Las Paradojas Del Arte Politico
Enviado por fcio • 6 de Diciembre de 2012 • 2.345 Palabras (10 Páginas) • 606 Visitas
Si bien existen diversas prácticas artísticas que poseen el fin último de repolitizar el arte, todas ellas encuentran un punto en común cuando dan por hecho que existe un cierto canon de efectividad. Es decir, cuando se asume que el arte es político porque por ejemplo da a conocer el vestigio de la opresión o se burla de aquellos que lo oprimen. El arte viene a convertirnos en detractores del sistema, reconociéndose como un ente ajeno al mismo. Inclusive sale de aquel lugar destinado al arte, sale entonces de la galería al museo, se enfrenta ahora al mundo cotidiano transformándose en práctica social.
Por consiguiente tanto artistas como críticos continúan divulgando la necesidad de que se sitúe al arte en una nueva trama que vaya ligada al contexto actual, al desarrollo del arte a partir del capitalismo, de la globalización, de los nuevos medios de comunicación y de que cómo todo nuevo suceso contemporáneo tiene incidencia en el pensamiento y práctica artística. Masa pesar de esto, se persiste en la idea de que los modelos o cánones de eficacia que han sido utilizado hace siglos son validos para las prácticas actuales. Por lo cual, se cae en la interrogante: desde qué época nos llegan los modelos utilizados hoy, son por tanto validos y cumplen las expectativas en lo relacionado con la política del arte.
En la Europa del siglo XVIII nace el modelo mimético, aquel que se constituyópor la parte sensible de la producción artística y la parte sensible del espectador, que veía indudablemente expresado los sentimientos, virtudes y vicios comunes del ser humano pero aumentados como con lupa en el ámbito de la ficción. El teatro proponía reconocer lógicas de situaciones para orientarse en el mundo y también modelos de pensamiento y de acción a imitar o a evitar. Según esta lógica, en el teatro, cine, fotografía o cualquier otra instalación artística se exponen situaciones sensibles dispuestas por su autor, las cuales pueden generar en el espectador cierta proximidad o lejanía que lo empuja a intervenir de alguna u otra forma. Esta afirmación es considerada como el modelo pedagógico de la eficacia del arte, si bien el teatro seguramente no nos parece corrector de normas sociales, nos gusta imaginarnos que la exposición fotográfica por ejemplo nos desbaratará unde tema de índole social.
Existe entonces un problema en el mensaje del arte, el cual no se encuentra en la validez política o ética del propio mensaje. Se encuentra en el hecho de que la eficacia del arte no consiste en transmitir cualquier tipo de mensajes, ya sea este visto como modelo o
contra-modelo del comportamiento o en la misma enseñanza para la correcta interpretación de la representación. El arte consiste en disposiciones tanto de espacio como de cuerpo contextualizados en su tiempo y lugar que definen la proximidad o lejanía del arte. Se propone por tanto el arte sin representación, el arte que no separa la escena de la performance artística y la vida cotidiana. El movimiento de la ciudad en acto, sustituyendo la mentira de la mímesis teatral por la real mímesis, el propio pueblo. Se sustituye la pretensión de la representación que consiste en corregir las costumbres y los pensamientos, por la idea de que la eficacia del arte ya no se encuentra en la lecciones constituidas por imágenes o cuerpos representados, sino que en este puntoson encanados directamente en el comportamiento en el modo de ser de la comunidad. Este pensamiento que va en contra de la ética ha acompañado la forma de vida de la época moderna. Dicho proceder consiste en sacar a la performance artística del museo integrándolo a la calle como un gesto pedagógico que anula la separación entre arte y vida. A esta incierta pedagogía de la mediación se le opone la pedagogía de la inmediatez ética.
A esta polaridad se le suma la eficacia de la estética del arte, la cual actúa con efecto disociador, separa la sensibilidad de la producción artística y las formas en las cuales la producción por si misma se ve apropiada. La eficacia estética se compone de la eficacia en la distancia y en al neutralización. La distancia de la estética supone la contemplación de la belleza artística, la cual por lógica esconde los fundamentos sociales de la producción artística y de su recepción, contraponiéndose a la conciencia crítica de la realidad y los medios de acción en ella, pasando por alto la intencionalidad del artista, la forma sensible presentada en un lugar para el arte, la mirada del espectador y el estado de éste en la comunidad. La eficacia estética significa propiamente la suspensión de toda relación directa entre la producción de las formas de arte y la producción de un efecto determinado sobre un público determinado. La obra de arte se ofrece entonces desligada de los elementos religiosos y/o cívicos. No ilustra ninguna grandeza social, no produce ninguna corrección de las costumbres ni movilización de los cuerpos. La producción artística se dirige ahora al mundo indeterminado y anónimo de los museos o exposiciones. Toda producción, ya sea una Virgen florentina, una escultura renacentista o un ready-made, se ofrece de la misma forma.
Por lo cual, las obras artísticas se desligaron también de los estilos de vida que las vieron nacer. No se encuentran en la mítica Grecia antigua, en el teológico medioevo o reinos monárquicos por ejemplo. Existe con ello una doble temporalidad de la obra, si el búfalo del Paleolítico se destinaba al culto, hoy es arte, y al igual que el museo la caverna que lo contiene es un sitio para el arte.
La ruptura estética ha promovido una singular forma de eficacia, la de desconexión, la eficacia del disenso o desconformidad. Disenso como conflicto de diversos regímenes de sensorialidad. Es exactamente ahí, en el régimen de la separación estética donde el arte entra en el terreno de la política. La política es la actividad que reconfigura los marcos sensibles en el seno de los cuales se definen objetos comunes. Define con ello los espacios y los tiempos destinados, se rompe con el sensible orden natural destinando a los individuos y a los grupos al mando de la obediencia, a la vida pública o privada.
Si la política logra ingresar en la experiencia estética, es porque ésta se define como experiencia de la disconformidad, del disenso, se opone a la adaptación mimética o ética de las producciones artísticas con fines sociales. Con ello la producción artística ingresa en un mundo neutralizado, no se sabe de antemano lo que ocurrirá, ya no se pueden anticipar sus efectos. Se crea por tanto, un género nuevo, la superficie pasiva de la obra artística observa al espectador desde todas partes, su actividad sumisa inserta en él un espacio libre de inactividad. Chocando en este espacio los dos regímenes de sensorialidad. La neutralidad
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