La política de Aristóteles hay que destacar quien fue Aristóteles Filosofo
Enviado por Amauriss de Jesus • 16 de Abril de 2016 • Biografía • 3.759 Palabras (16 Páginas) • 302 Visitas
Introducción
Antes de hacer un análisis de la obra La política de Aristóteles hay que destacar quien fue Aristóteles Filosofo y científico griego que comparte junto platón y Sócrates, la distinción de ser los Filósofos más destacados de la antigüedad, nacido en estagua (macedonia) hijo de un médico de la corte real, Aristóteles se trasladó a Atenas a los 17 años para estudiar en la academia de platón, permaneció en esta ciudad más de 20 años primero como estudiante y luego como maestro. Y luego de varios capítulos en su vida obtuvo su propia escuela donde se convierte en el tutor de Alejandro Magno quien luego se convirtió en Rey y hasta aquí quise investigar algo más sobre Aristóteles y ponerlo aquí en esta introducción ahora vamos a entrar en materia. Esta obra considerada la más importante y más rica contribución de la antigüedad, teniendo en cuenta la diferencia de los tiempos ´´ se dice el más importante de todos los logros que poseemos el dominio de la ciencia política. En el conjunto de libros titulados políticas que en griego se traduce ´´libro de temas políticos´´ puede distinguirse varias secciones menores, de enfoque y temáticas un tanto diversas, por lo que puede observar y leer la obra fue escrita en varios libros que encerraba, libro 1, libro 2, hasta el octavo libro los cuales aparentemente convergen uno con el otro y donde haya una relación de algunos temas en los diferentes libros de la obra.
Política de Aristóteles
Cualquier ciudad es una cierta comunidad, también que toda comunidad está con miras a algún bien (por algo, pues, que los parece obran todos en todos los actos) es evidente. Así que todas las comunidades pretenden como fin algún bien; pero sobre todo pretenden el bien superior y comprende a las demás. Esta es la que llamamos ciudad y comunidad cívica. Cuantos opinan que es lo mismo regir una ciudad, un reino, una familia y un patrimonio con siervos no dicen bien. Creen, pues, que cada una de estas realidades se diferencia de las demás por su mayor o menor dimensión, pero no por su propia especie. Como si uno, por gobernar a unos pocos, fuera amo de una casa; sin más, administrador de un dominio; si has más aun, rey o magistrado; en la idea de que en nada difiere una casa grande y una ciudad pequeña ni un rey y un gobernante político, sino que cuando uno ejerce el mando a título personal resulta un rey, y cuando lo hace según las normas de un arte peculiar, siendo en parte gobernado, es un político. Pero eso no es verdad. Y lo que afirmo será evidente al examinar la cuestión con el método que proponemos. De la misma manera como en los demás objetos es necesario dividir el compuesto hasta sus ingredientes simples (puesto que estos son las partes mínimas del conjunto) así también vamos a ver, al examinara la ciudad, de que elementos se compone. Y luego, al analizarnos, en que difieren unos de otros, y si cabe recoger alguna precisión científica sobre cada uno de los temas tratados.
Es necesario que se emparejen los seres que no pueden subsistir uno sin otro; por ejemplo, la hembra y el macho, con vistas a la generación. (Y esto no es en virtud de una previa elección sino que, como el resto de animales y plantas, es natural el impulso a dejar tras de sí a otra individuo semejante a uno mismo.) O por Ejemplo lo que por naturaleza domina y lo ha dominado, para su supervivencia. Porque el que es capaz de precisión con su inteligencia es un gobernante por naturaleza y un jefe natural. En cambio el que es capaz de realizar las cosas con su cuerpo es súbdito o esclavo, también por naturaleza. Por tal razón amo y esclavo tienen una conveniencia común. La ciudad es la comunidad, procedente de varias aldeas, perfecta, ya que posee, para decirlo de una vez, la conclusión de la autosuficiencia total, y que tiene su origen en la urgencia del vivir, pero subsiste para el vivir el bien. Así que toda ciudad existe por naturaleza, del mismo modo que las ciudades originarias. Ella es finalidad de aquellas, y la naturaleza es finalidad. Ciudad es una de las cosas naturales y que el hombre es, por naturaleza, un animal cívico. Y el enemigo de la sociedad ciudadana es por naturaleza, y no por casualidad obtén un ser inferior o más que un hombre. Como aquel que recrimina Homero. La razón de que el hombre sea un ser social, más que cualquier abeja y que cualquier otro animal gregario, es clara. La naturaleza, pues, como decimos, no hace nada en vano. Solo el hombre, entre los animales, posee la palabra. La voz es una indicación del dolor y del placer; por eso la tienen también los otros animales. La palabra existe para manifestar lo conveniente y lo dañino, así como lo justo y lo injusto. Y esto es lo propio de los humanos frente a los demás animales: poseer, de modo exclusivo, el sentido de lo bueno y lo malo, lo justo y lo injusto, y las demás apreciaciones. La participación comunitaria en estas funda la casa familiar y la ciudad.
La propiedad es una parte de la casa, y la técnica adquisitiva, una parte de la administración domestica, ya que sin las cosas necesarias es imposible tanto vivir como vivir bien. Es necesario disponer de los instrumentos apropiados, si la obra ha de llevarse a cabo, así también en la economía domestico. Los instrumentos son unos inanimados. Si cada uno de los instrumentos pudiera realizar por si mismo su trabajo, cuando recibiera ordenes, o al preverlas, y como cuentan de las estacas de Dédalo o de los trípodes de Hefesto, de los que dice el poeta que entraban por si solos en la asamblea de dioses de tal modo las lanzaderas tejieran por si solas. El ser vivo está constituido, en primer lugar, por alma y cuerpo, de los cuales una manada por naturaleza y el otro es mandado. Hay que estudiarlo lo natural en los seres que se comportan de acuerdo con la naturaleza, y no en los pervertidos.
Puede parecer muchas veces que el cuerpo domina al alma. Al referirnos al hombre y los demás animales sucede lo mismo: los animales domesticables son mejores que los salvajes, y para todos ellos es mejor estar sometidos al hombre, ya que así obtienen su seguridad. Parece que la naturaleza ha dado por si misma tal capacidad adquisitiva a todos los animales, tanto desde el momento de su nacimiento como al cumplir su desarrollo. Así, pues, hay animales que desde el principio, en su generación producen junto con sus crías, una cantidad de alimentos, que es suficiente hasta que esta prole sea capaz de procurársela por sí misma; por ejemplo, los ver mi paros y los ovíparos. En cuanto a los vivíparos, tienen en sí mismos, para sus crías, un alimento propio, el producto natural que llamamos leche. Desde luego, existe una especie de arte adquisitivo que por naturaleza es parte de la administración domestica. Es lo que o bien le debe procurar o facilitarse que ella misma se procure, aquellas cosas cuya provisión es indispensable para la vida útil a la comunidad de la ciudad o de la casa. Y parece que la verdadera riqueza está formada por estos. La provisión de estos bienes en cantidad suficiente no es algo ilimitado como dice solón en su verso:
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