o incluso a tiempos anteriores, ya que hasta los primeros seres humanos vivían en comunidades y se organizaban bajo normas y preceptos preestablecidos.

En la sociedad distópica que Scott Card nos relata, se ha producido una ruptura fundamental, mucho más salvaje y notable que la que se produjo en el paso de la concepción del tiempo pre-moderna a la moderna. En este momento ficticio la historia ya no enseña nada, ya no tiene un uso ni una razón de ser. Tras un holocausto desmedido, y la destrucción de la sociedad tal y como se conocía hasta entonces, la concepción del tiempo se ve cambiada y la gente ya no recurre al pasado, ni siquiera al futuro. No existe una verdadera preocupación por el futuro, ya que la mayor preocupación de la gente es sobrevivir cada día en un mundo egoísta y deshumanizado, un entorno hostil en el que impera la ley del más fuerte y donde las personas han olvidado el significado de conceptos como el altruismo o la filantropía. Lo único importante es el presente, la posibilidad de seguir en pie un día más aunque sea a costa de la vida del prójimo.

Pero al hablar de la distopía que se muestra

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