Lic. Filosofía
Enviado por periodismo123 • 8 de Octubre de 2013 • 10.221 Palabras (41 Páginas) • 262 Visitas
Karl Popper y el Marxismo:
somera revisión de un gran fraude intelectual
1) Presentación
Si bien es claro que en general para los filósofos stricto sensu la importancia de Karl Popper procede ante todo de algunas contribuciones que éste último hiciera en el terreno de la filosofía de la ciencia, para el público en general (dentro del cual habría que incluir a varios destacados políticos) dicha importancia se explica más bien por la labor que Popper desarrolló en el área de la teoría política y la filosofía de la historia. En particular, el nombre ‘Karl Popper’ quedó asociado con lo que ha sido considerado por muchos (filósofos ilustres incluidos, como por ejemplo Bertrand Russell) como una devastadora y definitiva crítica de las concepciones políticas de diversos pensadores prominentes del pasado, como Platón y Hegel. Sin embargo, como de todos los pensadores políticos que Popper se abocó a criticar al que convirtió en el blanco de sus más enconadas diatribas fue, sin duda alguna, Karl Marx, es comprensible que la razón por la que realmente Popper sea tan conocido, así como la razón de la mucha fama de la que gozó y sigue en algunos círculos gozando todavía, sea en primer término lo que a primera vista es apreciado como su certero y destructivo análisis de la teoría marxista, considerada in toto. En efecto, a lo largo y ancho de sus escritos Popper se dedicó a apuntar o a desarrollar en contra de diversas ideas de Marx tanto líneas generales de crítica como objeciones concretas, tanto de orden metodológico como sustancial o teórico. Dichas críticas y objeciones son desde luego de muy variado calibre filosófico, pues abarcan desde
panfletos semi-cómicos como “¿Qué es la Dialéctica?”1 hasta libros completos, como Miseria del Historicismo. En todo caso, puede afirmarse que en lo esencial el
ataque frontal de Popper al marxismo está concentrado en lo que con mucho es su libro más famoso, el libro por el que sin duda (para bien o para mal) será recordado, a saber, La Sociedad Abierta y sus Enemigos.2 A primera vista por lo menos, en básicamente ocho capítulos de su segundo volumen Popper sistemáticamente desmantela el todo de la teoría marxista de la sociedad capitalista y de la historia, sin piedad exhibe las falacias de Marx y echa por tierra (se suponía que de una vez por todas) la visión marxista del hombre y del estado, así como los ideales en ella
inscritos.
Pretensiones teóricas tan grandiosas como esas son de entrada sospechosas. Dado el éxito con el que se vieron coronadas, sin embargo, se vuelven dignas de ser examinadas cuidadosamente por lo que, si después de un mínimo examen crítico de
1 K. Popper, “¿Qué es la dialéctica?” en El Desarrollo del Conocimiento Científico. Conjeturas y
Refutaciones (Buenos Aires: Piadós/Serie Mayor, 1967).
2 K. Popper, La Sociedad Abierta y sus Enemigos, vols. I y II (Buenos Aires: Piadós, 1967).
ellas efectivamente quedaran plenamente acreditadas, ciertamente merecerían ser universalmente aclamadas. Huelga decir que por lo menos Popper mismo no tenía ninguna duda a este respecto. Sin embargo, la actitud de los marxistas, y de los no- popperianos en general, es diferente, entre otras razones porque es un hecho que Popper mantuvo siempre la misma confiada actitud en relación con otros pensadores y otras polémicas sobre los cuales se pronunció de la misma triunfalista manera, pero con respecto a los cuales se puede demostrar que el equivocado era él.3 Es, pues, sensato de nuestra parte que tengamos sospechas y que pensemos que bien
miradas las cosas su crítica no sea en el fondo lo exitosa que él se imaginó que era y que mucho de los aplausos de los que por ese trabajo fue objeto tengan su fuente en consideraciones por completo independientes de los contenidos de su magnum opus. De hecho, no tengo reparos en confesar que estoy enteramente convencido de que es en gran medida a las circunstancias de la época (la inmediata pos-guerra) que se debe que el juicio de la gran mayoría se haya obnubilado y que fueron dichas circunstancias lo que poderosamente coadyuvó a que se le confiriera a la obra de Popper un status y un valor que sencillamente no le correspondían. Empero, antes de adentrarme en la crítica de la crítica de Popper, me parece que será útil hacer unos cuantos recordatorios de carácter histórico para contextualizar debidamente el trabajo que es el objeto central de nuestras reflexiones en este ensayo, viz., La Sociedad Abierta y sus Enemigos, y estar así en posición de apreciarlo mejor.
La Sociedad Abierta y sus Enemigos es un libro publicado por primera vez en
1946 (en inglés). El dato del año no es banal pues, como todos sabemos, fue alrededor de ese año (es decir, un poco antes y un poco después) que al mundo se le impuso el rostro que habría de tener para el siguiente medio siglo, esto es, el rostro de la así llamada ‘guerra fría’, el rostro de una confrontación que podemos etiquetar de diverso modo: “Este-Oeste”, “USA-URSS”, “OTAN-Pacto de Varsovia”, “socialismo real-capitalismo”. En todo caso, el libro de Popper, cómodamente redactado desde lo que a la sazón probablemente era la zona más tranquila del mundo (Nueva Zelandia) apareció en un momento crucial del siglo XX y no dejó dudas respecto a lo que en él se defendía (y lo que se atacaba). Hay que reconocer que, dada la fuerza argumentativa del libro, para múltiples pensadores de izquierda la obra de Popper representó un golpe difícil de asimilar. Se trata, podemos decirlo, de una obra que le hizo mucho daño a todo lo que estaba asociado con el socialismo (valores, ideales, organización y tácticas políticas, etc.) y que reforzó la ideología
3 Ludwig Wittgenstein, tanto el individuo como el pensador, nos proporciona un excelente ejemplo de ello. La envidia y la mala voluntad de Popper hacia él han quedado establecidas más allá de toda duda racional. En relación con sus supuestas críticas demoledoras del Tractatus Logico-Philosophicus, véase el estupendo artículo de E. D. Klemke, “Popper’s Criticisms of Wittgentein’s Tractatus” en The Foundations of Analytic Philosophy. Midwest Studies in Philosophy VI. Editado por P. A. French, TH. E. Uehling, Jr. y H. K. Wettstein (Minneapolis: University of Minnesota Press, 1981). Klemke demuestra con toda minuciosidad no sólo que ninguna de las objeciones que Popper eleva en contra del Tractatus da en el blanco, sino que revelan sorprendentes incomprensiones graves, por lo que realmente no se le puede adjudicar a su “crítica” de la obra de Wittgenstein valor o interés filosófico alguno.
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