La Recompensa De Nefru
Enviado por cesu19 • 5 de Diciembre de 2013 • 481 Palabras (2 Páginas) • 1.031 Visitas
la Vaca del Cielo, que se tendía con el cuerpo arqueado sobre su marido Geb,
el dios de la tierra. Ambos habían procreado a Osiris en el principio de los
tiempos. Como los muertos se unían al sol en su peregrinaje nocturno, debían
quedar cobijados por el firmamento. Contempló el cuerpo estrellado de Nutcon el fervor que sus padres le habían inculcado desde la cuna, y avanzó des-
pacio hasta el centro de la cámara mortuoria. El corazón le dio un vuelco al
encontrar una barca solar chapada en oro, con asientos forrados de seda car-mesí. Era idéntica a la que navegaba por el Nilo en los días de fiesta, cuando
los sacerdotes de Tebas sacaban en procesión la estatua del dios Amón-Ra. Elmuerto la necesitaba para surcar los ríos subterráneos en su viaje a los aposen-
tos del sol. Nefru lo sabía y sin embargo tuvo el atrevimiento de sentarse enel sitio destinado al faraón. Por un momento sintió el dulce mareo del poderabsoluto, pero temió despertar la ira de los dioses y se levantó de inmediato.
Detrás de la barca solar había un cofre de marfil con incrustaciones de zafiros,
envuelto en un denso velo de telarañas. En sus cuatro costados tenía relieves que
describían las gestas heroicas del faraón en las guerras contra Nubia y Siria.
Levantó la tapa con ansiedad, haciendo chirriar los enmohecidos goznes. Con-tenía vasos de alabastro, figurillas de campesinos y artesanos tallados en made-ra (la cuadrilla de siervos que debía trabajar para el difunto en la otra vida), unmatamoscas que podía serle útil en su travesía fluvial, una jarra de cristal corta-do que alguna vez estuvo llena de vino, un ojo de Horus con incrustaciones delapislázuli, numerosas estatuillas del faraón, la efigie de Anubis, el perro negroque acompañaba a los muertos en su viaje de ultratumba y una montaña de al-
hajas que fue sacando de dos en dos, y de tres en tres, deslumbrado por el fulgor
de las piedras preciosas. Pero apenas tuvo tiempo de engolosinarse con ellas,
porque de pronto reparó en la pieza más importante de la tumba: la capilla demadera recubierta de oro que encerraba el sarcófago de Tutmosis I.No pudo descifrar los jeroglíficos inscritos en la superficie exterior, porque
en Egipto sólo sabían leer los nobles, la casta sacerdotal y los escribas de lacorte, pero un reverente pavor le hizo recordar las advertencias de su padre.
Si violaba el sepulcro tal vez quedaría reducido a cenizas, pero la tentación de
ver a la momia de Tutmosis I era demasiado fuerte. Hizo un esfuerzo sobre-
humano para tratar de abrir las pesadas puertas plegables, cerradas con torni-
llos de ébano. Imposible, la gruesa madera de cedro con espigas de bronce y
roble era inexpugnable. Cuando hacía el segundo intento por allanar el sepulcro,pujando hasta ponerse morado, lo sobresaltó
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