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Las Coeforas Y Las Eumenides


Enviado por   •  3 de Diciembre de 2012  •  1.411 Palabras (6 Páginas)  •  734 Visitas

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Las Coeforas

Trata de la culpa en la que incurre Clitemnestra al matar a su marido Agamenón, que no ha de quedar sin castigo por las Erinias. En el palacio de Argos, Clitemnestra, que ahora comparte el trono y la cama con su amante Egisto, se despierta de una pesadilla: sueña que dio a luz a una serpiente y que esta serpiente ahora se alimenta de su pecho, del que saca sangre en lugar de leche. Alarmada por esta pesadilla, que es una posible señal de la ira de los dioses, ordena a su hija, la princesa Electra, a quien mientras tanto Clitemnestra ha reducido prácticamente a la condición de esclava, que haga libaciones sobre la tumba de Agamenón. Un grupo de mujeres, las coéforas, la acompañan para ayudarla.

Electra llega a la tumba de su padre y allí encuentra a un hombre que acaba de poner un rizo de su pelo sobre la piedra. Electra expresa un rencor y un odio terrible contra su madre Clitemnestra, que mató a su padre y vive con su amante Egisto. Comienzan a hablar y gradualmente comprende que el hombre es su hermano Orestes (que había sido enviado fuera a la corte real de Fócida desde la infancia, por motivos de seguridad), y quien, en sus pensamientos, ha sido su única esperanza de venganza. Juntos planean la venganza por la muerte de su padre y para ello pretenden asesinar a su madre Clitemnestra y a su nuevo marido, Egisto, mientras el coro les advierte:

Pero es ley que las gotas de sangre vertidas por tierra exigen otra sangre. Homicidio grita la Erinis, que en nombre

de las primeras víctimas envía calamidad sobre calamidad.

Orestes duda si matar o no a su propia madre, pero tanto Apolo como su amigo Pílades, el hijo de Estrofio, rey de Fócida, le convencen de que eso es lo correcto. Orestes y Pílades pretenden ser unos viajeros normales que vienen de Focea y piden hospitalidad en el palacio. Clitemnestra es engañada por su hijo, quien le llega a decir que Orestes ha muerto. Encantada por las noticias, Clitemnestra envía a un criado a llamar a Egisto.

Aprovechándose de la hospitalidad del palacio, Orestes mata primero al usurpador y después a su madre. Las muertes de ambos, como es usual en el teatro griego clásico, tienen lugar fuera de escena.

Orestes mata primero al usurpador. Los gritos de muerte de Egisto no advierten a tiempo a Clitemnestra. Desesperada, intenta apelar a los sentimientos de su hijo, pero Pílades le recuerda las órdenes de Apolo. Clitemnestra le advierte de la venganza de las erinias: Clitemnestra: Mira, guárdate de las perras vengadoras de una madre. Orestes: ¿Y cómo huiré de las de mi padre si renuncio a ello? Clitemnestra: ¡Pobre de mí! Engendré y nutrí esta serpiente. Orestes: ¡Ah, qué profeta tan verídico el terror que te inspiraban tus sueños! Mataste a quien no debías, sufre ahora lo que no debía ser!

Nada más abandonar el palacio, la Furias aparecen y, siendo sólo visibles para él, comienzan a perseguirlo y torturarlo por su matricidio. Él huye en agónico sufrimiento.

Valoración

Toda la Orestíada gira en torno a los crímenes y las venganzas privadas: unos crímenes llevan a otros, hasta que al final esa venganza viene sustituida por la sentencia que dicta un tribunal de justicia. En la primera de las obras de la trilogía, las Erinias, diosas de la venganza de aquellos que vierten sangre de familiares, cobran venganza, y dan muerte a Agamenón por la mano de Clitemnestra con ayuda de su amante Egisto quedando así como reyes de Micenas.

En esta segunda obra, Orestes, hijo de la víctima (Agamenón) y del victimario (Clitemnestra), se venga de su madre asesinándola. Pero con ello se abre otra culpa, que las Erinias no pueden permitir que quede sin castigo. No se da ninguna explicación de por qué las furias no persiguieron a Clitemnestra cuando asesinó a su marido Agamenón. No obstante, en la tercera y última obra de la trilogía, en el juicio que se celebra en Atenas, Orestes las interpela al respecto: Orestes: ¿Y por qué no la perseguiste en vida? Corifeo: No era pariente del hombre que mató.

Este es el tema de la última obra de la trilogía: las Euménides,

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