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La teoría de las ideas


Enviado por   •  16 de Noviembre de 2014  •  Informe  •  2.629 Palabras (11 Páginas)  •  192 Visitas

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La teoría de las ideas es la médula de la filosofía platónica, si bien no se encuentra en ninguna de las obras de Platón una formulación precisa de la misma. Sí se encuentran, en cambio, argumentos que suponen la teoría y aplicaciones de la misma a distintos ámbitos: el amor, el conocimiento, el arte, la formación del cosmos, etc. Lo más sustancial de la teoría se resume en la tesis del dualismo: hay dos mundos, el sensible, que percibimos por los sentidos, y el inteligible, accesible sólo por medio de la inteligencia.

La teoría de las ideas tiene tres objetivos o propósitos, relacionados los tres con la oposición socrática y platónica al movimiento sofístico, verdadero antagonista de la filosofía platónica:

Propósito científico. Con la teoría de las ideas Platón pretende proporcionar un fundamento firme al saber, sobre el supuesto, contrario al relativismo gnoseológico de la Sofística, de que hay un saber cierto, definitivo e inmutable, una verdad eterna. No pudiendo constituir la realidad sensible el objeto de tal saber, pues en la realidad sensible nada hay definitivo e inmutable, Platón postulará la existencia de un mundo de objetos inteligibles por encima del mundo sensible. Estos objetos inteligibles permanecen siempre idénticos a sí mismos.

Propósito ético. Siguiendo a Sócrates contra el relativismo moral sofístico, Platón quiere fundar la virtud en el saber, para lo cual supone la existencia de valores morales como entidades subsistentes y eternas: la justicia en sí, el bien en sí, etc.

Propósito político. El fin más alto de la filosofía platónica es la organización perfecta de la sociedad como marco de la perfección del hombre. La reforma del Estado debe llevarse a cabo conforme al conocimiento de la justicia universal, un conocimiento que no es otro que el de la propia teoría de las ideas como teoría del orden universal.

EXPLICACIÓN DE LA TEORÍA DE LAS IDEAS.

Como hemos dicho, el punto de partida de Platón, contra el relativismo y el escepticismo de la sofística, es que hay un conocimiento con carácter de verdad definitiva e inmutable. La seguridad de Platón en que hay ciencia se basa en dos saberes que alcanzan el grado de certeza: el saber matemático y el saber moral.

Sobre la inmutabilidad del conocimiento matemático no hay ninguna duda para nadie; es sin duda el modelo de un conocimiento siempre igual. Sobre la inmutabilidad del conocimiento moral no hay duda para un discípulo de Sócrates, el maestro cuya actividad descansaba en el supuesto de la objetividad de los valores morales. Se puede objetar contra esto último -como hacían los sofistas- que en la vida real no hay constancia de la inmutabilidad de los valores morales, de una justicia inmutable, de una fidelidad siempre igual, y en este sentido los sofistas tendrían razón con su relativismo y convencionalismo. Ahora bien, al margen de que se den o no en este mundo casos de justicia o fidelidad, la justicia consiste en algo, la fidelidad consiste en algo, y esto es siempre igual. Si no tuviéramos esta referencia constante, no podríamos distinguir los casos de justicia y de injusticia. El discurso que se refiriese sólo a la justicia en Atenas y en Tebas y en Corinto, sin referencia a la justicia definida, a la justicia en sí, no sería ningún saber; sería como una geometría elaborada con las ruedas de un carro, con los triángulos de las telarañas. La moral, como la misma matemática, no puede versar únicamente sobre las cosas singulares, sino que hace referencia siempre a objetos ideales inmutables. Así pues, habría que aceptar con Platón una primera tesis de la teoría de las ideas: EXISTEN VALORES MORALES Y ESTÉTICOS ABSOLUTOS.

Pero tomemos otro tipo de predicados. De las cosas predicamos también nombres que no admiten grados (salvo metafóricamente), predicados como hombre, casa, caballo. Si decimos esto es un caballo, parece que el predicado esta vez sí es absoluto, pues no admite diferencia de grado.

Ahora bien, en todas las cosas (los estos, los objetos) a que aplicamos este tipo de predicados, el ser A o ser B no es inmutable y definitivo. Esto es una casa, pero puede producirse un incendio y entonces esto ya no es una casa. De modo que al esto, a la cosa no le pertenece absolutamente, propiamente el ser A...Si le perteneciera absolutamente no podría perderlo. Ahora bien, también de este tipo de predicados (predicados esenciales) tenemos, a juicio de Platón, conocimiento inmutable.

Si podemos decir de algo que es un hombre, es porque tenemos de antemano conocimiento de la esencia hombre. ¿Pueden los seres sensibles ser el origen y el correlato del conocimiento de los predicados de esencia? No, porque nuestro conocimiento de esencias es - supone Platón- inmutable, nunca deja de ser lo que es, y las esencias conocidas son perfectas, mientras que los objetos sensibles alguna vez dejarán de ser la esencia y nunca son perfectamente la esencia. Cuando decimos de algo que es A o B, el A o B es siempre igual.

Lo que conocemos de las cosas es el A o B, es decir el eidos o esencia. Cuando esto se presenta al conocimiento como A y aquello como B, lo que está presente no es propiamente esto o aquello, sino el eidos, la esencia. La cosa sólo es en la medida en que hay presencia en ella de la esencia. La presencia de la cosa, en la medida en que esa presencia es algo, no es de la cosa sino de la esencia. Nada es A sin que de antemano haya el ser A. Y A ESTA CONCLUSIÓN LLEGA LA TEORÍA DE LAS IDEAS: HAY ESENCIAS MÁS ALLÁ DE LAS COSAS: EL SER PROPIAMENTE) ES LA ESENCIA

(Idea traduce las palabras griegas idea y eidos, que también podrían traducirse, como hacen los anglófonos, que traducen form, por forma. Ambas palabras griegas proceden de eidein, que significa ver, mirar, y significan algo así como aspecto, forma visible, pasando luego a tener el sentido de esencia, es decir, lo captado en el mirar...con la inteligencia. Platón emplea preferentemente eidos cuando se refiere al aspecto lógico de la teoría, es decir, a la esencia como concepto universal que se predica de una pluralidad deseresparticulares;yempleaideacuandotrataesteconcepto ontológicamente, es decir, como ser en sí subsistente. En todo caso, para evitar confusiones, la idea platónica no debe entenderse como el acto mental al que se refiere en general en castellano.)

Así pues, según la teoría de las ideas, hay, además de los seres imperfectos y cambiantes del mundo sensible, un mundo inteligible de valores y esencias perfectas. Si alguna cosa llega a ser aquellos seres particulares y si nosotros podemos llegar a conocerla, es sólo en relación con ese mundo inteligible. La respuesta platónica al problema del arjé es que el principio y fundamento de la realidad es la esencia, entendida al modo parmenídeo:

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