La Vida Es Bella
Enviado por Donalda • 23 de Febrero de 2015 • 687 Palabras (3 Páginas) • 192 Visitas
El paraíso que no fue
Era un lugar maravilloso para vivir. La ciudad era tranquila y segura. Sus habitantes amables. En la costa se extendían grandes playas espectaculares donde las aguas eran limpias y cálidas, la arena fina, la brisa suave. A escasos metros de la costa vivía David. Pero él nunca había apreciado demasiado la belleza de aquel lugar.
Era un lugar maravilloso para vivir. La ciudad era tranquila y segura. Sus habitantes amables.
En la costa se extendían grandes playas espectaculares donde las aguas eran limpias y cálidas, la arena fina, la brisa suave. A escasos metros de la costa vivía David. Pero él nunca había apreciado demasiado la belleza de aquel lugar, su obsesión siempre había sido viajar a aquella isla.
Desde su más tierna infancia su pasión era ir a la playa y contemplar la pequeña isla que se veía en el horizonte. Para él no había mayor placer que ver caer el sol sobre aquel pequeño trozo de tierra y soñar que algún día pisaría el islote. Siendo niño había pedido a sus padres que lo llevaran a la isla, pero no estaban muy dispuestos a hacerlo. Decían que era un lugar peligroso, que allí el mar estaba embravecido, que sus costas eran acantilados, el clima malo, la vegetación espinosa y sus gentes desagradables. Sus padres no entendían cómo alguien en su sano juicio querría ir allí.
Pero las palabras de sus padres no mermaron su deseo de conquista. Y así, con apenas seis años, David, intentó llegar a nado él sólo a esa extensión de tierra. Su aventura no resultó como él esperaba, pudiendo haber muerto ahogado de no ser por un pequeño bote que pasaba por allí. Años más tarde lo intentó de nuevo, esta vez con una pequeña barcaza, pero produciendo idénticos resultados que en su incursión anterior, había sido un fracaso.
Sus padres no sabían cómo quitarle esa estúpida idea de la cabeza, ya que tenían miedo de que un día su hijo perdiera la vida en un nuevo intento por pisar aquellas tierras; así que le prometieron que le pagarían un viaje a la isla cuando terminara sus estudios. Su obsesión pareció aplacarse. Pero en realidad David seguía yendo a escondidas a la playa para ver el atardecer mientras soñaba con el día en que vería aquel trozo de tierra.
Cada vez que mencionaba su deseo de viajar hasta allí lo trataban poco menos que de loco. La mayoría trataba de quitarle la idea de la cabeza y otros simplemente creían que hablaba en broma pues no entendían por qué nadie quería ir hasta allí. Durante una conversación con sus compañeros de universidad, David propuso hacer un viaje a la isla. Pero ninguno de sus amigos pareció entusiasmado con la idea, dándole razones parecidas a la de sus padres y decidiendo casi por unanimidad hacer el viaje a las montañas. David no entendía el porqué de la aversión hacia aquel lugar, y seguía yendo cada vez que podía a la playa para ver su preciada isla.
Cuando
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