La importancia del estudio de la política como disciplina autónoma
Enviado por Dnzpark • 3 de Diciembre de 2014 • Ensayo • 1.001 Palabras (5 Páginas) • 248 Visitas
moderna. En virtud de una convención no ayuna de significado, El Príncipe de Maquiavelo es considerado, de hecho, como la primera obra que tiene por objeto la ciencia política. Esta afirmación choca de inmediato con una observación bastante obvia, o sea, que la historia del pensamiento, aun antes de Maquiavelo, conoce un gran número de obras expresamente dedicadas a la política, incluso por el título. De La República de Platón a la Política de Aristóteles, La República de Cicerón o Del gobierno de los príncipes de Tomás de Aquino, tales obras demuestran siempre un gran interés por los problemas de la convivencia humana. Pero cuando se habla de la política como ciencia, es evidente que se hace referencia no ya a un cierto modo de considerar los problemas (en este caso sería necesario incluir también a las nada escasas manifestaciones del pensamiento político oriental, tal y como logramos reconstruirlo al analizar las obras religiosas, filosóficas o literarias) ni tampoco a una exposición puramente sistemática de tales problemas (desde este punto de vista, pocas obras, como por ejemplo la Política de Aristóteles, tendrían derecho a una calificación científica). No es difícil constatar que, si se concibe a la ciencia política como una disciplina moderna, ello depende, en sustancia, del hecho de que se le atribuye la calidad de ciencia a un determinado modo de considerar y de tratar los problemas políticos y precisamente a la consideración de éstos como objeto autónomo y al estudio de la política como disciplina autónoma. El motivo por el cual de esta concepción de la política quedan eliminadas no sólo las obras mis antiguas (en especial las orientales), sino además las que recordamos al principio, es que en ellas ni siquiera se da un estudio sistemático, o bien, cuando lo encontramos, se trata de un estudio que lleva a la política a un sistema más general de problemas y que subordina, orgánicamente, las soluciones políticas a las soluciones religiosas, éticas o filosóficas.
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Desde este punto de vista, no hay duda de que entre las obras políticas antiguas y las obras, digamos, posmaquiavélicas, hay una radical diferencia estructural. Trasilo de ninguna manera fue arbitrario al agregar a La República de Platón el subtitulo De lo justo; pero el comentador que repitiese algo semejante para obras como El Príncipe, El Leviatán, los Dos Tratados sobre el gobierno civil, el Contrato social o para cualquier manual moderno de ciencia política, aparecería simplemente como un espíritu extravagante. El subtítulo del Contrato social de Rousseau —Principios de derecho político—, a la inversa, resultaría completamente incomprensible para un griego o para un romano. Por lo demás, el "escándalo" que provocó por tanto tiempo El Príncipe de Maquiavelo, demuestra cuan largo y complicado fue el proceso mental a través del cual los modernos se han liberado de una concepción que mezclaba el manejo del Estado con la solución de los grandes problemas de la metafísica y de la ética.
Podríamos apreciar mejor la distancia que existe entre los antiguos y los modernos, por lo que toca a la concepción
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