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La Noción De Intertextualidad En Kristeva Y Barthes


Enviado por   •  21 de Septiembre de 2013  •  2.701 Palabras (11 Páginas)  •  784 Visitas

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Las relaciones literarias: intertextualidad y traducción

Publicado por Jonathan Muñoz

Como apuntábamos en el trabajo anterior, la noción de autoría va a verse cuestionada a partir de los años 60 y 70. Además de lo argüido allí, este cuestionamiento va a verse reforzado por la noción de intertextualidad, que va a incidir sobre la concreción en los textos de las relaciones literarias; por el pensamiento sobre la traducción (la traductología) y su aplicación a los estudios literarios (los Translation Studies); y por el surgimiento de los estudios de la recepción y el papel del lector en la construcción del sentido de los textos. Todas estas aristas confluyen más o menos en el tiempo, produciendo un verdadero giro en la concepción del fenómeno literario.

Si bien el estudio de las relaciones literarias se hace presente en cualquier estudio de literatura comparada -ya el primer comparatismo persigue las influencias de unas literaturas en otras, de unos textos en otros- la sistematización de la misma no cuaja hasta la formulación por Julia Kristeva del término intertextualidad, reformulación, a su vez, del dialogismo de Bajtin. Para el autor ruso, el dialogismo era la presencia en un texto de “otras” voces además de la del autor, dando lugar a una polifonía (1) de voces múltiples e independientes entre sí, no encadenadas a las del autor. Kristeva introduce la intertextualidad en Francia, dentro del movimiento estructuralista, añadiendo al término bajtiniano las relaciones del texto con el contexto de recepción, resultando de ello un doble eje en el universo discursivo de todo texto: uno horizontal (sujeto de la escritura-lector) y otro vertical (texto-contexto). Ambos ejes confluyen “para desvelar un hecho capital: la palabra (el texto) es un cruce de palabras (de textos) en el que se lee al menos otra palabra (texto)” (citado del original por la autora) (2).

Queda establecida así la base sobre la que construir el nuevo papel que el lector desempeña en la producción de sentido, puesto que es él quien opera la lectura y establece las relaciones con otros textos, que no siempre serán establecidas de manera exhaustiva, sino que dependerá de sus conocimientos previos y de la molestia que se tome en la lectura de los textos. Hay que tener en cuenta, no obstante, que las operaciones de lectura acostumbran a estar controladas institucionalmente, respondiendo a menudo a intereses ideológicos y a los requerimientos de las estructuras de poder, por lo que al referirnos al lector no pretendemos insinuar que la lectura no esté mediada por todos estos “agentes”, siendo el lector individual poco más que otro agente de la ideología dominante. Es en este aspecto en el que el contexto desempeña su papel mediador, de recepción.

En el terreno ya puramente del análisis literario, Gerard Genette (3) sistematiza el término intertextualidad -al que él se refiere como transtextualidad-, subdividiéndolo a su vez en cinco tipos distintos que, en grado creciente de abstracción, se denominan: intertextualidad, que correspondería a la presencia efectiva de un texto en otro texto mediante la cita, la alusión o el plagio; la paratextualidad, que sería la relación del texto con los elementos que lo acompañan, como título, subtítulo, epígrafes, prólogos y epílogos, notas al pie, ilustraciones,… Su principal cometido es la influencia sobre el lector (sobre la lectura); el tercer tipo es la metatextualidad, que “es por excelencia la relación crítica” (4). De esta naturaleza son los comentarios críticos y las obras sobre obras. El cuarto tipo es la hipertextualidad, al que Genette le dedica toda la monografía. Por este término entiende Genette “toda relación que une un texto B (al que llamaré hipertexto) a un texto anterior A (al que llamaré hipotexto) en el que se injerta de una manera que no es la del comentario” (5). Pone el ejemplo de La Eneida de Virgilio y el Ulises de Joyce como dos casos de hipertexto cuyo hipotexto sería la Odisea de Homero. La forma de injertarse de una obra en otra puede producirse por transformación simple o indirecta. La transformación simple consistiría en contar lo mismo de distinta manera (Joyce), mientras que la transformación indirecta o imitación narraría hechos bien diferentes pero a la manera del hipotexto (6) (competencia genérica y temática, de las que nos ocuparemos en otro momento).

Por último, el nivel más abstracto de transtextualidad corresponde a lo que Genette llama architextualidad, que no es más que la adscripción genérica de un texto, explícita o implícitamente. Es una categoría de “pura adscripción taxonómica” que el texto “no está obligado a conocer, y mucho menos a declarar” (7). Hay que añadir que estas cinco categorías no son estancas, sino que están inextricablemente unidas, y sus relaciones son numerosas y a menudo decisivas. Así, la architextualidad genérica se establece casi siempre por medio de la hipertextualidad (imitación), y se declara por medio de indicios paratextuales, sin dejar de pertenecer a su vez a la metatextualidad, contenida además en los paratextos (notas al pie, prólogos, estudios introductorios,…) (8).

El concepto de intertextualidad, unido al cuestionamiento de la autoría y a las teorías de la recepción, permite que puedan establecerse relaciones entre obras más allá de la pura intencionalidad del autor, de sus influencias más o menos declaradas. Cabe incluso la posibilidad de que en una obra existan ecos de obras que el autor ni siquiera haya leído, debido al efecto que dichas obras ejercen sobre la cultura o la sociedad en la que el autor está inserto. Me refiero sobre todo a la influencia de determinadas corrientes de pensamiento, escuelas o corrientes, así como a la difusión de determinadas obras, autores o literaturas extranjeras en una nación dada. Una operación de lectura debe establecer las relaciones textuales y literarias con independencia de las limitaciones espacio-temporales del autor físico de la obra; las influencias serán determinadas por el propio texto, esto es, por su lectura, junto a los textos que convoca en su despliegue.

Un caso especial de lectura e intertextualidad: la traducción

El pensamiento sobre la traducción ha sido sistematizado en fechas recientes. Hasta mediados del siglo pasado, era la palabra la unidad sobre la que la traducción operaba, sin tener en cuenta otros aspectos como la totalidad del texto o la cultura de recepción (9). Asimismo, la literatura comparada renegó en sus inicios de la traducción, algo que no resultó en exceso difícil debido a que se centraba en las literaturas europeas. Pero cuando surgió la necesidad de traspasar las fronteras culturales, la traducción se hizo necesaria,

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